"Mi papel, como delegado del superior general de la Compañía de Jesús, P. Arturo Sosa SJ, es investigar sobre la posibilidad de otros delitos". Así, directo, se expresa el obispo emérito de Ancud, Juan Luis Ysern, respecto del encargo que asumió esta semana, en relación con el jesuita Jaime Guzmán.

El miércoles reciente, la Compañía de Jesús informó sobre esta determinación, en torno al "Proceso Administrativo Penal contra el P. Jaime Guzmán SJ". También se recordó que aquel sacerdote "cumple, desde 2012, una sanción canónica por abuso de menores, la que implica la prohibición de ejercer públicamente el ministerio sacerdotal y el contacto con menores".

En ese mismo comunicado, los jesuitas indicaron que "la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) ha encomendado al superior general abrir un proceso administrativo penal al padre Leonel Ibacache SJ, sobre la base de las denuncias recibidas por abuso de menores (...) Por razones de edad y de salud, el P. Ibacache SJ se encuentra actualmente impedido del ejercicio del ministerio sacerdotal y restringido de todo contacto con menores de edad".

En relación con el nuevo proceso del sacerdote Guzmán, Ysern precisó que "mi papel, ante la posibilidad de otros delitos, además de los mencionados en la investigación previa realizada contra el P. Jaime Guzmán, también será preocuparme de que él pueda realizar su justa defensa conforme a derecho. Y luego de estudiado todo y obtenida la opinión de dos asesores (el padre David Albornoz, salesiano, profesor de Derecho Canónico, y la Sra. Mónica Villamil, laica argentina, doctora en Derecho Canónico), deberé presentar al superior general las pruebas y argumentos con mi opinión y la de los asesores para que este pueda emitir un decreto sobre el caso.

¿Cree que los antecedentes son suficientes para establecer una sentencia condenatoria?

Ya la Compañía de Jesús ha hecho público que el P. Guzmán está cumpliendo, desde 2012, una sanción canónica por abuso de menores, la que implica la prohibición de ejercer públicamente el ministerio sacerdotal y el contacto con menores de edad. Ahora, lo que está en estudio es lo referente a las nuevas acusaciones que se presentaron. Al final se podrá ver si corresponde una nueva decisión condenatoria.

La provincia jesuita de Maryland publicó esta semana una lista de los jesuitas condenados e investigados por abusos sexuales de su jurisdicción. ¿Cree que las demás provincias y congregaciones deberían realizar este mismo gesto?

En lo que yo he sabido, existe un deseo, que considero sincero, de caminar según las posibilidades de cada congregación, dando pasos firmes en verdad y justicia, lo que va unido a esa actitud de transparencia, buscando, ante todo, formas para salir al encuentro de las víctimas en orden a su sanación.

La encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) de esta semana reflejó una baja de los adherentes al catolicismo, los cuales disminuyeron de un 73% a un 55% entre 1998 y 2018. ¿Qué factores cree que explican esta baja? También la encuesta señala que la confianza en las iglesias, en los últimos 20 años, bajó de un 51% a un 13%.

Considero muy interesante conocer estas encuestas, pero desconozco si hay estudios que expliquen estos resultados de forma fundamentada. Por ello, mi respuesta no tiene más valor que el de una opinión. Creo que la considerable disminución, tanto en adherentes al catolicismo como en lo referente a la confianza en las iglesias, aparece como una lógica consecuencia de dos realidades que estamos experimentando: por una parte, son muchos los que han sentido o sienten gran frustración al constatar la existencia de los abusos de menores que se han venido conociendo por parte de sacerdotes o personas vinculadas con alguna estructura u organización de la Iglesia, siendo así que esos menores fueron llevados a esas instituciones de la Iglesia confiando que serían formados con valores.

¿Qué le genera la constatación de estos hechos?

Es algo que nos da vergüenza y mucho dolor por el daño ocasionado a las víctimas. Por eso pedimos perdón, tratando de encontrar caminos reales de sanación de las heridas producidas en las víctimas. Pero, como le decía, la segunda causa de alejamiento de la Iglesia, en mi opinión, es que hoy día son muchos los que no hallan sentido a la Iglesia dentro de la realidad que estamos viviendo. Ante esto me parece muy urgente encontrar caminos para entrar de lleno como Iglesia a la misión que nos corresponde dentro de esa realidad que estamos viviendo. No basta con los esfuerzos por eliminar todo lo negativo para conseguir una valiosa y necesaria purificación. Es necesario entrar en las entrañas de la vida actual, escuchando el clamor de la humanidad y los designios de Dios y así entregar el aporte que nos corresponde hacia una vida que sea cada día más humana. Tarea esta muy compleja en este momento, dado que la vida actual es acelerada y cambiante.

¿Cuál es el paso a seguir?

Se trata de una labor que nos sobrepasa con mucho a todo el clero junto. Los laicos son parte fundamental de esta labor, son imprescindibles. Tenemos que aprender a dialogar en profundidad todos los miembros del pueblo de Dios: laicos/as, congregaciones religiosas, especialmente las femeninas, junto con sacerdotes y obispos.