En un año complejo para la Iglesia Católica de Chile, este fin de semana, de todas formas, en el Santuario de Lo Vásquez, Región de Valparaíso, esperan más de un millón de peregrinos para un nuevo 8 de diciembre, en la celebración de la Inmaculada Concepción.
El sacerdote Andrés Valenzuela, rector del santuario y del Seminario Mayor San Rafael, en Casablanca, aseguró no temer que el descontento de la gente con la jerarquía eclesiástica se note en la asistencia. Cree que son cosas diferentes.
¿Cuál es su expectativa?
Disponer todo y prepararnos para recibir a los miles de peregrinos. Respecto de la situación de la Iglesia, nos ha afectado, ha desilusionado, pero la gente frente a los santuarios o la Virgen María trasciende más allá de los problemas que podamos tener como Iglesia, como institución (…) Los fieles han manifestado que son situaciones puntuales, que a lo mejor no se han sabido llevar, pero pienso que hay que buscar la verdad objetiva que nos permita sanar.
Independientemente de lo que pase con la jerarquía de la Iglesia, ¿esto demuestra la fe popular?
Sí, el pueblo fiel es muy sabio. Frente a eso comprenden muy bien las situaciones dolorosas, también soy crítico respecto de ellas, pero se acerca a lo sagrado, como siempre.
Este seminario también ha sido cuestionado, a propósito de algunas situaciones denunciadas. ¿Existe temor porque lleguen menos fieles?
No, la verdad, no tengo temor de que disminuya la gente. Lo he visto cada fin de semana, es un lugar neutro, donde la gente llega a rezar, descansar, a tener silencio.
Y sobre las denuncias...
Nos causan tristeza. Mucha gente que pasó por este seminario me ha manifestado que es triste todo esto, porque 'no es lo que yo viví', dicen. En mis tiempos de formación también fue muy distinto y esas situaciones no las viví. Si fue así, y si buscan la verdad objetiva, que se busque también sanar a aquellas personas. No tengo temor de que esto influya en la gente ni en que ocurran manifestaciones. Y las hay, el obispo ha manifestado que siempre está el diálogo.
Usted fue ordenado por el obispo emérito Gonzalo Duarte, quien ha sido apuntado por encubrimiento de abusos. ¿Cómo toma esa situación?
Nunca vi en él algún gesto de abuso, ni tampoco algún otro gesto equívoco. Para mí siempre fue un trato franco, fraternal, de un padre obispo hacia su hijo sacerdote. Mi experiencia fue diferente a las situaciones que dicen de encubrimiento.
¿Se analizan estos temas con los actuales seminaristas?
Lo hemos evaluado y trabajado con los muchachos. Sobre todo, porque entraron al seminario en un escenario eclesial y con motivaciones al sacerdocio distintas, donde eso en poco tiempo ha cambiado. Ha cambiado también la forma en que el pueblo fiel necesita a sus sacerdotes. Tienen que redescubrir esas motivaciones.
¿Qué necesita hoy la gente?
Sacerdotes cercanos, entregados, con espíritu de sacrificio, que amen su vocación y a Dios. Las otras situaciones pueden provocarnos el ir perdiendo el norte en una vocación de servicio. No podemos seguir como estamos, tenemos que trabajar.
¿Cómo se trabaja?
Con acompañamiento afectivo y formativo. No tan solo con sacerdotes, sino también con laicos, que en su área profesional permitan hacer esta formación más integral.
¿Cree que en Lo Vásquez 2018 quedará demostrada la fe?
Tengo esa certeza, pero no es una certeza desde la soberbia, sino desde fe. La gente va a llegar igual en esa búsqueda, porque necesita oración para poder descansar en Dios y que cambie lo que cada uno tenga que cambiar para hacer nuestra sociedad distinta. Si la gente no viera los milagros, no vendría.