Para Carolina Quiñones, los últimos cinco meses han sido los más agotadores de su carrera. Ella es profesora del Colegio Brother’s School, de La Florida, y cuenta que la virtualización de la enseñanza, con sus cambios y precariedades, ha sido demoledor.

“Tengo que pasar demasiadas horas seguidas frente a una pantalla, ya sea planificando, realizando clases, asistiendo al Consejo de Profesores, teniendo reuniones extraprogramáticas y respondiendo correos y mensajes de apoderados”, relata.

Y ese trabajo no acaba cuando termina su horario laboral, porque luego tiene que atender llamadas de apoderados desde las 19 horas o los fines de semana, cuando “me preguntan acerca de las actividades o sobre cómo será la promoción al próximo año”, dice.

En mayor o menor medida, esa ha sido la realidad de los 248 mil profesores que tiene el país, que hoy sufren un agotamiento dramático. Así quedó reflejado en una encuesta realizada por la Fundación Chile, a través de su consultora Circular HR, que midió el nivel de fatiga y compromiso (engagement) en 2.657 docentes, tras cinco meses de trabajo virtual.

El resultado es alarmante: el 57% de los profesores tiene un desgaste extremo, con una sensación de fatiga crónica, y otro 20% está en peligro de caer en lo mismo. El cansancio es mucho mayor que en otros sectores laborales, donde el agotamiento total alcanza al 28% de los trabajadores. Si se extrapola este sondeo a la realidad nacional, se concluye que el desgaste extremo afecta a 141 mil docentes.

El estudio muestra que, a esta altura del año, solo el 6% de los maestros siente total compromiso y pasión por su labor. Además, la mayoría de los profesores dice que su colegio no le ha entregado herramientas para desarrollar la educación a distancia, aunque el 65% cree que sí tiene las competencias para hacerlo.

Hernán Araneda, gerente de Desarrollo Humano de la Fundación Chile, explica que el agotamiento de los docentes se debe al radical cambio de su rubro. “Los médicos hoy tienen más pega, pero es un trabajo que ya conocen. Para los docentes, todo cambió rápido y hoy tienen una metodología híbrida, donde todo vale: pueden enseñar por correo, por teléfono o por Zoom, dependiendo de las condiciones del alumno”, explica.

Así, la docencia se transformó en otra profesión de “primera línea”, pero sin condiciones óptimas, por lo que Araneda recomienda entregarles más recursos de apoyo, “que les permitan tener más control sobre el trabajo de sus estudiantes” y así no se desmotiven.

Una ayuda para ello, detalla, fue la suspensión de la Evaluación Docente. Pero también sirve el asumir que este año no se impartirán ni el 80% ni el 50% de los aprendizajes, sino que solo se enseñará un tercio y se privilegiará la salud y el apoyo socioemocional. “Este año, importa menos cuánto se aprende y más la salud. Hay que bajar las expectativas”, plantea.

Malas condiciones

El estudio muestra que solo el 25% de los profesores ve que sus pupilos tienen las condiciones necesarias para estudiar en casa, y si bien la mayoría dice que ellos cumplen con sus tareas, una parte importante cree que no tienen el apoyo de un adulto en la casa.

La profesora Quiñones confirma esta inquietud. “No todos los escolares poseen los mismos recursos, esto lo digo por experiencia propia, ya que trabajo en un colegio municipal. Y en el caso de los cursos más pequeños, se han tenido que cambiar reiteradamente las metodologías para captar su motivación y atención en las clases”, relata.

Raimundo Larraín, jefe de Educación General del Mineduc, dice que hay especial énfasis en el cuidado del bienestar de los docentes, por lo que “pusimos a su disposición una bitácora, que están utilizando activamente más de 30 mil profesores del país, y que aborda cuatro claves para desarrollar el bienestar de forma autónoma”.

Y agrega que “asimismo, más de 100 mil docentes han participado de seminarios que profundizan en estrategias para sobrellevar estos momentos, con buenas prácticas y evidencia. Para nosotros, es fundamental que las comunidades aborden el bienestar de sus docentes con toda la flexibilidad y autonomía que se ha dispuesto para el sistema escolar en pandemia”.

Regreso a clases

El problema del agotamiento se mezcla con el temor al coronavirus, que es incluso mayor al miedo a perder los aprendizajes del año. Así lo releva otra encuesta, realizada por Ipsos y Educación 2020, que midió la percepción de 5.660 docentes, apoderados, escolares y directivos sobre un eventual retorno a clases.

La medición muestra que el 85% de los apoderados prefiere mantener la educación remota el resto del año, independiente de los contagios, y que el 81% dice que no enviaría a sus hijos a clases hasta que haya una vacuna. En la vereda opuesta, el 16% sí quiere clases lo antes posible.

Entre los escolares, la visión es más optimista: el 54% está en desacuerdo con que se pierda el año escolar. Además, un 25% dice que ha aprendido mucho o bastante en la casa. Por el contrario, el 20% dice que no ha aprendido nada.