Noche en el aeropuerto: la lucha por los turistas

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En el estacionamiento del aeropuerto conviven vehículos enrolados e ilegales.

El episodio Uber versus Carabineros no es lo único de lo que se habla, por estos días, en la principal terminal aérea del país. Invitaciones a clubes nocturnos, fuertes discusiones por engaños amorosos y otras anécdotas son parte de la historia del recinto ubicado en Pudahuel.


Cuando un turista llega al aeropuerto internacional de Santiago no solo enfrenta un enjambre de hombres que ofrecen traslados a hoteles con precios disímiles. También surgen ofertas a cabarets elegantes y de medio pelo e ideas para disfrutar de la vida nocturna capitalina. Quienes laboran diariamente en la terminal aérea comentan que se ve de todo, no solo consumo de drogas o alcohol, sino que además en ocasiones se puede ser espectador de peleas maritales por "pilladas in fraganti" de infidelidades del personal que se mueve por los pisos del lugar.

Andrés, un captador de clientes, logra llamar la atención de un turista argentino con estas historias y las anécdotas que no faltan: la charla termina con el regateo para trasladar a un grupo de 10 trasandinos. La historia se completa y se cierra el trato cuando Andrés asegura que su madre es argentina, nacida en Buenos Aires, con lo que logra una propina extra del grupo.

La escena ocurre de madrugada, a la salida de la puerta número cinco de la terminal internacional, ubicado en el primer nivel, donde transitan extranjeros y chilenos.

Aunque el gerente de asuntos corporativos de Nuevo Pudahuel, Branko Karlezi, dice que solo 19 mil vehículos están enrolados para disputarse los pasajeros, en los hechos ha sido imposible regular, hasta ahora, la circulación de taxis piratas y Uber y todos quienes salen a pelear con precios y ofertas distintas a los turistas que llegan.

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Carabineros fiscaliza un auto en el tercer nivel del recinto.[/caption]

Cifras de vehículos

Lo ocurrido con el carabinero que disparó a un conductor de dicha aplicación, esta semana, fue, según las autoridades, un episodio aislado. Pero en la madrugada la guerra por captar clientes es un todo vale. Se pueden bajar los precios y elegir el vehículo, mientras la policía uniformada debe intentar que todo el desorden pueda convivir.

Karlezi precisa que los problemas se generan por automóviles que recogen pasajeros, a cambio de una tarifa, y que no cuentan con la autorización de la empresa concesionaria.

"Los autos ilegales pueden ser privados, los Uber o, incluso, pueden estar enrolados y suben a buscar pasajeros al tercer nivel, porque no quieren esperar en el primer piso, donde pueden entrar solo pagando el ingreso".

Karlezi agrega que algunos conductores de esos vehículos enrolados hacen trato con los denominados "hacheros", que son los captadores de pasajeros, para taxis piratas.

Con cartolas de mica en sus manos de distintos colores o simplemente un cartón, vocean los destinos y sus valores. Ese tipo de personajes son parte del cuadro, que ofrecen sus servicios hacia diferentes puntos de la capital, e incluso fuera de Santiago.

Matías (20), otro captador, que trabaja hace un año en el recinto, grita un viaje a Santiago Centro por $ 16.000. Al ser requerido en inglés, señala que no maneja el idioma. "English, english" murmura, con lo que Willy (50), como dice llamarse otro "ejecutivo", atiende a un turista.

"Where do you go?", pregunta y se nota que, por manejar el idioma anglosajón, es más respetado entre sus pares. De hecho, los demás le abren paso rápidamente, para que llegue a persuadir a los "gringos" que van llegando.

Willy recomienda abordar los servicios formales, a propósito del caso Uber. Uno de los visitantes le pregunta por alguna anécdota sabrosa. "Eso es top secret. No hay nada que se pueda contar", sentencia, al tiempo que apunta a un nuevo objetivo: un grupo de 15 turistas ingleses, que acaba de llegar al país, en la fría madrugada santiaguina.

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