MOP licitará este mes la nueva concesión de Ruta 68: proyecto eleva a ocho las pistas para salir de la capital

La Ruta 68 conecta Valparaíso y Viña del Mar con la Región Metropolitana.
La Ruta 68 conecta Valparaíso y Viña del Mar con la Región Metropolitana.

Obras en la carretera que une la capital con Valparaíso y Viña del Mar comenzarían en 2025. La iniciativa contempla soterrar algunos tramos, construir nuevos túneles y reemplazar puentes. Mientras, el tren rápido que se anunció en 2018 para el mismo recorrido continúa en fase de estudios.


Durante este mes, la dirección General de Concesiones del Ministerio de Obras Públicas (MOP) lanzará la licitación de la Ruta 68. La iniciativa contempla una modernización y ampliación de la vía que conecta Santiago con Valparaíso y Viña del Mar, el tramo carretero más transitado del país.

La concesión de esta vía está en manos Rutas del Pacífico desde 1999, cuyo período de explotación terminará en 2024. A contar de esa fecha, el proyecto -de 1.222 millones de dólares- dispone “bastantes cambios; en la zona urbana de Santiago se va a soterrar en varios tramos para no desconectar a las comunas, detalló a La Tercera el ministro de Obras Públicas, Alfredo Moreno.

En definitiva, la iniciativa propone mejoras en la carretera, en un tramo de 99,3 km que va desde la estación de Metro Pajaritos (Pudahuel) hasta el enlace La Pólvora, en el sector poniente de Placilla (Valparaíso).

Entre estas destaca ensanchar la ruta, duplicando sus pistas -pasará de tener cuatro a ocho- a la salida de Santiago, entre el enlace costanera y el peaje Lo Prado.

También se creará una nueva calzada reversible, de dos vías, entre el peaje Lo Prado y el enlace Las Cenizas de Placilla, en Valparaíso. Así, en ese tramo la pista pasará a tener tres carreteras, de dos pistas cada una -seis en total-, lo que permitirá operarla con cuatro y dos pistas hacia Valparaíso o Santiago, dependiendo de la demanda.

Asimismo, considera dos nuevos túneles: Lo Prado 3 y Zapata 3, y la remodelación de los cuatro ya existentes (Lo Prado 1 y 2, y Zapata 1 y 2).

En Santiago, además, serán reemplazados los puentes del río Mapocho y el estero Pudahuel que ya cumplieron su vida útil, y se conectarán las calles Neptuno, Las Torres, La Estrella y el camino La Farfana-Pudahuel, para descongestionar Estación Central, Lo Prado y Pudahuel.

En la Quinta Región, la concesión se encargará de mantener y operar la subida Santos Ossa, Avenida Las Palmas, el Troncal Sur y el enlace Noruega, este último que da conectividad al hospital Eduardo Pereira de Valparaíso.

“A lo anterior se suma el estudio de la continuidad de las calles locales existentes y la implementación de nuevos tramos, rehabilitaciones de pavimentos donde sea necesario, nuevos enlaces, rectificaciones de trazado, puntos de retorno, ciclovías a lo largo de toda la ruta y pasarelas con estándares de accesibilidad universal”, detalla la Dirección General de Concesiones (DGC).

Para iniciar las obras, la concesionaria deberá realizar estudios de ingeniería y obtener una resolución de calificación ambiental.

Concesiones estima que en torno a 2025 se podría iniciar el mejoramiento del enlace Noruega, en Valparaíso, los trabajos de seguridad vial en los tramos al poniente de Placilla, y las calles de servicio con sus puentes caleteros en el sector del cruce del río Mapocho y del estero Lampa, en la capital. Mientras, en 2027, se prevé iniciar el resto de las obras de mayor envergadura, como el ensanchamiento de la ruta y los nuevos túneles.

¿Y el tren rápido?

En 2018 el Presidente Sebastián Piñera anunció que el proyecto de tren Santiago-Valparaíso se podría licitar en 2019, para transportar carga y pasajeros, con una variante que llegaría hasta San Antonio.

A tres años de ese hito, la iniciativa se encuentra en fase de estudios “para determinar la factibilidad de desarrollar a través del sistema de concesiones”, dijo la DGC.

En 2019, el MOP declaró de interés público las iniciativas presentadas por la empresa TVS y el consorcio formado por Agunsa, FCC y Talgo; categoría que todavía mantienen.

Específicamente, el tren rápido sigue en Fase I de estudios, que evalúa la prefactibilidad de los proyectos, considerando trazados, demanda de pasajeros, carga proyectada, y evaluación social y privada.

Esa etapa comenzó en 2020, pero se retrasó por la pandemia. Hoy, Concesiones está terminando de revisar un informe preliminar y proyecta concluir la fase durante el primer semestre de 2022.

Luego se podría avanza a la Fase II, con estudios que permitirían evaluar el proyecto y su trazado a nivel de anteproyecto. Una vez concluida, y en caso de verificarse su factibilidad a través del sistema de concesiones, se avanzará hacia la licitación.

Sobre el retraso de esta iniciativa, en relación a los avances de la nueva concesión de la Ruta 68, desde la dirección de Concesiones afirman que “se avanza en ambas líneas en paralelo, sin dejar de lado ningún tipo de iniciativa, con el fin de dar soluciones al transporte de pasajeros como al de carga”.

El senador Francisco Chahuán (RN) adelantó que “antes de que termine el mandato del Presidente Piñera habrá novedades respecto al tren rápido” y que “esto es complementario a la ampliación y mejoramiento de la Ruta 68″.

Mientras, su par del PPD, Ricardo Lagos Weber, dijo que “una de las cosas más graves con el proyecto del tren Valparaíso-Santiago es que el gobierno nunca optó por uno u otro recorrido, sino que dejó que los privados definieran (...). Todos sabemos que el tren genera menos emisiones y que contamina menos. Creo que se pueden realizar los dos proyectos si existe una planificación adecuada, sin embargo, eso no lo hemos visto”.

En esa línea, Armando Guarnaschelli, académico de la Escuela de Ingeniería de Transporte de la PUCV, comentó que, los últimos siete años, el flujo vehicular anual ha aumentado un 4% en la ruta. “En septiembre circularon por esta vía más de 4 millones de vehículos (...) Esto, desde cualquier punto de vista, no es ambientalmente sostenible”, señaló.

El docente advirtió que la ampliación de la 68 “generará un alivio temporal y no una solución de mediano o largo plazo”, pues al mejorarla “será atractiva para nuevos conductores”, incurriendo en el fenómeno de demanda inducida.

Guarnaschelli agrega que iniciativas como el tren rápido “generan un impacto positivo en la sostenibilidad ambiental del sistema de transporte. Debemos ser cautos y no pensar que también reducen la congestión, dado que este problema es multifactorial y una regla práctica para reducirlo sería: aumentar la oferta de transporte público y simultáneamente restringir el uso del transporte carretero para vehículos particulares. Lo cual también lleva a una drástica reducción de las emisiones contaminantes”.

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