A mediados de agosto, en lo más alto del cerro Miraflores, en Viña del Mar, Región de Valparaíso, se efectuó una limpieza extensa y profunda de varias quebradas. Sin embargo, aquel despeje de maleza y escombros combustibles no fue producto de un programa de prevención de incendios forestales, ni del plan municipal, sino que era un grupo de familias extranjeras, quienes prepararon terrenos para el emplazamiento de sus futuras viviendas.
"Nos van a decir que estamos haciendo algo mal, pero no tenemos dónde vivir", dijo escuetamente un ciudadano haitiano. Es Fernando Murillo, vocero de este grupo de personas, quien, con un español, claro, sostuvo que "no le decimos campamento, porque ya estamos en medio de uno; nosotros nos llamamos Naciones Unidas, como un grupo de inmigrantes de varios países, incluidos chilenos, que buscamos armar comunidad", explicó el haitiano.
Los nuevos vecinos del ya campamento Villa Los Aromos saben que se adhieren a una toma de cerca de 20 años y que está integrada por cerca de 70 familias, las cuales habitan en terrenos de Serviu. Allí, a un costado, cerca, está Naciones Unidas.
María Angélica Oregón es colombiana y lleva tres meses en la casa que levantó su marido, obrero de la construcción, y sale a recibir a una sobrina y su compañero, quienes fueron desalojados de la habitación que arrendaban en la comuna de Renca, Santiago. "No hay el suficiente trabajo, como se nos dijo y los sueldos no dan para vivir, a mí me pagan el sueldo mínimo y con eso no puedo arrendar una casa, pagar cuentas, comer, menos pagar educación de un hijo", manifiesta, junto al obrero Franklin Paredes, quien pone cemento en la nueva casa de su vecino inmediato, proveniente de Ecuador.
Organización
En el paño de esta nueva toma se proyectan alrededor de 50 casas, de unos 36 metros cuadrados, las que no contarán con agua potable.
A pesar de la situación precaria, los nuevos habitantes asumen que es la forma de ahorrar para optar a algún tipo de subsidio. También saben que ese lugar sufrió una tragedia en 2013, donde fueron arrasadas 50 casas por un incendio. Por eso, hacen turnos de emergencias y limpieza permanente de las quebradas. "Nos hablan de peligro, pero qué le vamos a hacer, estamos partiendo de cero, nadie nos ha regalado estos materiales", se defiende Paredes.
La última casa de Los Aromos es de la chilena Katherine Murillo (26), quien vive con su hijo de cinco años. Ella defiende el derecho de los ciudadanos extranjeros a buscar una manera digna para vivir. Señala que "claramente, esto no es lo mejor, pero son opciones válidas, los vecinos con agua son solidarios y dejan llenar baldes, los extranjeros que han llegado son familias trabajadoras, tranquilas y organizadas. Nos tenemos que apoyar entre todos para salir adelante".
Desde el municipio de Viña del Mar, en tanto, se desconoce registro de estas nuevas familias, que se suman a los 74 campamentos de la Ciudad Jardín. El municipio, según confirmó la alcaldesa Virginia Reginato, gasta $ 5,5 millones diarios en servicios para las tomas.
"El campamento señalado corresponde a una toma ilegal, emplazado en terreno privado y no pertenece a ningún comité, ni forma parte de los registros municipales. No existe la conformación ni personalidad jurídica de estos ocupantes irregulares. Por ello, se solicitó a la Dirección de Obras notificar a los privados para que procedan al cierre de los predios", indicó Paulina Vidal, directora de la Dirección de Desarrollo Comunitario.