"Nací en Rancagua en 1951. Mi familia estaba compuesta por mi padre Tito Rivera Herrera, mi madre Olga Muñoz Duque. Solo tenía un hermano fallecido hace mucho tiempo, de cual nacieron cuatro hijos, es decir, tengo cuatro sobrinos". Así comienza la declaración en calidad de imputado del sacerdote Tito Rivera a la fiscalía, el 21 de marzo. Su testimonio lo entregó a los fiscales de Rancagua, Sergio Moya y Jorge Escobar. Hoy el caso se trasladó a la Fiscalía Centro Norte.
Una semana después de declarar, el presbítero fue formalizado por el Ministerio Público por presunto abuso sexual a un joven en la Catedral Metropolitana en 2015. El tribunal le decretó arresto domiciliario nocturno y arraigo nacional.
Poco antes de su formalización, a mediados de marzo, Rivera -quien pidió la dispensa de su estado clerical y está suspendido de sus funciones- concedió una entrevista al programa Mentiras Verdaderas de La Red. Ahí, lanzó frases como "en la Iglesia se da un ambiente favorable para estas prácticas homosexuales (…) El vivir en comunidad, entre hombres… una especie de desprecio hacia la mujer", "me atrevería a decir que el 50% de los sacerdotes chilenos son homosexuales" y que "me arrepiento de no haberle hecho caso a mi madre, quien nunca quiso que yo fuera sacerdote".
En su testimonio de 14 carillas, al que accedió La Tercera, Rivera declaró que al joven que lo denunció de haberlo violado, solo lo vio dos veces. Una, cuando le dio $5 mil para un remedio y la segunda cuando le negó entregarle dinero. Apuntó a que el exarzobispo de Santiago, el cardenal Ricardo Ezzati, tendría conocimiento de una serie de casos de presuntos abusos de sacerdotes y que la medida que tomaba era trasladarlos de parroquia e incluso a otros continentes.
También, acusó Rivera, el cardenal Francisco Javier Errázuriz le habría pagado a una periodista $ 500 millones para que ella no publicara un libro sobre la supuesta homosexualidad del cardenal. "Ese dinero habría salido de su dinero personal ya que es una familia de mucho dinero", declaró.
Además, denunció 10 casos de presuntos abusos de presbíteros que no han sido denunciados penalmente. Entre ellos, de capellanes de Gendamería que -según su declaración judicial- se llevaban a reos a sus casas.
También aseguró que en 2011 el Vaticano envió un protocolo en que se obligaba a denunciar a la justicia ordinaria los abusos sexuales cometidos por presbíteros. "Esta orden del Vaticano nunca se llevó a efecto, se quedó en un cajón y nunca se aplicó, seguramente porque vieron que podían haber muchos afectados. No se aplicó ni siquiera conmigo", relató.
Presunto abuso en la catedral
"Yo fui notificado en 2015 sobre una acusación de que yo habría abusado sexualmente de un señor llamado D.R., a ese señor yo no lo conocía", declaró Rivera sobre el joven que lo denunció de violarlo en la Catedral Metropolitana en 2015. Dijo que una señora le señaló que había una persona que necesitaba ayuda. "Le pregunté qué necesitaba y me dijo que quería un dinero para comprar un remedio para su hija que estaba muy enferma (...) Por su manera de exponer la situación decidí ayudarlo, le ofrecí $ 5 mil, que era lo único que tenía en mi chequera en el segundo piso (en su pieza)". Añadió que para que no se dieran cuenta los obreros que estaban trabajando en la reparación de muros, "decidí que me acompañara al segundo piso (...) él entró, hizo uso del baño mientras yo sacaba los $ 5 mil, se los entregué y caminamos hacia la puerta que en todo momento estuvo abierta (...) Yo entré al templo y él se fue". Indicó que su pieza estaba al lado de la de Ezzati.
Declaró que no quería que los obreros se dieran cuenta "para que no pensaran mal, que no le fuera a estar dando plata por otra cosa, pueden estar pensando cualquier cosa, como que uno está pagando por un favor sexual".
Aseguró que D.R. volvió a pedirle dinero. "Por el modo como me exigía que aportara dinero y ante la negativa que yo le expuse, se molestó y reaccionó de mala forma", dijo. Según Rivera, esas fueron las únicas dos veces que estuvo con su denunciante.
"Yo no he tenido relaciones sexuales con menores de edad, tampoco con jóvenes acólitos, las relaciones que he mantenido han sido con adultos mayores de edad del ámbito religioso, de las parroquias de la iglesia, de los grupo juveniles, pero no son muchos. Me duele que me califiquen de depredador sexual", aseguró.
Señaló que cuando se inició la investigación en su contra, Ezzati lo visitó dos o tres veces. "Solíamos juntarnos en la sacristía de la catedral, cuando yo celebraba la misa de las 11 y él presidía la de las 12, ahí tratábamos alguna conversación pequeña y rápida. Siempre se mostró muy afable conmigo, me respetaba". De acuerdo al sacerdote, todo cambió en 2016: "No lo volví a ver".
Eso hasta el 16 de marzo de este año. Ahí, según Rivera, Ezzati lo llamó a su celular a las 9.57. "Ezzati me dijo 'Aló, padre Tito, sí, con él habla, habla el cardenal Ezzati'. Me preguntó cómo estaba, le dije que mal, me dijo que me iba a enviar una cartita, que le diera la dirección de mi casa, yo se la di. Me dijo que estaba preocupado por mí, que ojalá todo saliera bien y que confiara en Dios".
Indicó que cinco minutos después llegó un chofer con la carta. Era el decreto que lo suspendía de toda actividad dentro de la Iglesia. Pero este documento ya se lo habían entregado antes, por lo que señaló que le llamó la atención que Ezzati se lo hiciera llegar. "La interpretación que yo le doy es que estaba tratando de averiguar si yo estaba en mi casa", declaró.
Supuesto encubrimiento de Ezzati
Tito Rivera señaló que el ambiente en que se vive el sacerdocio desde que son formados, hace que se fomente la homosexualidad. "Con mis 38 años de sacerdocio (...) me dan fundamento para afirmar el ambiente de homosexualidad que existe en la Iglesia, algunos casos entre los sacerdotes son secretos a voces, nunca se dicen públicamente, la madurez afectiva y emocional conduce a tener relaciones entre hombres, se da la posibilidad de que se come juntos, se estudia en la biblioteca juntos y eso facilita la homosexualidad que mal llevada y con las posibilidades de acceder mediante cursos de primera comunión y los colegios para que se abuse de niños menores de edad", declaró Rivera.
Luego, detalló los casos que conoció de presuntos abusos: "Cuando los casos son muy escandalosos o muy notorios, con el afán de que el religioso supere su mal y tenga la posibilidad de redimirse, se le traslada de parroquia, de colegio o de ciudad. Tenemos algunos casos como el del padre Rimsky Rojas, que después de abusar y de conocerse tal hecho fue enviado a África y a la vuelta de allá lo mandaron al mismo colegio de donde había salido, en ese tiempo los salesianos de Concepción, donde monseñor Ezzati era el superior y él dispuso esa medida (...) creo que hace como ocho años atrás".
Otro caso es el Aldo Coda, quien actualmente está de vicario para las religiosas y tiene oficina en la calle Catedral. Según Rivera, entre 2006 y 2011 vio como el sacerdote abusaba de un menor de edad mientras almorzaban. Hasta hoy, dijo, el caso no fue denunciado.
También mencionó el caso del capellán de Gendarmería Marcelo Mansilla. "Se llevaba a algunos reos salidos de la cárcel a vivir con él", dijo. Agregó que el capellán jefe, Jaime Nawrath, "hizo una denuncia y se los entregó al cardenal Ezzati personalmente. El informe que llevaba con detalles de conductas sexuales que este padre experimentó en la cárcel, creo que a ese informe nunca se le hizo caso".
Rivera dijo que luego, en un almuerzo, el padre Jaime le señaló que "estaba muy molesto con el cardenal porque le había pedido audiencia, lo recibió, le entregó el informe al cardenal, era información relevante con que se llevaba a la casa no con el afán de ayudarlos sino que de acostarse con ellos, pero con toda esa información no se hizo nada". Según Rivera, esto ocurrió en 2012 o 2013 y al parecer él aún realiza misas en El Sagrario.
De acuerdo a Tito Rivera, otro capellán de Gendamería que habría incurrido en los mismos actos fue Francisco Llanca. Hoy, dijo Rivera, es maestro de ceremonia en la catedral. "En la parroquia se comentó mucho el asunto que llevaba a los presos a vivir con él. Él es de confianza de Ezzati. Lo del padre Llanca nunca se denunció".
Rivera precisó que "en cuanto al encubrimiento de Ezzati, hay sacerdotes que han sido removidos de sus lugares y han sido cambiados de parroquias o colegios por el asunto de la sexualidad por casos de abusos y eso ha sido ordenado por el cardenal Ezzati. Está el caso de Rimsky Rojas, está el caso del cura que terminó en el Sagrario después de todos los cambios y que lo mandaron a su casa por estar enfermo de sífilis y sida, en la época de Javier Manterola, quien era el párroco hace unos seis años. También está el caso de Hernán Acuña de San Felipe, también el del párroco de Zapallar Juan Julio Lutgens (...) Ellos fueron trasladados anticipadamente".
En su declaración, Rivera aseguró que "todos estos casos de traslados para proteger a sacerdotes contrastan con los casos que yo he dado a conocer en esta declaración en que ni siquiera se denunciaron ni fueron investigados, lo que demuestra que hay tratos desiguales".
Consultado al respecto a la declaración de Tito Rivera, el abogado de Ezzati, Hugo Rivera señaló que no se refería al tema. En tanto, el abogado querellante, Juan Pablo Hermosilla, señaló que "es una declaración que aporta antecedentes muy graves y que deben ser verificados rápidamente, porque son antecedentes concretos. Aparecen por primera vez testimonios directos de alguien desde adentro de la iglesia sobre la posibilidad de encubrimiento por parte del cardenal Ezzati, así que hay pistas concretas que se encuentran dentro de esta declaración que deben ser debidamente investigadas por la policía y el Ministerio Público".
Según fuentes del caso, próximamente la fiscalía volverá a citar a Tito Rivera a declarar.