Que solo algunos puedan volver a clases presenciales me parece tremendamente segregador, generaría mucha frustración y una sensación de falta de oportunidades. O es para todos de forma equitativa o nadie vuelve al colegio, y si eso significa que los niños pierdan el año, me parece justo y es lo que debe pasar. Nada de lo que vivimos es ‘normal’ y no lo será más”.
Alejandra Araya
“Repetir el año, implicaría una especie de borrón y cuenta nueva que no se hace cargo de la realidad actual”
Para la Directora Ejecutiva de Acción Educar, Magdalena Vergara, pensar en perder el año sería “perjudicial para los niños y niñas” pues asegura que una educación remota no significa que el año escolar se perderá.
“Las circunstancias nos obligan a replantear las formas y adecuarnos a la situación que estamos viviendo. Es clave dar continuidad al proceso de aprendizaje de los niños, y eso implica que tenemos que adaptar los objetivos, contenidos y actividades para que se ajusten lo más posible a las distintas realidades de las familias y las condiciones del hogar”.
Vergara insiste en que no existe una sola solución, lo que exige flexibilidad y no cerrarse, por ejemplo, a la posibilidad de retornar gradualmente a clases presenciales en aquellos establecimientos donde se pueda resguardar la salud de las familias.
“Hay que tener presente las desigualdades y consecuencias que esto puede generar en los niños, en su salud mental, desarrollo educacional, sociabilidad, etc. El colegio no solo entrega mejores aprendizajes cognitivos, sino también otros aspectos que permiten la formación de la personalidad e identidad de los niños”, recalca.
“La educación escolar es una maratón y no una carrera de 100 metros”
Quien también cree que es fundamental la flexibilidad es el académico de la Facultad de Educación UDP, Gonzalo Muñoz, pues para él “la educación no debiera significar una presión ni un estrés adicional en momentos como los que estamos viviendo”.
“Independientemente de cuál sea la fecha del reingreso, es muy importante mirar el proceso educativo en perspectiva de mediano plazo y no solamente pensando en el tiempo de clases presenciales que no pudo desarrollarse este 2020. La educación escolar es una maratón y no una carrera de 100 metros, que los niños no vuelvan al colegio durante este año no implica que deba perderse el año escolar. Ya tendremos tiempo, una vez superada la crisis, para retomar aquello que por estas circunstancias dejamos de aprender”.
Muñoz también agrega que las autoridades “colaborarían muchísimo” si acceden a tomar pronto medidas que descompriman el quehacer del sistema educativo para centrarse el bienestar de los niños y jóvenes. “Por ejemplo, suspender el SIMCE y todas sus consecuencias, y promover a todos los estudiantes de curso este 2020, ayudaría mucho en esta dirección”, propone.
“Más que centrarse en aquello donde no hay certezas, como la vuelta a clases presenciales, lo lógico es poner la energía en lo que si sabemos: las comunidades educativas volverán a trabajar a distancia desde el lunes 27 de abril. Hoy lo prioritario es acompañar mejor a los estudiantes y sus familias en esta situación de confinamiento, con orientaciones y herramientas para el trabajo en casa".
“Es factible una aprobación automática del año escolar”
Para el investigador del Centro de Justicia Educacional de la UC, Ernesto Treviño, lo razonable es “implementar la aprobación automática este año”, incluso si se regresa a clases. Según Treviño esta medida es factible, pero al mismo tiempo es fundamental que se haga un plan especial de acompañamiento para los estudiantes y escuelas en el año 2021.
“En las condiciones actuales, y a pesar de la rápida reacción y esfuerzos del gobierno, existen amplias desigualdades de acceso a la educación y oportunidades de aprendizaje. Si los alumnos no vuelven a clases es indispensable perfeccionar la educación a distancia porque se debería mantener funcionando el apoyo educativo a los estudiantes, pero con un esquema más sólido que ofrezca acceso a internet financiado por el Estado, para los servicios educativos, y con apoyo de televisión abierta educativa”, propone el investigador UC.
“Aunque los aprendizajes sean los mínimos requeridos, no será un año perdido, hemos aprendido otras cosas”
La Directora de Pedagogía Media de la Facultad de Educación de la UDP, Ruth Arce, es clara en señalar que, a diferencia de los países europeos, en Chile recién estaba empezando el año cuando se suspendieron las clases y que existen muy pocas posibilidades de que las salas de clases puedan permitir el distanciamiento social requerido.
“Imagino que los cambios que se realicen van a requerir dos condiciones básicas: capacidad para gestionar cambios dentro y fuera del aula y un completo conocimiento de la realidad de los y las estudiantes en sus hogares". La académica explica que el Mineduc ya ha definido criterios para la vuelta, que incluyen un diagnóstico de lo aprendido en el período, una profundización de esto y una priorización de contenidos curriculares.
“Es probable que esta pandemia nos haga reflexionar sobre si nuestros estudiantes están aprendiendo lo que deben aprender y si es necesario hacer cambios curriculares profundos para vivir en el siglo XXI, contemplando una educación con desafíos más colaborativos y solidarios”, reflexiona la experta.