En 2015, Leopoldo López, político venezolano, opositor al régimen de Nicolás Maduro, envió una carta al New York Times denunciando las precarias condiciones bajo las cuales estaba preso en la cárcel Ramo Verde.
“Ahora estoy recluido en régimen de aislamiento en una celda de 7 por 10 pies que no tiene más que una cama individual, un inodoro y un pequeño estante para mis pocas mudas de ropa. No se me permiten materiales para escribir y el único libro permitido es la Biblia. Ni siquiera tengo luz o vela para cuando oscurece afuera”, escribió el exalcalde de Chacao y quien fuera precandidato presidencial en ese país. El gobierno venezolano negó que la cárcel tuviera dichas condiciones.
López, quien fue acusado por varios delitos como conspiración, incendio intencional, incitación a la violencia, entre otros, fue condenado en 2017. Dos años después, una vez en libertad, se refugió en la Embajada de España en Caracas y un año más tarde escapó de Venezuela, viajando a Madrid.
Es en esa misma cárcel, oficialmente nombrada como Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde, donde estuvo recluido Ronald Ojeda, el exmilitar venezolano quien esta semana fue secuestrado en nuestro país, específicamente en la comuna de Independencia, por cuatro desconocidos.
Y es que dicho recinto penitenciario, ubicado en la ciudad de Los Teques, a 29 kilómetros de Caracas, está orientada a recibir a presos militares y civiles con implicancias políticas. Es ahí donde han permanecido recluidos el exalcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma; el exalcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos, y varios exgenerales en retiro.
Según reportes de prensa, cuenta con dos anexos, el A y el B, uno para opositores políticos y otro para exmilitares. También, denuncian quienes han pasado por ese centro, posee pequeñas celdas y cuenta con un espacio de castigos llamada “El Tigrito”.
El lugar ha sido denunciado varias veces por abusos en su interior y por las condiciones “inhumanas” bajo las cuales están sus reclusos. En un artículo publicado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en febrero de este año, se indica que el dirigente opositor Carlos Graffe, quien participó en el Movimiento Estudiantil Venezolano en 2007, estuvo preso “en un régimen de aislamiento, en condiciones inhumanas y sin poder ser visitado por sus familiares. A pesar de su estado de salud, derivada de una cirugía renal previa, no recibió atención médica”. Graffe fue detenido en 2017 por “agentes estatales sin orden judicial y sin estar en situación de flagrancia. Fue acusado de “terrorista” por instigar a la rebelión.
No es el único. Según el medio Infobae, el exteniente del Ejército venezolano Eliézer Daniel Vásquez Guillen relató a la Organización de las Naciones Unidas una serie de torturas bajo las cuales estuvo. “En ese lugar fui víctima de tratos crueles, infrahumanos y degradantes”, dijo Vásquez a la delegación que envió en 2019 la por ese entonces Alta Comisionada de los Derechos Humanos, Michel Bachelet.
La fuga de Ojeda de Ramo Verde
Ojeda, el exmilitar secuestrado en Chile esta semana, fue detenido en marzo de 2017 junto a otros uniformados. Se les acusó de conspirar contra el gobierno de Maduro en un plan que buscaría su muerte. Los llevaron hasta Ramo Verde.
Sin embargo, el 1 de diciembre nueve exmilitares, entre ellos Ojeda, lograron fugarse de la cárcel en una acción que terminó con un muerto y un herido. En una entrevista dada en clandestinidad Ojeda relató parte de la fuga, que fue planeada durante un mes. “Mis compañeros y yo decidimos irnos, decidimos fugarnos de la cárcel debido al atropello y las injusticias que sufríamos allí. Allí tomamos por captura y rehenes a los custodios de la cárcel y logramos escaparnos. Vamos ahorita en ruta hacia donde… nos vamos a mantener escondidos por un tiempo”.
“Nosotros sometimos a los custodios, mas no les disparamos. La policía nacional sí abrió fuego contra nosotros, pero nosotros no herimos a ningún funcionario de Ramo Verde ni a ningún policía”, agregó en su relato al programa “Factores de Poder” ese año.
El exteniente Ojeda habría llegado a Chile en 2018 y contaba con la calidad de refugiado en Chile desde 2023. Hasta la tarde de este viernes, su paradero era desconocido.