El 17 de noviembre de 2019 se registró el primer caso de Covid-19 en el mundo. Menos de cuatro meses después la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró oficialmente el virus como pandemia global, pues en ese corto periodo había acumulado 121 mil contagiados en todo el mundo, 4.373 fallecidos y 118 países afectados, incluido Chile.
Hoy el panorama es muy distinto. De acuerdo al último balance del Ministerio de Salud, durante las últimas 24 horas se registraron 18 contagios, con una positividad de 0,39% a nivel nacional, una realidad casi impensable pues durante estos más de tres años hubo momentos donde los casos eran más de 30 mil al día.
Al interior de hospitales y clínicas, la pandemia también se vivió con mucha intensidad, ya que solo se atendía a pacientes con Covid-19 y los equipos tuvieron que hacer turnos hasta de 24 horas para poder atender a las personas afectadas, la mayoría con cuadros severos. Uno de los momentos más críticos fue el invierno de 2020: el 24 de junio, 9.006 personas se encontraban hospitalizadas en alguna unidad debido al coronavirus, transformándose en la cifra más alta de toda la pandemia.
Hoy en los centros asistenciales casi no hay contagiados. De acuerdo al último balance, al día de ayer sólo ocho personas se encontraban hospitalizadas en unidades de cuidados intensivos (UCI), de las cuales 6 permanecían con apoyo de ventilación mecánica. Y con relación a la red integrada de salud, existe un total de 291 camas críticas disponibles para el paciente que lo requiera, independiente de la región donde se encuentre.
Otro dato: respecto a las residencias sanitarias, la red dispone de dos recintos de hospedaje con 38 camas totales, de las cuales 36 están disponibles para ser utilizadas.
La académica de la Facultad de Salud y Odontología de la Universidad Diego Portales, Dennisse Brito, sostiene que “el escenario actual responde al efecto de varias estrategias que se han utilizado desde el Ministerio de Salud y la OMS, y que se han llevado a cabo durante todo el periodo de la pandemia. Y creo que una de las más relevantes y que tiene efectos más claros en la salud de la población actual es la vacunación. Este proceso ha sido fundamental para que las personas puedan tener este reconocimiento inmunológico frente al virus y dar una respuesta mucho más efectiva”.
El jefe de la Unidad de Paciente Crítico de la Clínica Indisa, Sebastián Ugarte, coincide en que “la pandemia bajó su intensidad porque se agotan los susceptibles, y el virus al no encontrar población susceptible al contagio se deja de propagar. Lo que ocurre en nuestro país es que hay una cobertura de vacunación muy importante, lo que genera una inmunidad. Esto evita que el virus se encuentre susceptible para generar brotes o contagios”.
En ese sentido, a las 11:41 del 24 de diciembre de 2020 se inoculó a la primera persona en el país contra el Covid-19. Así comenzó una campaña de inmunización que ya ha administrado más de 62 millones de vacunas entre el esquema básico y de refuerzo. De hecho, según los registros de la cartera sanitaria, un 93% de la población tiene la primera dosis y el 57% de la vacuna bivalente, la cual entrega protección contra la variante original y ómicron.
Además, el pasado 9 de mayo el Minsal confirmó que después de más de tres años ”por primera vez no se registraron defunciones por Covid-19 en nuestro país”. Y esta es una realidad que se ha repetido, incluso la semana pasada solo se registraron seis muertes. Y después de tres días sin fallecidos, la última jornada se registraron tres.
En este contexto, y luego de 1.191 días desde que se declaró emergencia internacional por Covid-19, la OMS anunció el pasado 5 de mayo que este virus ya no califica como una amenaza para la salud pública global, poniendo así fin a una etapa importante de esta gran pandemia que provocó cuarentenas de regiones completas y alrededor de siete millones de fallecidos.
A pesar de la decisión de la Organización Mundial de la Salud, la alerta sanitaria aún está vigente en el país. Esto permite que las autoridades instauren restricciones como las cuarentenas y el uso obligatorio de mascarilla en ciertos lugares. Eso sí, la ministra de Salud, Ximena Aguilera, afirmó la semana pasada que ve “poco probable” que se extienda más allá de la fecha establecida: el 31 de agosto.
“Hemos visto que el virus pandémico SARS-CoV-2 (Covid-19) ha reducido mucho su circulación. Sin embargo, cuando comience el otoño europeo en el hemisferio norte puede haber un aumento de la circulación de ese virus, por lo tanto, estamos siempre atentos”, detalló la secretaria de Estado. “La idea es terminar la alerta sanitaria el 31 de agosto, sin embargo, por cierto que siempre estamos alertas a lo que pueda ocurrir”, cerró.
Las consecuencias de la pandemia
Ahora que los casos de Covid-19 no desbordan las salas de hospitales y clínicas, resurgió un problema que había quedado de lado, en el olvido: las otras patologías.
Diversos especialistas ya habían advertido que cuando la batalla contra el Covid diera tregua, las personas acudirían de golpe para atender sus dolencias, visibilizando la necesidad de asistencia médica que debió postergarse desde la llegada del SARS-CoV-2.
De acuerdo al último informe de la Ocde, en 2020 las consultas médicas que no estaban relacionadas al Covid-19 decrecieron un 32% en Chile, porcentaje que aumenta a un 67% en el caso de las atenciones pediátricas. Esto afectó especialmente a personas con enfermedades crónicas como la diabetes: desde abril de 2020 a septiembre de ese mismo año, las atenciones por esa enfermedad disminuyeron un 80%.
En ese contexto, el doctor Ugarte cuenta que “hoy vemos otro tipo de pacientes. Por ejemplo, pacientes cardiológicos que no llevaron un buen control con la pandemia. También hemos recibido varios pacientes con accidentes cerebrovasculares que tenían patologías crónicas que no se controlaron como debían. En resumen, hemos visto un agravamiento del paciente que llega. Antes una persona llegaba con dolor y se podía hacer un tratamiento, pero ahora es frecuente que lleguen personas con cuadros más avanzados”.