El Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, fue elegido en abril para suceder a Raúl Castro como secretario general del Partido Comunista de Cuba (PCC), marcando el fin de seis décadas de gobierno de los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Pese a que Díaz-Canel se convirtió ese día en el máximo jefe del PCC y del gobierno en la isla, en su mensaje al Congreso dejó claro que “las decisiones estratégicas serán consultadas con el general del ejército Raúl Castro Ruz”, asegurando que el menor de los Castro “continuará presente porque es un referente para cualquier comunista y revolucionario”.
Estas declaraciones parecen estar más vigentes que nunca. Casi irreconocible con mascarilla y anteojos de sol, el expresidente, de 90 años, participó el sábado en un acto de “reafirmación revolucionaria” de los líderes cubanos en La Habana, seis días después de las históricas protestas contra el gobierno de Díaz-Canel, abandonando su retiro ante la grave situación económica y social que enfrenta el país.
Una semana antes, Castro había asistido a una reunión del máximo órgano del PCC para analizar la situación del país inmediatamente después de las masivas manifestaciones que sacudieron a la isla ese mismo domingo.
El encuentro, donde según el sitio oficialista CubaDebate se analizaron las “provocaciones orquestadas por elementos contrarrevolucionarios, organizados y financiados desde Estados Unidos con propósitos desestabilizadores”, fue encabezado por Díaz-Canel.
Sin embargo, el gran protagonista fue Castro, lo que evidencia la preocupación del régimen respecto a la situación del país y el manejo del actual Mandatario, además de la necesidad de fortalecer su liderazgo. “Se ha tenido que echar mano de la mística castrista -para alegrar a unos y atemorizar a otros- y así demostrar que, pese al cambio de apellidos, todo está ‘atado y bien atado’”, decía el diario español La Vanguardia.
Así, la reaparición del hermano menor de Fidel buscaba mostrar que el general del ejército, exmandatario y exlíder del PCC volvía a la primera línea de mando del régimen. “Raúl aguantó lo que pudo. La versión de que había huido a Venezuela lo enojó enormemente, siempre se preció de ser un hombre fuerte y no cobarde, hombre de primera línea de combate. Dejó que Miguel Díaz-Canel diera la cara pública, pero las manifestaciones no paran, los ánimos por los desaparecidos calan en la sensibilidad de las madres y sus palabras a la alta dirección política civil del país se hacen necesarias. Desde ahora, sus consejos se convierten en órdenes públicas e incumplirlas o hacerlas mal implican consecuencias”, señalaron fuentes cercanas al régimen al diario argentino La Nación.
De hecho, el actuar del Mandatario cubano esta última semana ha hecho que muchos expertos comparen la “falta de carisma y visibilidad” de Díaz-Canel con la “solidez y veteranía demostradas en el pasado por Fidel Castro”, como consigna La Razón.
Según comentó el escritor y profesor cubano Pío Serrano al mismo diario, Fidel logró contrarrestar el “maleconazo” -una serie de manifestaciones contra el gobierno ocurridas en Cuba en 1994- gracias a “su poderosa impronta y un adiestrado cuerpo represor”.
Actualmente, según Serrano, “no hay figura alguna con el peso histórico y la representación de los hermanos Castro. Me temo que hoy, el miedo ha cruzado la acera y quienes ostentan el poder comienzan a sentir el escozor de un temor que los Castro no conocieron y que, en su pánico, serán capaces de desatar una sangrienta represión”.