Cerca de las 8 de la noche en Roma, el sacerdote español Jordi Bertomeu dejó la Casa del Clero, donde se alojan la mayoría de los 34 obispos chilenos que asisten a los encuentros con el Papa. Salió en silencio y algo incómodo respondió "no, no", ante las preguntas de La Tercera. Una tónica que marcó la primera jornada de reuniones del Episcopado chileno con el Pontífice. Una cita que, según un escueto comunicado del director de la sala de prensa del Vaticano, Greg Burke, comenzó este martes, a las 16 horas, en la auletta del Aula Paulo VI, al interior del Vaticano, a pasos de la residencia del Papa en la Casa Santa Marta. A ella seguirá este miércoles "un nuevo encuentro", que se llevará a cabo durante la tarde. La cita concluirá el jueves, con otras dos reuniones.
El primer encuentro, según comentó brevemente el obispo Jorge Concha Cayuqueo, se habría extendido por cerca de una hora, tras lo cual los obispos regresaron al lugar donde se encuentran alojados. De acuerdo con lo informado por el Vaticano, durante la cita el Papa "entregó a cada uno de los obispos un texto con los temas de meditación" y "desde ese momento y hasta la próxima reunión se abre un tiempo dedicado exclusivamente a meditar y orar". El texto contendría un resumen de lo que Francisco les dijo a los prelados durante la cita. Esta partió con un saludo "muy cálido" del Papa, según contó uno de los presentes, quien descartó que el Pontífice estuviera molesto. Luego, Francisco pronunció un mensaje calificado como "muy profundo" por un asistente.
Antes del inicio de la cita había mucha expectativa entre los obispos, quienes coincidían en señalar su interés por ir a escuchar al Papa, algo en que también habían insistido el lunes los obispos Fernando Ramos y Juan Ignacio González. "Vengo a escuchar. El Papa no es de decisiones rápidas, sin haber hecho un discernimiento propio de un hombre jesuita, así que estamos esperando eso", comentó el obispo Cristián Contreras, en la mañana, tras una breve reunión mantenida por todo el Episcopado en las horas previas de la primera cita. Una opinión compartida por el obispo de Rancagua, Alejando Goic, quien aseguró haber ido con "una profunda humildad a escuchar al Papa, porque estoy seguro de que lo que nos va a decir nos ayudará".
Sin embargo, el primer encuentro -que en el Episcopado chileno preveían que podría extenderse por cerca de dos horas- fue mucho más breve de lo esperado. La reunión, según detalles a los que tuvo acceso La Tercera, partió con una invocación al Espíritu Santo y a la Virgen María por parte del Papa. Luego, Francisco agradeció la presencia de los prelados y leyó una carta por cerca de 30 minutos y entregó copia de ese documento a cada uno de los 34 obispos.
Una vez distribuido el texto, les pidió iniciar un retiro espiritual para meditar sobre el contenido de la charla, que estaría referida a la realidad chilena y fundamentada en textos bíblicos.
El primer día de reuniones terminó sin ninguna otra acotación del Papa o algún otro de los asistentes.
Los prelados regresaron a la Casa del Clero pasadas las cinco de la tarde sin hacer declaraciones. Algunos en el mismo bus que los llevó a la reunión y otros caminando, pese a la lluvia intermitente que marcó la jornada en Roma. Pasadas las seis de la tarde, varios prelados se reunieron en una sala del primer piso de la residencia para comentar la reunión.
Algunos atribuyen la brevedad del primer encuentro a la intensa agenda que por estos días tiene el Papa, quien está recibiendo, además, esta semana a los miembros de la Conferencia Episcopal de Taiwán, que realizan la tradicional visita ad limina -las citas periódicas de las distintas conferencias episcopales del mundo-. Y, además, Francisco prepara el viaje que en un mes más hará a Ginebra.
Carta a Irlanda
El encuentro del Papa con los obispos chilenos sigue generando altas expectativas, no solo en Chile, sino en la prensa mundial. Algo que volvió a quedar en evidencia este martes, por la filtración de una carta enviada por el cardenal Francisco Javier Errázuriz a su círculo religioso y laico, en la que se defiende de lo que considera "difamaciones" de que ha sido objeto. La situación ha reforzado las comparaciones entre lo que está sucediendo por estos días con lo ocurrido en 2002 en Estados Unidos y en 2009 y 2010 en Irlanda. Algo que los propios prelados chilenos parecen, en parte, tener claro al asegurar durante la conferencia de prensa del lunes pasado que muchos están leyendo de nuevo la carta que el Papa Benedicto XVI envió a los católicos irlandeses en 2010.
En ese documento, de 12 páginas, Ratzinger entregó recomendaciones para corregir los problemas que, según él, llevaron a la crisis, como los "procedimientos para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio (y) la insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios".
Pero también lanzó duros dardos contra el Episcopado irlandés por la "preocupación de cuidar el buen nombre de la Iglesia para evitar escándalos" y la "tendencia de la sociedad a favorecer al clero y a otras figuras de autoridad". Hacia el final, incluso, se dirige directamente a los obispos, a los que acusa de haber fallado, "a veces gravemente, a la hora de aplicar las normas codificadas" sobre los delitos de abusos de niños y los llama a hacer "un examen de conciencia personal, de purificación interna", para restablecer el respeto del pueblo irlandés.