"Me sale más fácil pedirle plata a los narcos para remedios y para la fiesta de Navidad que a ustedes. Hasta luego". La frase no forma parte de un diálogo de la serie Narcos, de Netflix: la emitió una vecina de la población San Miguel del Piduco, en Talca, quien de esa manera le manifestó el sentir de una parte de los vecinos del sector ante uno de los asesores de un parlamentario de la Región del Maule.

La extrema sinceridad de la mujer no es solo un sentir local. Se puede encontrar en distintos puntos del país en los que el "narco" no siempre es odiado. Eso sí, explican los entendidos, al igual que las "transas" (transacciones) realizadas por los malos de las poblaciones, los vecinos también llegan a acuerdos. "No sé nada", "no vi nada", "no los conozco", afirman ante la policía o la justicia, a cambio de obtener pequeños momentos de felicidad al interior de las poblaciones.

En Santiago, por ejemplo, esta suerte de contratos sociales tiene larga data. En 2009 murió acribillado a pocos metros de la discotheque Costa Varúa uno de los delincuentes más buscados del sector Sur de Santiago: era rastreado por policías, la fiscalía y más de un contrincante en el delito. Sin embargo, en su población San Gregorio, era respetado y hasta venerado. Según recordaron policías que analizaron su caso y lo siguieron, René Dionisio Morales, alias "El lauchón", cerraba pasajes enteros con el fin de festejar a sus vecinos.

Regalos, bandas en vivo y dinero en efectivo para quien estuviera enfermo o sufriera algún apuro económico eran su manera de agradecer, a cambio de que todos fueran ciegos, sordos y mudos ante sus acciones delictuales. Tras su muerte, efectivos del OS-9 de Carabineros encontraron incluso un altar en su honor en una vivienda del sector.

Este tipo de narcotraficantes "agradecidos" se repite. El más reciente es "El Chicano", reconocido bandido de Puente Alto, quien incluso sube a Youtube las fiestas que ofrece a sus vecinos favoritos, en las que brinda diversión, comida y regalos para los más pequeños.

El fiscal adjunto de Puente Alto, Álex Cortés, explica que estas prácticas se producen "cuando existen líderes fuertes dentro de las poblaciones, que incurren en gastos relacionados con regalos, eventos artísticos y fiestas, lo que trae como consecuencia una 'fidelización' de la población. Así, el traficante evita ser denunciado por la gente que vive cerca del núcleo donde se realizan los delitos".

Distintos investigadores y policías cuentan que en más de una oportunidad han concurrido a detener a miembros de bandas criminales dedicadas al narcotráfico, pero los mismos vecinos les ruegan que no se los lleven, porque los consideran "buenas personas" que los "ayudan".

Ahora bien, los persecutores hacen un par de precisiones. No en todos los casos se dan estas conductas, pues cuando hay bandas de narcotraficantes que ponen en peligro a la población con sus constantes riñas con bandas rivales, son los mismos vecinos o informantes clandestinos los que los denuncian a las policías.

No solo fiestas y obsequios ofrecen los narcos. La Navidad también es una instancia para "fidelizar" a los vecinos en las poblaciones, además de ayuda para los arreglos domésticos o el pago de cuentas de servicios básicos.

Según el persecutor jefe de la Fiscalía de Focos de la Fiscalía Sur, Patricio Rosas, "hemos encontrado fenómenos criminales como el pago de arriendos, el financiamiento de servicios básicos, como el agua y la electricidad, e incluso reparaciones de redes de alcantarillado".

El fiscal agregó que aunque se han detectado casos de ayuda financiera a las familias que experimentan más complicaciones, lo que más se repite son las fiestas.

"Son eventos en los que se cierran calles, con tarimas y pistas de baile y participan DJ y bandas de música. Esto se repite aún más en fin de año, aprovechando la sensibilidad social en Navidad, a través de la entrega de regalos. Así se legitiman en la población para tratar de fortalecer los vínculos", explicó.

En tanto, el director de la Fundación San José de Maipo, Marcelo Sánchez, sostuvo que el narcotráfico "se nutre de la falta de oportunidades. Donde existe exclusión social, ellos aparecen como la mano que entrega oportunidades económicas, en contextos donde el trabajo estable no es una realidad. Intervenir con dispositivos sociales, laborales y productivos permite crear factores protectores y favorecer la cohesión social, que pone una barrera al actuar del narco en la medida que la comunidad rechaza y evita normalizar o legitimar su acción".