Las últimas semanas han sido intensas para el obispo de Osorno, Juan Barros. La visita del Papa Francisco a Chile, en enero pasado, hizo que su nombre volviera a la palestra pública, de la cual se mantuvo alejado luego de las manifestaciones en su contra tras ser designado como autoridad eclesiástica en la zona.
"No hay una sola prueba contra el obispo Barros, todo es calumnia", dijo el Papa Francisco cuando estuvo de paso por Iquique. Sus declaraciones levantaron fuertes críticas e, incluso, lo obligaron a pedir disculpas y anunciar la visita del arzobispo de Malta, Charles Scicluna, para recoger los testimonios de quienes acusan a Barros de encubrir los abusos cometidos por el ex párroco Fernando Karadima.
Tras el anuncio, en la Iglesia Católica de la Región de Los Lagos se toman con mesura la decisión del Vaticano. Son cerca de las 19.00 horas del jueves y un reducido grupo de fieles llega a la Catedral de Osorno, donde el párroco Bernardo Werth celebrará una ceremonia.
Antes de comenzar, el religioso hace una pausa y aclara su visión sobre el nombramiento del obispo Scicluna: "Si el Papa dio ese paso es para que quede claro a los ojos de la gente de todo el mundo, cómo está la situación real, por lo tanto bajo mi mirada es positivo", aseguró, para luego subir al altar e iniciar la misa.
Fuera de la Catedral unos jóvenes practican skate, sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor. Del caso del obispo Barros, dice Carlos Sandoval, "no tengo idea. No sé nada".
A pocos metros de ellos, María Elena Yáñez, oriunda de la Región de O'Higgins, abandona el recinto religioso con un póster del Papa Francisco en sus manos. Miembro del grupo "Mujeres Iglesia", formado por 15 mujeres laicas, Yáñez es crítica respecto a lo que pasa con el obispo de Osorno. Incluso, dijo, su agrupación intentó entregar una carta al Pontífice donde alertaban lo que ocurría en la iglesia de Los Lagos.
"En esa carta mencionamos a Su Santidad nuestra preocupación por lo que está pasando acá en Osorno, pero la carta no llegó a sus manos porque no fue fácil llegar a él", sostuvo.
Opinión distinta expresó Nina, una mujer mayor que asiste con frecuencia a las misas de la Catedral de Osorno. Y fue en esa misma instancia donde el obispo Juan Barros alegó inocencia.
"Él nos dijo en misa hace unos días, cuando volvió de Santiago, que era inocente, lo dijo en la misa y para qué nos va a estar mintiendo. Y bueno, si nos miente también lo perdono, porque yo no soy quién para no perdonar", declaró la mujer.
Dentro de un pequeño kiosco de diarios, revistas y de productos varios se encuentra un hombre solitario, quien prefiere no dar su nombre. Según dice, la "tensión" que existió en la ciudad cuando se conoció la designación de Barros ha ido apaciguándose con el paso del tiempo. "Hubo hartas protestas acá, todas eran pacíficas, pero ahora ya no se ve nada, está todo tranquilo, parece que se arregló todo", indicó.
Agrupaciones
La agrupación de Laicos y Laicas de Osorno es la entidad que ha intentado mantener vigente el caso del obispo Juan Barros. Ellos tienen una visión crítica sobre la gestión del religioso a cargo del obispado de Osorno y aseguran que su presencia ha impactado en el nivel feligreses que acuden a las misas.
"Para el 8 de diciembre, por ejemplo, que es la misa de clausura del Mes de María, antes se juntaban 10 mil personas. Y ahora se reunieron, con suerte, 1.000 personas en diciembre pasado. ¿Quién responde por quienes no fueron a esas misas? Ahora no se ve tanto fervor, tanto entusiasmo", aseguró Juan Carlos Claret, vocero de la agrupación.
Claret señaló que incluso se han producido episodios en los que feligreses jóvenes han demostrado su rechazo a Juan Barros. "El sábado pasado había confirmaciones en la iglesia Reina de los Mártires. El obispo Barros fue a los ensayos de estas confirmaciones donde les informó a los jóvenes que él presidiría la ceremonia. Tres de estos jóvenes le dijeron que no querían que él los confirmara y se restaron de la ceremonia. Al final, Barros no llegó a la ceremonia", detalló.
José Manuel Rozas, profesor de filosofía y secretario personal del sacerdote Peter Kliegel, quien ha hecho público su rechazo a Barros mediante cartas, dice que quienes han hecho ruido en la ciudad corresponden a "un grupo aislado de laicos que se juntan los días viernes, el resto de los agentes pastorales de la diócesis está haciendo su trabajo en sus respectivas parroquias".
Rozas manifiesta que él, como fiel, respetará las decisiones que se adopten una vez concluida la vista del arzobispo de Malta. "Si al término de este proceso, la Iglesia dice que el obispo Barros tiene que dejar la diócesis, bendito sea Dios, pero si dice que debe continuar, bendito sea Dios también", concluyó.
Son cerca de las 20.00 horas y la misa de la Catedral de Osorno llegó a su fin. Lentamente los feligreses comienzan a salir del lugar con rumbo a sus hogares. Una imagen que grafica cómo es el Osorno de Juan Barros, quien últimamente ha disminuido sus apariciones públicas y espera en silencio la decisión que tomarán su par maltés Charles Scicluna y el Vaticano respecto a su caso. Por ahora la ciudad del obispo Barros espera tranquila.