Según cifras del Instituto de Salud Pública de Chile (ISP), en 2019 se registraron 629 pacientes trasplantados, mientras que en 2020 la cifra llegó a 396. Es decir, este tipo de procedimientos disminuyó un 37% en un año. Fue la consecuencia del Covid-19, pues hospitales, consultorios, centros médicos y clínicas debieron pausar sus actividades y concentrarse en la atención de la emergencia sanitaria. Lo anterior causó una drástica caída en toda la actividad asistencial y los trasplantes no fueron la excepción.
Pero a tres años de la llegada y evolución del virus, las cifras han mostrado un crecimiento, incluso alcanzando cifras prepandémicas, ya que en 2022 hubo 546 pacientes trasplantados, 37,8% más que en 2020 y un 33,8% más que en 2021 (ver gráfico).
No obstante, 2019 es un año excepcional: desde que se tiene registro, es el periodo con más trasplantes realizados. De acuerdo a las cifras, ese año se configuró un alza de 38% respecto de 2018.
El exsubsecretario de Redes Asistenciales (2018-2019) Luis Castillo apunta que esta alza se explica por un cambio que realizaron en la cartera a finales de 2018: “El principal elemento que mejoró la tasa de donación efectiva y la de trasplantes fue haber incorporado una meta de gestión a los hospitales y a los directores y subdirectores de hospitales. Eso motivó a todos los directores a monitorear, fiscalizar y observar con detalle todos los casos que llegaban y que potencialmente podrían ser donantes”.
Sin embargo, agrega que “con la pandemia, todo ese avance se vio limitado significativamente, pues los trasplantes se limitaron a los agudos, de corazón y de hígado por falla hepática fulminante”.
Pero este año ya se advierte una mejoría: hasta mayo se registran 233 pacientes trasplantados. En ese contexto, Rodrigo Wolff, coordinador nacional de Donación, Procuramiento y Trasplante de Órganos y Tejidos del Ministerio de Salud, señala que “entre las estrategias implementadas podemos mencionar la continuidad de la capacitación a los equipos clínicos de la red de hospitales del país en cuanto a comunicación de muerte humanizada, comunicación de donación y actualización en el manejo clínico de los potenciales donantes. De esta manera, se ha podido obtener una mayor proporción de donantes multiorgánicos y una mayor cantidad de donantes en regiones, particularmente de regiones extremas, donde los años anteriores no había donantes”.
Y aunque actualmente el escenario sanitario es complicado por la presión que enfrenta la red debido al alza de pacientes pediátricos que necesitan atención a causa de los virus respiratorios, Wolff advierte que desde la cartera sanitaria “hemos puesto todas las energías en que la actividad de trasplante se mantenga activa en nuestro país, pese a las complejidades que nos ha dejado la pandemia por Covid-19 y, en la actualidad, las enfermedades respiratorias”.
La consecuencias de la pandemia
Alberto Dougnac, quien también fue subsecretario de Redes Asistenciales durante la pandemia (2020-2022), relata que además de que el funcionamiento de la red estaba limitado, también había pocos donantes y realizar el procedimiento era riesgoso.
“Todos los esfuerzos estuvieron concentrados en la atención de los pacientes Covid más agudos, por lo tanto, todas las intervenciones que se podían posponer se postergaban. Eso no significa que no se haya hecho ningún trasplante, pues se hicieron. Y aquellos que representaban una urgencia, se realizaron de todas maneras. Además, la circulación era una situación muy complicada y hacía muy riesgoso trasplantar de forma electiva. Con los casos urgentes uno corría el riesgo”, explica.
En ese sentido, Castillo explica que los pacientes que fallecían de Covid-19 no podían ser donantes y quienes tenían contagios activos tampoco. “Se adoptó esa política porque el Covid-19 se puede transmitir al receptor y la mortalidad puede ser muy alta”, detalla.
Actualmente, todas las personas mayores de 18 años en Chile son donantes de órganos por ley. No obstante, las personas deben comunicarles a sus familiares su voluntad, ya que al momento del fallecimiento del individuo, serán ellos los responsables de hacer respetar su deseo. En cambio, las personas vivas que quieran ser donantes deben ser mayores de 18 años y pueden donar su órgano a algún familiar directo o conviviente, aunque también pueden realizar este acto de manera anónima.
Javier Bastidas, anestesiólogo especialista en trasplante y docente del Programa de Anestesiología de la Universidad Diego Portales, advierte que “hay que tener claro que como donante vivo nos estamos sometiendo a un riesgo quirúrgico para entregar un órgano de forma altruista a quien lo necesita. En cambio, el donante cadáver también es un acto altruista, pero no lo estamos sometiendo a un riesgo mayor. Por lo tanto, desde este punto de vista, en el mundo ideal sería fomentar la donación cadavérica sobre el donante vivo”.
Este año (hasta mayo) los donantes cadáver llegan a 198 y los órganos con mayor donación son riñón e hígado, con 110 y 68, respectivamente.