Tres días, cuatro encuentros y seis horas en total de reuniones con el Papa marcaron la inédita convocatoria al Vaticano de los obispos chilenos. Un hecho que fue seguido con atención no solo por los medios chilenos, sino también por la prensa internacional, que vio en los sucesos de esta semana un paralelo con lo acontecido en 2002, con Estados Unidos, y en 2009 y 2010, con Irlanda. Las reuniones culminaron con la difusión de una nueva carta entregada por el Papa a los prelados, en la que agradece la "disponibilidad que cada uno ha manifestado para adherir y colaborar en todos aquellos cambios y resoluciones que tendremos que implementar en el corto, mediano y largo plazo".
Hasta ahora, las resoluciones a las que se refiere el Pontífice son un misterio.
No ha habido, por ejemplo, un anuncio oficial sobre la eventual renuncia de alguno de los 31 obispos en funciones de la Conferencia Episcopal chilena o específicamente de los cuatro vinculados al sacerdote Fernando Karadima: Juan Barros, Horacio Valenzuela, Tomislav Koljatic y Andrés Arteaga. El obispo de Osorno, en todo caso, llegó al Vaticano en calidad de renunciado, aunque se desconoce si el Papa le aceptó o no esta vez la dimisión. Según dijo el propio Francisco en enero, al regresar de su viaje apostólico a Chile y Perú, el obispo Barros le había presentado desde 2015 en dos ocasiones su dimisión, pero él no se la había aceptado por no tener evidencias en su contra.
Los voceros de la Conferencia Episcopal, Fernando Ramos y Juan Ignacio González -quienes se veían animados tras el fin de las reuniones- tampoco confirmaron eventuales renuncias. Pero dejaron claro que vendrán cambios. "Es posible que el Papa tenga que tomar resoluciones en ese ámbito", dijo el obispo de San Bernardo en la mañana de este jueves, al ser consultado por eventuales salidas de prelados. Mientras, el obispo Ramos precisó que "las medidas las comunicará el Papa cuando lo estime conveniente". Agregó que "lo sucedido estos días es parte de un proceso, que no comienza ni termina en estos tres días, pero que sí va a producir una reforma muy profunda del espíritu de la Iglesia y de nuestra misión".
Fuentes cercanas a la Iglesia, sin embargo, adelantaron que después del diálogo mantenido durante estas jornadas, se espera una profunda renovación del Episcopado chileno. Un proceso en el que no se descartan varias ren uncias de parte de los actuales prelados para favorecer el cambio de la Iglesia chilena.
Según señaló el sacerdote español Jordi Bertomeu, quien colaboró junto al arzobispo Charles Scicluna en la elaboración del informe ordenado por el Papa sobre el caso Barros, "hay que esperar algunas medidas, algunas conclusiones importantes (...). Estamos haciendo historia". Y precisó que la Iglesia Católica de Chile "es una Iglesia en profunda crisis" y que lo sucedido estos días es "algo excepcional".
Durante las sesiones con el Papa Francisco, que en promedio se extendieron por una hora y media -salvo la primera, que solo duró poco más de 40 minutos-, los obispos dialogaron con el Pontífice sobre el contenido del documento de nueve páginas que les entregó.
El texto contenía parte de las conclusiones del informe Scicluna y se refería a los abusos sexuales, de poder y conciencia que se han producido en la Iglesia chilena.
Según el obispo Fernando Ramos, se trata de un documento "muy hermoso desde el punto de vista de la profundidad, de la perspectiva espiritual de la situación de la Iglesia en Chile, en que evidentemente se asumían las situaciones dolorosas de los abusos; eso en sí no es hermoso, pero sí la profundidad con la que él lo vio".
En ese proceso de diálogo todos los obispos intervinieron durante las tres últimas sesiones, en promedio cuatro minutos cada uno. "Todos le dijeron su opinión y lo que piensan sobre el documento", dijo el obispo González.
Uno de los últimos en hacer uso de la palabra fue el obispo Juan Barros, quien habló en la tarde, en la última de las cuatro sesiones. Pero se desconoce el tenor de su intervención, aunque González aseguró que el actual titular de la diócesis de Osorno, quien se alojó en la Casa Santa Marta, al interior del Vaticano, se encontraba muy bien de ánimo. Durante los encuentros, el obispo de San Bernardo reveló, además, que el Papa se mostró preocupado incluso por cómo hicieron los obispos para solventar el viaje a Roma.
Tras la última reunión, que culminó a las 18.40, una decena de obispos se trasladó al aeropuerto de Fiumicino para regresar a Chile. En unas imágenes transmitidas por la televisión vaticana se ve a los prelados despidiéndose y al Papa saludando con unas palmadas en un brazo a Barros.
En Roma se quedaron, entre otros, los voceros designados por el Episcopado, Fernando Ramos y Juan Ignacio González, quienes este viernes darán una conferencia de prensa. Ambos insistieron que están disponibles a las determinaciones que adopte el Papa.