Al ver el perfil de Instagram de Javiera Soza (24), en las 12 primeras fotos que asoman ella está desnuda: parada en una duna, acostada en unas ruinas, mirando a la cámara dentro una tina. "Lo hago para derrumbar los estereotipos del cuerpo, para que la gente entienda que hay belleza en otras formas. Yo no soy rubia, ni alta", dice la joven, defendiendo sus publicaciones en redes sociales. Ella fue una de las afectadas con la divulgación de fotografías del sitio Nido.org, donde un importante número de publicaciones que compartió en sus redes sociales fue difundida en el portal en que se entregaban datos personales y fotografías íntimas de mujeres y menores entre sus usuarios. Hasta el viernes en la tarde, esta situación ya sumaba 147 denuncias formales a la PDI, 34 de ellas involucrando a menores de edad.
"Es importante dar las recomendaciones a todos los usuarios de redes sociales, que tengan cuidado", señaló el subprefecto Rodrigo Figueroa, jefe de la Brigada del Cibercrimen de la policía civil el pasado martes, cuando el "caso Nido" se tomaba la agenda y horas antes de que el presunto administrador del sitio, Lamuel Donoso, se suicidara en la Estación Grecia del Metro. "Todo esto para que no sean víctimas de este tipo de casos ", agregó el subprefecto.
El "pack"
Hay distintas versiones sobre el origen del término "pack" para referirse al "paquete" de imágenes eróticas que hombres y mujeres comparten en internet. Algunos foros web afirman que la expresión nació en chats de videojuegos, como League of Legends, donde se usan palabras en código y que luego se hizo común en el lenguaje de jóvenes y adolescentes que comparten sus fotografías.
"Yo no creo que los que están detrás de Nido sean hackers. Tengo amigas que les mandaban las fotos de manera íntima a sus pololos y también terminaron ahí. A mí mucha gente me criticó, me decían que me lo busqué por las fotos que subo", aclara Javiera Soza, quien agrega que los promotores de Nido.org realizaban un "buceo" de los perfiles de las chicas afectadas, quienes con el afán de aumentar su cantidad de seguidores pierden el control sobre quién puede visitar sus perfiles.
"Nunca se va a poder controlar dónde llegan las fotos que se suben a las redes. Hay que cuidar la privacidad, ya que las imágenes pueden ser vistas por millones de personas que pueden hacer algo bueno y algo malo con ellas", añade David Rozowski, director ejecutivo de Fundación Ciudadano Seguro, quien agrega que es importante controlar la cantidad de seguidores.
"Ellos buscan tener más seguidores y con eso van corriendo el límite de lo privado y lo público. Uno ve a chicas en la playa con trajes de baño chicos y a veces son menores de edad. Es grave la falta de educación que hay sobre el comportamiento en redes sociales", advierte.
Comerciantes digitales
Ángeles Rodríguez (30) es madre soltera, vende antigüedades y ropa cuando alguien puede cuidar de su hijo de tres años. Ella forma parte de un grupo que ha hecho de la venta de sus "packs" un verdadero oficio.
Estas vendedoras suelen ser jóvenes menores de 30 años, usan nombres de fantasía y promocionan sus fotos con imágenes muchas veces censuradas con emoticones puestos en sus zonas íntimas. Pese a que no hay un registro, por lo menos existen 50 perfiles de mujeres en Chile que alternan fotos cotidianas con la promoción de material erótico: fotos, videos e incluso gifts que son vendidos desde los $ 3 mil. "Yo lo hice por una emergencia, me cuesta encontrar trabajo por los horarios de mi hijo. Para mí, el 'pack' fue una alternativa para pagar deudas", explica.
Según Rodríguez, "muchas fotos" de vendedoras de "packs" alimentaron de material al sitio Nido.org. "Yo trato de elegir con pinzas a quién le vendo. Constatar que son personas reales. Igual es fuerte pensar que las fotos que subimos pueden terminar en sitios como esos, ellos tienen otra mentalidad, gente enferma que difunde imágenes de menores o de secuestros. Pero es imposible poder esconderse", plantea la mujer.
Para David Rozowski, el hecho de comercializar material de este tipo a través de redes sociales hace imposible poder controlar hasta dónde podría llegar. "Ahora con las fotos ni siquiera hay que descargarlas, se pueden copiar y subir a cualquier parte. Entonces, obviamente, todo lo que está en internet es público", señala.
Ángeles Rodríguez es consciente de los riesgos que implica comercializar este contenido a través de internet. "Ellos no solo comparten fotos, pueden saber dónde vivimos y seguirnos, por lo mismo las vendedoras de "packs" nos estamos agrupando, viendo cursos de defensa personal", agrega.
En tanto, la directora de la Fundación Datos Protegidos, Jessica Matus, indica que "estos son hechos muy recientes, hay que ver con las normas actuales qué tipos penales se pueden aplicar a estos casos, puede ser el delito de injurias, pero son los tribunales los que determinen de acuerdo a la prueba".