"Por una luca lo llevo hasta Plaza Italia y por dos hasta su casa". Quien habla no es un taxista, ni un micrero, ni un auto particular. Se trata de Mario, un chofer de moto. O mototaxi por estos días.
Las complicaciones para transportarse por Santiago debido al Estado de Emergencia en el que está declarada la capital ha dado paso al ingenio. Los motoristas, hasta antes del estallido social dedicados a otras labores, han debido reinventarse al menos momentáneamente. Y hacer las veces de taxi unipersonal ha sido una buena forma de seguir generando ingresos, además de colaborar con el traslado de los ciudadanos.
La Tercera hizo el ejercicio de trasladarse en uno. Y así, en el camino, Mario, el dueño de la moto, fue entregando detalles. "No soy el único. Con un grupo estamos organizados", explica en la ruta desde Apoquindo, a la altura de Escuela Militar, hasta Vespucio con Las Hualtatas. El camino, eso sí, no fue tan directo como supone un día normal, debido a las manifestaciones justamente en las afueras del recinto del ejército.
Mario, a sabiendas de que está ejerciendo como medio de transporte no tradicional, ofrece, eso sí, todas las condiciones para un viaje seguro: casco para el pasajero y dos minutos de instrucciones intensivas de cómo sentarse, dónde poner los pies y dónde afirmarse.
Minutos antes de iniciar ese viaje, Mario, casi murmurando, ofrecía en la vereda sus servicios a los transeúntes que pasaban cerca de él. La moto estaba a su lado. "Es mejor que los carabineros no se den cuenta, porque aunque en algo ayudamos, esto no es legal. Algunos 'pacos', eso sí, se hacen los giles y no te huevean", explica.
Cuando 'engancha' a algún cliente, viene la negociación de la tarifa. "Desde Escuela Militar cobro luca hasta Plaza Italia. Si la persona quiere ir hasta su casa, le cobro dos lucas y lo dejo en la puerta. Ahora, si es demasiado lejos, también lo puedo llevar y negociamos. Y si es cerca también cobro menos de dos lucas", detalla el improvisado mototaxista.
Justamente, el trayecto en el que Mario va explicando su proceder era, a todas luces, mucho más cercano que ir hasta Plaza Italia. Él mismo, sin solicitárselo, cuando se enteró del destino, dijo de inmediato: "Hasta ahí, con mil pesos estamos bien". También fundamenta por qué: "Obvio que necesito hacer lucas estos días en que mi otro trabajo no está funcionando, pero no me voy a poner a 'cagar' a la gente. Sería ilógico con todo lo que está pasando".
Por eso le molesta que otros motoristas estén haciendo lo mismo, pero cobrando "cuatro o cinco lucas por tramo. Se aprovechan de las dificultades de la gente para llegar a sus casas".
Mario, incluso, entrega cifras de su nuevo negocio, ante la imposibilidad (mayoritariamente por el cierre de negocios) de desempeñarse como repartidor de las diversas aplicaciones de entrega de comida rápida.
"Ayer hice como diez viajes, muchos de ellos lejos, de Las Condes a Maipú por ejemplo, y me hice 25 lucas. Y calcula que el estanque de la moto lo lleno con seis lucas y me rinde casi 200 kilómetros", expone, justo cuando el viaje llega a su fin sin novedades. Ahora debe buscar un nuevo cliente.