Hoy será un día clave para la educación superior, pues arranca la rendición de la Prueba de Transición (PDT), que pone fin a 17 años de PSU y que marca el inicio de un nuevo sistema de acceso, pero cuya implementación ocurre tras el año de pandemia, que golpeó a miles de estudiantes.

Todo ello eleva la expectación sobre cómo funcionará el sistema. ¿Aumentarán las brechas socioeconómicas con esta crisis? Es difícil saberlo, pero el perfil de los inscritos para dar la PDT ya entrega algunas luces.

Este año hay 268 mil convocados, que la rendirán en dos grupos: hoy y mañana, y jueves-viernes. Se trata de la cifra más baja desde 2009 y 9,6% menos que en la última PSU. Esto se atribuye a la pandemia, la que no golpeó a todos por igual: mientras los inscritos provenientes de colegios particulares pagados cayeron un 4,2%, en los particulares subvencionados bajaron a un 8,6% y en los municipales se redujeron en un 15,8%. Si se agrupa a estos últimos con los jóvenes de Servicios Locales de Educación, la caída llega al 13% (ver infografía).

Según cifras del Ministerio de Educación, que desde este año está a cargo del proceso de acceso, la brecha también existe entre las ramas educacionales: los postulantes de colegios científico-humanistas cayeron un 7,5%, pero los de liceos técnico-profesionales se redujeron en un 15,4%.

El subsecretario de Educación Superior, Juan Eduardo Vargas, dice que la baja está relacionada a la pandemia y al sabotaje de la última PSU, pues este año ya hubo una caída en la matrícula, donde los más perjudicados “fueron los estudiantes de colegios públicos y particulares subvencionados, ya que en los colegios particulares pagados no hubo mayor variación. Estamos hablando de más de tres mil jóvenes que no ingresaron inmediatamente a la educación superior”.

¿Se replicarán esas brechas en los resultados de la PDT, que se conocerán el 11 de febrero? Alejandra Arratia, directora ejecutiva de Educación 2020, plantea que la brecha que se observa en el perfil de los inscritos refuerza lo que ya se sabe: que la pandemia golpeó más fuerte a los sectores más pobres. “Es superprevisible que se vea un impacto fuerte en los resultados, es posible esperarlo, o al menos plantearlo como hipótesis”, dice.

Es más, cree que los resultados de la PDT podrían reflejar un retroceso en lo que se había hecho por cerrar las brechas. “Chile tenía este desafío desde mucho antes de la pandemia y lo que las escuelas han avanzado en neutralizar la inequidad de origen, dando oportunidades más equitativas, se ha perdido este año”, explica.

“Al ver los tipos de establecimiento que abrieron y pudieron brindar apoyo a sus estudiantes, se ve una diferencia por nivel socioeconómico a favor de grupos más altos”, agrega la experta, quien participa en el consejo asesor del Mineduc para abrir las escuelas.

Andrés Bernasconi, académico de la U. Católica y experto en educación superior, también cree que es probable que aumenten las brechas. “A pesar de que la PDT busca acortarlas, incluyendo menos contenidos de 4° medio, puede que ese objetivo fracase por el efecto de la pandemia, que ha sido más disruptiva en liceos públicos y en la educación técnico-profesional”, advierte.

La directora del Demre de la U. de Chile, Leonor Varas, dice que los datos muestran que la crisis afectó más a unos que a otros; de hecho, cuenta que cayeron fuertemente los inscritos de liceos de adultos, donde los jóvenes muchas veces deben priorizar el trabajo.

“La pandemia no afectó a todos por igual y probablemente lo veremos. Pero quizás no se aprecie porque los cambios que hicimos en las pruebas iban a reducir las brechas por la eliminación de contenidos. Entonces, quizás las brechas aumenten por un lado, disminuyan por otro y se neutralicen”, dice.

Por su parte, el subsecretario Vargas recuerda que el ingreso a la educación superior también contempla a centros de formación técnica e institutos profesionales, que poseen su propio mecanismo de acceso, sin PDT, y que agrupa al 55% de los jóvenes de primer año.

Siete inhabilitados

El cambio en el perfil de los inscritos hizo mover la balanza, esta vez, a favor de las mujeres, que aumentaron su representación y hoy equivalen al 55% de los postulantes. Y también aumentaron postulantes extranjeros, que suman 6.351.

De ellos, los venezolanos se consolidaron como la principal nacionalidad extranjera, seguida de peruanos, colombianos, haitianos y bolivianos. En el proceso de admisión anterior, los haitianos eran el grupo foráneo mayoritario.

Los datos muestran que se inscribieron 746 personas mayores de 50 años, 39 de ellos mayores de 65 años, aunque no se observa una caída que pudiera atribuirse al temor de ese sector a contagiarse. Por otra parte, sí hubo un alza entre las personas en situación de discapacidad que darán el test, que aumentaron de 1.500 a 2.300 en esta versión.

Aquellas personas que aparezcan como enfermas de coronavirus en el registro del Ministerio de Salud, no podrán dar la prueba. Para ellas, se fijará una nueva fecha, que sería en la última semana de enero, para asegurar los 14 días de cuarentena. Al 28 de diciembre, ya había siete postulantes inhabilitados por estar contagiados, los que irían en aumento hasta el 8 de enero, cuando se dé el último test.