El Ministerio de Educación y el Banco Mundial publicaron hoy un estudio sobre el impacto que la pandemia tendría en el aprendizaje de los escolares chilenos, que entrega una dramática proyección: los alumnos perderían el 88% de los aprendizajes del año si siguen sin clases presenciales durante el segundo semestre.
El análisis utilizó la información de pruebas internacionales, datos nacionales e información que han reportado los colegios, y calculó el impacto en dos escenarios: que la educación a distancia dure seis meses, lo que en Chile se cumpliría en septiembre; o que la educación a distancia dure todo el año, que parece ser la opción más probable para el país.
En el segundo escenario, los estudiantes del quintil 1 (más pobres) perderían el 95% de los aprendizajes, mientras que los del quintil 5 (más ricos) perderían el 64%. En el primer escenario más favorable, en el que las clases podrían volver a fines de septiembre, el promedio de pérdida de aprendizaje sería del 42%.
De acuerdo al análisis, el 40% de los escolares estudia en colegios que han entregado formación a distancia de forma masiva, cifra que cae al 27% en el caso de la población más vulnerable. Por otra parte, el 87% de los escolares tiene acceso a dispositivos electrónicos para estudiar, pero la cobertura solo es del 77% entre los alumnos más vulnerables.
La extensión de la suspensión de clases también reducirá la capacidad autónoma de aprender, es decir, el compromiso de los niños con las actividades a distancia. La proyección indica que hacia septiembre el 85% de los alumnos conservaría esa capacidad, y hacia fin de año, solo el 34%.
Según el cálculo, si las clases presenciales no vuelven, la educación a distancia solo podrá mitigar el 12% de los aprendizajes que se debían impartir este año. En los colegios públicos, el impacto sería de solo el 6%, mientras que en los particulares pagados sería del 35%.
El ministro de Educación, Raúl Figueroa, planteó que “mientras no se pueda volver en algunos lugares vamos a trabajar por mitigar lo más posible estas consecuencias. Y para hacerlo, debemos poner a los estudiantes y a la comunidad escolar en el centro de la discusión y dejar fuera toda trinchera política que nos impida avanzar”.
João Pedro Azevedo, economista principal de Educación del Banco Mundial, advirtió que “el país debe hacer todo lo posible para reducir estas pérdidas en educación, tomando acciones para mitigarlas mientras los colegios están cerrados y remediarlas una vez que reabran”.
Entre ellas, aconseja reforzar la educación a distancia, tomar nota de los aprendizajes que deben recuperarse, desarrollar planes para remediar esos vacíos, apoyar el bienestar socioemocional y reducir los riesgos de contagios en los colegios. “Dados los altos riesgos de mayores disparidades, los estudiantes más vulnerables deben ser una alta prioridad”, dice.
Y Emanuela Di Gropello, gerente de Educación para América Latina del Banco Mundial, dijo que “esta puede ser la oportunidad para empujar reformas que han sido postergadas y, por cierto, reconocer el papel extremadamente importante de los padres y los maestros en el desempeño educativo de nuestros niños. América Latina debe aprovechar estas oportunidades y construir sistemas educativos mejores de los que existían”.