En el mundo cada vez hay menos nacimientos: de acuerdo a los datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), en 1950 cada mujer tenía en promedio cinco hijos. En la actualidad, esa cifra descendió a menos de la mitad y registra 2,3.
Chile no está ajeno a este fenómeno. Es todo lo contrario, de hecho, pues el número de nacimientos en el país baja a 1,5, lo que en comparación con otros países de la región pone a Chile al final de la fila, porque el promedio de hijos por mujer es el menor de América Latina, detrás de Argentina, con 1,6, y Brasil, con 1,9. Mientras que en otros países, como Bolivia y Paraguay, este indicador asciende a 2,4 y 2,5, respectivamente.
Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello y exsuperintendente de Salud, asegura que el hecho de que la fecundidad sea tan baja es una mala noticia para el país, pues trae consecuencias para el crecimiento demográfico: “Este es un indicador que hace varios años se viene deteriorando y una de las principales consecuencias es el envejecimiento de la población, pues empiezan a aumentar los viejos en proporción a los jóvenes y eso es un problema porque se necesita de ellos para sostener a los de mayor edad. Por lo tanto, desde esa perspectiva el país no crece, salvo por la migración”, se extiende el especialista.
Sobre ese último punto, desde las Naciones Unidas destacan que desde la década del 70 muchas partes del mundo han registrado tasas de fecundidad negativas sin que haya implicado una reducción de la población total. ¿La razón? Por lo general, muchos de esos países experimentan una inmigración neta. “De hecho, se calcula que, a lo largo de los próximos decenios, la migración se convertirá en el único factor que impulsará el crecimiento demográfico en los países de ingreso alto”, reseña el informe del organismo.
Pero ¿qué tan antiguo es este fenómeno en Chile? De acuerdo a un estudio realizado por el Departamento de Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de los Andes, la Tasa Global de Fecundidad (TGF) se redujo de 5,5 hijos por mujer en 1960 a 1,9 en 2011, con la primera gran inflexión produciéndose en 1970, cuando la mano de obra femenina aumentó del 22,4 al 40,2% y, en promedio, bajó a 3,4 ese año.
Las conclusiones de dicha investigación recayeron en que para incentivar la participación de la mano de obra femenina sin que disminuya la TFG se deben crear nuevas políticas públicas con beneficios y apoyo del Estado.
Respecto a los efectos que produce la disminución de la tasa de fecundidad, Rodrigo Larraín, sociólogo y académico de la U. Central, coincide que “ya el próximo año va a estar igualado el número de mayores de 60 años con los menores de 15. Por lo tanto, va a haber un gran número de población que no va a estar económicamente activa. Entonces, empezará a bajar el producto interno bruto y existirá el riesgo que el país se estanque”.
Las causas
Larraín afirma que existen razones que se dieron naturalmente y que explican las bajas en las tasas: “A medida que aumentan los niveles de educación y mejoran los trabajos urbanos, se produce la transición demográfica. Es decir, empieza a disminuir el número de nacidos y aumenta la esperanza de vida”. Sin embargo, agrega que “obviamente esa explicación es incompleta, entonces otra razón podrían ser las expectativas sociales: la gente quiere tener mayores estudios o mejores trabajos, por lo tanto empieza a postergar la natalidad. Y este cambio se ve especialmente en las mujeres, pues ahora hay más mujeres estudiando y trabajando”.
Incluso, el informe de las Naciones Unidas se aventura en señalar que el fenómeno se debe a que las mujeres ejercen cada vez más control sobre su vida reproductiva. “También hay un cambio cultural, pues al aumentar la educación se difundieron las técnicas de control natal, y en sectores donde la natalidad era producida por mujeres de muy corta edad, ahora hay más cercanía y sus familias tempranamente les entregaron información sobre los métodos anticonceptivos”, añade Larraín.
Por otro lado, los centros privados dan cuenta de que cada vez son más las mujeres que deciden optar por la congelación de óvulos, pues eligen postergar su maternidad por razones sociales o personales. En tal sentido, un estudio realizado por la Clínica Alemana y la Universidad del Desarrollo concluyó que el motivo más frecuente por el que las mujeres se realizan el procedimiento para congelar sus óvulos es la edad (44%), seguido por el hecho de no tener pareja (21%).
Eso sí, los expertos recalcan que gran parte de los países occidentales, desarrollados y en vías de desarrollo, ya vivieron el fenómeno por el que atraviesa Chile e implementaron algunas estrategias para revertir esta situación. Por ejemplo, los nacimientos en China se redujeron en más de 500.000 el año pasado, acelerando la disminución de la población del país, ante lo cual las autoridades están probando una serie de medidas para elevar la tasa de natalidad, incluidos incentivos financieros y mejores instalaciones de cuidado infantil. La última de estas medidas apunta a incentivar a los jóvenes a casarse y se ofrece a las parejas una “recompensa” de 1.000 yuanes (137 dólares) si la novia tiene 25 años o menos.