La violencia en la educación está desafiando a los directores de colegios, porque pese a ser un fenómeno ajeno a la labor educativa, también llega a los estudiantes. De hecho, dos de cada tres escolares de 8° básico creen que la violencia es legítima para lograr lo que quiere, según un estudio de la Agencia de Calidad de la Educación.
¿Cómo entender y abordar la violencia? Los colegios cuentan con manuales de convivencia, pero también están usando otros métodos. Ese es el caso del Instituto Nacional, donde esta semana, incluso, ocurrió un operativo policial para detener una eventual amenaza de tiroteo de un alumno.
Para salir de la ola de violencia, el liceo realizó talleres de educación emocional, que estuvieron a cargo de la Fundación Liderazgo Chile, cuyo presidente, Arnaldo Canales, explica que están haciendo esa labor en varios colegios de Santiago, como en el Liceo Barros Borgoño, el Inba, el Liceo Darío Salas y el Insuco, donde capacitan a los profesores e inspectores y realizan programas de sensibilización, para que los escolares identifiquen las emociones que, al no ser racionalizadas, derivan en violencia.
Pero una de las estrategias más novedosas fue la introducción del rap y el freestyle como herramientas para que los escolares expresen sus emociones. "Para eso, estamos trabajando con Stigma y Teorema, raperos que tienen un millón de seguidores en redes sociales y que son referentes para los jóvenes", dice Canales.
Y el próximo año, estos liceos aplicarán una estrategia de "neurociencia social", que mezcla la neurociencia y la sociología. Por ejemplo, en el Instituto Nacional se encuestará al 10% de la comunidad escolar para identificar las variables que detonan la violencia.
El trabajo será monitoreado por un experto en la materia de la Clínica Alemana, quien también trabaja la neurociencia en recintos carcelarios.
Otra organización que ha sido requerida por los colegios para abordar la violencia es la Fundación Efecto Mariposa. Su presidenta, Daniela Henríquez, explica que cuando llegan a un establecimiento, hacen una evaluación para ubicarlo en una escala de violencia: el Instituto Nacional estaría en la "zona roja".
"Si un colegio está en la zona amarilla, quiere decir que hay niveles de violencia que incluyen a apoderados y profesores. En esos casos, trabajamos en las horas de orientación y hacemos talleres de regulación de emociones", dice Henríquez.
Y si están en "zona roja", exigen que los apoderados participen de los talleres y que el colegio aplique un cambio cultural. La fundación trabaja con colegios privados, pero también con instituciones de educación superior, como el Duoc UC.
Violencia universitaria
Pero no solo los colegios están preocupados, porque en la educación superior también han ocurrido hechos de violencia lamentables, como la golpiza que recibió el hijo de la diputada Cristina Girardi (PPD) en la Universidad de Chile.
En ese caso, el plantel creó una comisión para proponer medidas de seguridad inmediatas, la que el lunes entregará propuestas contra la violencia.
Y otras casas de estudio también cuentan con programas preventivos. Ese es el caso de la Universidad Bernardo O'Higgins, que esta semana lanzó un programa de seguridad para la comunidad, que sistematiza acciones aisladas que estaban realizando sobre salud mental, salud física y acompañamiento académico.
El vicerrector académico del plantel, Jorge Arias, explica que con el plan buscan "atacar los factores de riesgo" de los hechos violentos y de eventuales ideaciones suicidas. "Hay que convocar a los alumnos, cooperar en no invisibilizar estos problemas y haciéndose cargo de ellos", agrega.