Considerados como un patrimonio único en el mundo, los ascensores de Valparaíso forman parte del imaginario porteño, pese a que el desgaste de los años ha hecho que muchos de ellos hayan dejado de funcionar. Debido a eso, el Ministerio de Obras Públicas (MOP) impulsó un proyecto de restauración que en abril próximo verá sus primeros frutos, con la inauguración del ascensor Espíritu Santo.
La iniciativa comenzó en 2014, y con la licitación del diseño arquitectónico financiado por el gobierno regional, que destinó $ 1.071 millones y que se extendió hasta 2016, para recuperar nueve de los 16 monumentos patrimoniales de Valparaíso. Esto considerando, que la ciudad llegó a tener 31 elevadores los cuales fueron poco a poco desapareciendo, de ahí la importancia de su conservación.
El ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, explicó que "durante esta administración decidimos invertir cerca de 20 mil millones de pesos en la recuperación de estos nueve ascensores, porque son parte de la identidad de Valparaíso y contribuyen a la conectividad y movilidad de los porteños. Nos sentimos orgullosos de que gracias a este impulso, durante este semestre concluirán las obras del primer elevador y que el resto lo hará entre este año y el 2019".
El diseño del proyecto dividió los ascensores en cuatro grupos de faenas. El criterio de selección fue su complejidad de trabajo, el estado de conservación y mantención y la condición mecánica de cada funicular. Para el grupo inicial, integrado por los ascensores Espíritu Santo, Concepción y Cordillera, se invirtieron $ 4.583 millones.
El segundo grupo lo integran Mariposa y Florida; en el tercero se encuentran el Artillería y el Larraín, mientras que el cuarto y último grupo está conformado por el Villaseca y el Monjas. Estos tres últimos grupos están en etapa de licitación. Los nueve funiculares contemplan la modernización, reemplazo y/o reparación de los componentes estructurales y electromecánicos.
Para poder gestar el proyecto fue necesaria la compra de los ascensores por parte del gobierno regional, lo que permite entregar su administración, una vez terminados, a la Dirección de Arquitectura de Valparaíso, proceso que ayuda a crear formalidades anteriormente inexistentes, como la mantención y fiscalización de los ascensores.
Cindy Délano, encargada de la Dirección de Arquitectura de Valparaíso, reconoce que "lo más complejo ha sido contrastar en terreno las condiciones existentes versus los proyectos desarrollados.
Al momento de realizar los diagnósticos, los tres ascensores del primer grupo se encontraban en uso. Esto generó imprevistos durante la ejecución de las obras, alterando los plazos y valores originalmente contemplados. Sin embargo, las obras avanzaron y pudimos restaurar no sólo elementos arquitectónicos, sino también el componente industrial, que se modernizó, brindando mayor seguridad a los pasajeros", aseguró la arquitecta.
Cordillera
En la zona donde se fundó la "joya del Pacífico", cerca de la Iglesia La Matriz, justo frente al Puerto, se encuentra el hogar del ascensor Cordillera. En ese mismo lugar, tres siglos antes, existió el hoy desaparecido Castillo San José, cuyos vestigios han dificultado la restauración del segundo ascensor más antiguo de Valparaíso, fundado en 1887.
El diseño del proyecto original obligaba a demoler todas las albañilerías de la rodadura del ascensor para reemplazarlas por vigas de hormigón totalmente nuevas, pero se optó por poner en valor los pilares, creando un proyecto alternativo que reforzó los muros de ladrillo originales con vigas de hormigón que fortificaron la construcción y la dejaron bajo norma. Más arriba, en la estación superior, mientras la obra se concentraba en el trabajo de recuperación de la maquinaria, se encontraron vestigios de un muro de adobe del siglo XVI-XVII, que se presume podría pertenecer al fuerte del Castillo San José y pesaría al menos siete toneladas. Este hallazgo detuvo el avance de la obra y obligó a aplazar la entrega estipulada.
Con estos antecedentes, el proyecto se propuso recuperar el valor patrimonial de todos los vestigios arqueológicos encontrados. Por ejemplo, el muro de adobe no será retirado, sino que se realizará una consolidación estructural, se levantará una escotilla para su acceso y tendrá una demarcación en el piso para que los visitantes puedan identificar, desde un nivel superior, dónde está.
Para la recuperación de este ascensor se destinaron $ 1.628 millones y se encuentra en obra desde el 12 enero del año pasado. Actualmente, tiene un 76% de avance y se estima que se inaugurará el segundo semestre de 2018.
Otros ascensores
Avanzando por los cerros se encuentra el ascensor Concepción, el primero en construirse en Valparaíso, en 1883, y el más concurrido por vecinos y turistas.
Allí se reutilizó un espacio subterráneo, bajo la caseta del maquinista, que está proyectado para un restaurante con accesibilidad universal. La antigua estación, hecha de adobillo, se modificó en cuanto al diseño, pero mantendrá sus materiales nobles, incluso se conservó el piso original. A diferencia del Cordillera, no ha registrado vestigios arqueológicos y se espera que sea entregado el segundo semestre de este año, puesto que las obras, que representaron un costo de $ 1.930 millones, tienen 66% de avance.
Un poco más al norte, en el cerro Bellavista, se encuentra el Espíritu Santo, inaugurado en 1911 y que tiene una estación inferior intersticio, es decir, con un pasillo que guía hacia la entrada del ascensor. Durante su restauración se encontró un estanque de agua perteneciente a la antigua red de agua potable, que fue construida entre los años 1870 y 1900.
El sistema mecánico quedará a la vista, protegido con paneles de vidrio, para que el público pueda apreciar el funcionamiento del funicular. El costo de la remodelación fue de $ 1.678 millones, e inicio sus obras en octubre de 2016, actualmente tiene 93% de avance y será el encargado de inaugurar el grupo de nueve ascensores del proyecto.
El diseño de la pendiente que soporta los rieles por los que viajan las casetas que transportan al público, llamado plano de rodadura, fue el factor clave para dividir los grupos de trabajo de acuerdo a su complejidad.
El primer grupo lo integran los ascensores con estaciones más pequeñas y que tienen los rieles adheridos al suelo del cerro. El segundo y tercer grupo corresponde a los ascensores con estaciones de mayor amplitud y que tienen un plano de rodadura mixto, con áreas que llevan los rieles adheridos al cerro y otras que necesitaron estructuras anexas para compensar las deformaciones de la pendiente de la loma. Por último, en el cuarto grupo están aquellas estaciones inferiores y superiores con las superficies más grandes y que necesitan macroestructuras en el plano de rodadura.
Según explicaron los encargados, el diseño y todas las decisiones de cada uno de estos grupos de trabajo buscó restaurar la edificación tradicional de los ascensores.