Dos nuevas renuncias de obispos fueron aceptadas hoy por el Papa Francisco, en medio del cumplimiento de las medidas de "corto, mediano y largo plazo" que en abril pasado anunció en una carta a los miembros de la Conferencia Episcopal (Cech). En este escenario de crisis de la Iglesia chilena, el Pontífice ha cuestionado el manejo de casos y denuncias por abusos, y ha validado a quienes le entregaron su testimonio al arzobispo Charles Scicluna.
A las seis de la madrugada llegó el comunicado del Vaticano, donde se informaban los nombres del segundo grupo de obispos que dejan sus diócesis: el de Rancagua y expresidente del Consejo de Prevención de Abusos a Menores, Alejandro Goic, y el de Talca, Horacio Valenzuela, vinculado a Karadima. Ambos serán reemplazados por los obispos auxiliares de Santiago Fernando Ramos y Galo Fernández, en calidad de administradores apostólicos. Las dimisiones se suman ahora a los ya retirados Juan Barros (Osorno), Gonzalo Duarte (Valparaíso) y Cristián Caro (P. Montt).
Víctimas y denunciantes de distintas diócesis agradecieron el nuevo paso, pero también manifestaron dudas por la lentitud del proceso. Muchos esperan la salida de más obispos de la Conferencia Episcopal, compuesta por 32 prelados activos. Sin embargo, el Papa Francisco ha optado por aceptar de a poco las dimisiones. De hecho, solamente cinco en 43 días, desde que todos pusieron los cargos a su disposición, el 17 de mayo. ¿A qué se debe el cuentagotas?
El corresponsal de ABC España en el Vaticano, Juan Vicente Boo, dijo que "en circunstancias normales, la sustitución de un obispo es un proceso que lleva de uno a dos años, pues requiere consultar a muchas personas y verificar muchos detalles antes de encargar una responsabilidad tan delicada y de largo plazo".
En el caso de la designación de obispos en Chile, Boo es enfático: "Es mucho más difícil, por la contaminación de encubrimiento en la nunciatura, la cúpula de la Conferencia Episcopal y la Arquidiócesis de Santiago. Seleccionar obispos buenos, con vistas a una responsabilidad multifacética, tanto espiritual, administrativa y caritativa, para el resto de su vida, es muy complejo".
El sacerdote Eugenio de la Fuente, uno de los denunciantes de Karadima ante el propio Papa, añadió que "una restauración con estas características tiene que generar una circunstancia institucional donde se pueda ir reemplazando a quienes van saliendo. Si se hacen las cosas a la rápida, se saca a todo el mundo y no hay a quién poner; así se puede generar una situación mucho peor de la que empezó".
Según han manifestado fuentes de Iglesia, una de las dificultades que ha enfrentado el Pontífice en el nombramiento de nuevos titulares de las diócesis es la falta de candidatos, ya que varios -particularmente en Santiago- se habrían negado ante la opción o habrían mostrado su reticencia frente a lo que se pueda ir conociendo en el camino.
Otra razón responde a la importancia del currículo y la absoluta "limpieza de denuncias" que deben tener los postulantes. El abogado canonista de Voces Católicas, Alejandro Álvarez, indicó que "el Papa no tiene margen de error. Se ha ido tomando todo el tiempo necesario para responder y dar cuenta de las más apropiadas decisiones para que la Iglesia chilena pueda retomar su rumbo y lugar".
Agregó que "cometer un nuevo error en un nombramiento sería fatal para todo el proceso. Por eso, el Papa está analizando detenidamente cada paso que se da. Y también se puede haber encontrado con una escasez de personas consagradas dispuestas a asumir esta responsabilidad, que por cierto tiene riesgos".
La canonista y académica de la U. de los Andes Anastasía Assimakopulos señaló que "ser obispo es tener una serie de características que no son fáciles de encontrar, porque corresponde a un servicio especial a la Iglesia. Ello requiere la prudencia del Papa para buscar a las personas adecuadas en las circunstancias actuales, y también porque tiene un plan paulatino mirando la Iglesia de Chile".
Los salientes
Si bien se esperaba que la salida de Goic (78) se concretara por cumplimiento del límite de edad (75), Boo explicó que "la aceptación de esa renuncia, por desgracia, no es solo por edad, como todo el mundo sabe ahora". Sus últimos días a cargo de la diócesis de Rancagua se vieron empañados luego de que se hicieran públicas una serie de denuncias de conductas impropias y presuntos abusos cometidos por sacerdotes de distintas parroquias del sector, lo que obligó al prelado a suspender a 14 presbíteros y a renunciar a su cargo como presidente del Consejo de Prevención de Abusos.
Valenzuela, en tanto, era uno de los primeros candidatos para que el Papa aceptara su renuncia, al ser cuestionado por pertenecer al denominado "círculo de hierro" del expárroco de El Bosque Fernando Karadima, junto a los prelados Juan Barros, Tomislav Koljatic (Linares) y Andrés Arteaga (auxiliar de Santiago).
Ahora, el único prelado renunciado por edad, pero aún activo, es el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati.