Presencialidad escolar sigue cayendo y en junio llegó a un 68%: expertos definen cifra como una “catástrofe educacional”
El cuarto reporte de Monitoreo Escolar de la PUC y U. de Chile establece que si bien el índice de asistencia es superior al del año pasado, las cifras están por debajo del 77% registrado en abril. Salud, clima de invierno y problemas familiares son las principales causas de la inasistencia.
A sólo tres días del comienzo del segundo semestre escolar, los balances de un tercer periodo académico en pandemia no resultan muy alentadores. Y es que si bien el gobierno ha aplicado medidas para combatir los efectos de un virus que no da tregua, como fue el adelanto y extensión de las vacaciones de invierno, la presencialidad en las aulas llegó a menos un 70% en el mes de junio.
Así lo concluye el cuarto reporte de Monitoreo Escolar en Pandemia, realizado por investigadores de la Escuela de Gobierno y el Instituto de Sociología UC, junto al Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, en colaboración con el Centro de Estudios del Ministerio de Educación.
Los resultados señalan que la asistencia promedio de los estudiantes se mantuvo con una “tendencia a la baja”. Esto debido a que en junio, un 68% de los estudiantes fueron a clases, mientras que en abril y mayo la cifra fue de 77% y 72%, respectivamente.
Frente a los números, el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, sostuvo que “es justamente por eso que hemos desarrollado la Política de Reactivación Educativa Integral “Seamos Comunidad”, cuya tercera línea está centrada en la recuperación de las trayectorias educativas (...) Nuestro deber y compromiso es reincorporar a aquellos estudiantes que hoy, por diversos motivos, están faltando a clases. Entendemos que la educación escolar es insustituible”.
Susana Claro, académica de la Escuela de Gobierno de la UC, sostiene que la asistencia escolar ha disminuido en proporción, puesto que “ahora está en menos de un 70%, siendo que en un año normal está en 90%. Es realmente preocupante, porque en un año normal el rendimiento y la asistencia van juntos”.
Entre las principales razones de las inasistencias, Claro explica que el estudio arrojó que gran parte de los directores reportaron que los estudiantes han faltado a clases por temas de salud, pero también hay otro grupo de escolares que no está yendo, a pesar de que podría hacerlo.
“Es alarmante, porque la asistencia es muy predictora del desarrollo integral de los estudiantes que se están formando. Les preguntamos a los directores qué porcentaje de inasistencia ellos consideraban inquietante y ellos declaran un 20%; mientras que la literatura menciona que un 10% ya es crítico, puesto que pone a los estudiantes en una situación vulnerable para el aprendizaje, aumenta la probabilidad de deserción escolar y disminuye la posibilidad de que puedan aprender lo mismo que el resto”, manifestó la experta.
Pedro Díaz, presidente de la Federación Nacional de Institutos de Educación Particular (Fide), concuerda con las repercusiones que ha provocado la falta de presencialidad en las instituciones educativas. Es más, comunica que existe un daño no solo a nivel académico en cuanto a cobertura curricular, sino que también del punto de vista socioemocional: “Pese a las complicaciones, nosotros como colegios particulares que representa la Fide siempre hemos apoyado, estamos promoviendo y presionando a nuestros directores para que se vuelva sin complejo, sin condiciones a la presencialidad. Eso sí, cuidando todo lo que signifique el minimizar los riesgos que esto significa”.
Desafíos para el segundo semestre
A pesar de que las cifras de asistencia a clases han mejorado en comparación al mismo semestre de 2021, donde en julio solo se promediaba un 16%, para Juan Pablo Valenzuela, investigador del CIAE de la Universidad de Chile, la pérdida de aprendizaje que han tenido los niños, niñas y jóvenes tiene un “costo grave”. No solo por la inasistencia, sino también por la variable de no presencialidad que se tuvo en pandemia.
“Dentro de la experiencia comparada, a partir de 33 estudios de países desarrollados y también de América Latina, se resolvió que, en promedio, por cada semana de no presencialidad se pierde un 1,5% de una desviación estándar de aprendizaje (...) Con una pérdida de presencialidad de 25 semanas, los niños pierden alrededor de un año del aprendizaje (...) La pérdida de conocimientos se incrementó, tanto así que un niño de 10 años no puede leer un texto sencillo de pocas líneas. Estamos viviendo una catástrofe educacional. Esa es la realidad”, explicó Valenzuela.
El estudio también arrojó que la ausencia de docentes y los problemas de convivencia o violencia entre estudiantes se mantienen como los principales desafíos, según señalaron directores y directoras (36% y 35%, respectivamente). Mientras la ausencia de los docentes y/o equipos es más relevante en los establecimientos municipales, según un 41%, y la violencia entre estudiantes fue más destacada en los colegios particulares subvencionados (40%).
Desde la cartera ministerial de Educación se anunció que dentro de las próximas semanas se entregarán las líneas y medidas para impulsar una mayor presencialidad en las aulas de clase, tales como alertas tempranas personalizadas para que “los establecimientos puedan tomar medidas proactivas para evitar inasistencia grave y, lo que es peor, la deserción”, esbozó el ministro Ávila.
No obstante, Valenzuela hace hincapié en que si bien se agradecen las medidas que se han preparado hasta el momento, la urgencia debe estar en entregar una “gran campaña de acompañamiento a las familias, profesores, directores y alumnos. Esto, para que se den cuenta de que faltar uno, dos, tres días a clases sí tiene repercusiones graves. Es verdad que todos tenemos que cuidarnos, sí, pero debemos estar presentes para el desarrollo de nuestros hijos también”.
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