“Víctimas mantener en el destacamento a la espera del arribo personal de la Fiscalía”.
Esa fue la primera instrucción que recibió la PDI y Carabineros al momento de que el fiscal regional Sur, Héctor Barros, tomara la causa en que se indaga el secuestro del teniente (R) Ronald Ojeda, exmilitar venezolano, desertor del régimen de Nicolás Maduro.
La diligencia ordenada por el fiscal Barros, la madrugada del 21 de febrero -día del sofisticado secuestro- daba a las policías las primeras luces de que el caso no era uno más de los 18 delitos de este tipo que se han registrado durante este 2024.
Es que, habitualmente en este tipo de indagatorias, tener un contacto directo con la familia es clave, pues a través de esa vía es que los secuestradores buscan mantener un diálogo para obtener una recompensa.
Pero una de las peculiaridades del caso Ojeda es que ese contacto aún no ha existido, ni con la familia ni menos con el equipo investigador.
Este es uno de los elementos que hacen que este secuestro tenga otras características para fiscales y policías, por lo que las hipótesis en torno a la motivación del delito siguen siendo tres: una operación política de la inteligencia venezolana; un autosecuestro para impactar políticamente en las elecciones de ese país, o bien, un ajuste de cuentas vinculado al crimen organizado.
Como nada de eso está claro, ni en la Fiscalía ni menos en las autoridades de gobierno, es que el Ministerio Público decidió aumentar el resguardo de seguridad sobre Jetsy, la esposa del teniente (R) Ojeda, y su hijo de 6 años de edad.
Rondas de vigilancia
Tras declarar ante fiscales y detectives, la familia ingresó a la Unidad de Testigos y Víctimas de la Fiscalía Nacional.
A partir de entonces, la esposa del exmilitar -con quien se casó en Venezuela, antes de llegar a Chile- ha declarado ante los policías y fiscales sobre lo que recuerda de la noche del secuestro, como también sobre cómo fueron los días previos al ataque.
Pero no sólo ha estado entregando información que podría ser útil para la causa, sino que también sobre su estado de salud, a raíz del secuestro. Por lo mismo, la Fiscalía dispuso que la mujer estuviera en permanente contacto con sicólogos del Ministerio Público para aplacar el impacto del caso.
Lo mismo ocurre con su hijo de 6 años, con quien también se estableció un programa de apoyo especial por parte de especialistas en esta materia. Ambos familiares de Ojeda son considerados por el Ministerio Público como víctimas de un delito de alto impacto.
Fuentes del caso aseguran que en este tipo de causas, los familiares siempre son aislados, y así evitar que se transformen en potenciales víctimas de algún ataque o agresión grave. Dependiendo de la complejidad del caos, además, se disponen si son trasladados a un departamento distinto, pieza de un hotel, o bien una casa fuera de la ciudad donde se concretó el delito.
En concreto, en esta investigación, la familia de Ojeda ya fue trasladada desde su departamento en Independencia, hasta otro inmueble en las afueras de la capital. Allí cuenta con protección policial 24/7, además de turnos de Carabineros, a través de rondas periódicas.
También se dispuso una línea directa entre la familia, las policías y la Fiscalía, la cual opera como una especie de “botón de pánico”, en caso de que su seguridad fuera puesto en riesgo.
Hermano de Ojeda: “Estamos en el desespero”
Quien decidió entregar una versión familiar sobre el caso fue el hermano del exmilitar, Javier Ojeda, a través de una entrevista con el programa Factores de Poder, en YouTube.
En el espacio -en el cual el propio teniente (R) Ojeda habló en 2017-, el hermano del exuniformado señaló que “esperamos que nuestro hermano esté con vida, pero tenemos el derecho de saber si se encuentra con vida. Estamos en el desespero”, señaló.
Además, agradeció las gestiones que ha realizado el Ejecutivo para dar con el paradero de su hermano. “El gobierno chileno ha tramitado la situación de una manera muy muy rápida. Ha sido muy rápido en realizarlo, en cuestión de horas ya estaban realizando un operativo, no sé a qué nivel, pero por lo menos sentía que se estaba tratando el caso como tal”, indicó.
Ojeda también sostuvo que cuando vio las imágenes del secuestro “él se ve erguido, no se le ve intimidado, lo que da cuenta de una serenidad con inteligencia. No es una persona bloqueada, él allí donde iba sabía a qué se estaba enfrentando, y cómo manejar la situación, porque realizar otro acto era poner en riesgo la seguridad de su esposa y su hijo. Él quiso alejar a estas personas (secuestradores) del vínculo familiar”.
También detalló que “se nota que quienes los secuestran no son personas cualquiera, son personas entrenadas. Abrieron la puerta muy rápido, lo sacaron de la cama y se lo llevaron, lograron entrar muy rápidamente. Su esposa al levantarse vio de frente a uno de ellos y comenzó a gritar, la apuntaron y le dijeron que se callara la boca. Pudo haber sido peor, es por eso que, por lo que yo sé, él prefirió salir tranquilo y alejar todo del núcleo familiar”.