Remberto Valdés, abogado que representa a 824 habitantes de Quintero que resultaron intoxicados, recalca que fue la presencia del crudo de origen iraní, autorizada por los ejecutivos de Enap, la que generó las emanaciones que afectaron a la población.
A su juicio, ¿quiénes son los responsables de la contaminación?
Tengo la convicción de que deben ser sancionados penalmente seis directivos de Enap, entre ellos el gerente de la planta, Edmundo Piraíno, y el director del terminal de Quintero, Juan Pablo Rhodes, por diversos ilícitos, además de una persona de una empresa externa (la que aplicó el secuestrante). Ellos son responsables de delito ambiental por la propagación de sustancias tóxicas; de daño calificado en contra de personas y, además, cometieron perjurio. Los ejecutivos de la empresa faltaron a la verdad en la narración de los hechos ante las autoridades fiscalizadoras. Ellos habían sido alertados por los trabajadores de lo sucedido un día antes de la crisis y, sin embargo, no les señalaron que hubo drenaje de este crudo, que tenía un gas que era veneno para la población. Pensamos que las personas deben, además, ser reparadas por lo ocurrido.
¿El combustible generó las emanaciones?
Ellos ordenaron que el Iranian Heavy, con alta cantidad de gas, fuera llevado a piscinas al aire libre en la planta en Quintero. Los gases se evaporaron con la temperatura, el viento llevó esas concentraciones a la población y ello derivó en la intoxicación. Los efectos en la salud de las personas están descritos en manuales de seguridad para el tratamiento del gas H2S: mareos, problemas en la vista y adormecimiento en las piernas. Se trataba de combustible con 9.000 ppm del gas, lo que consta en los certificados que tenía en sus manos Enap.
¿Cómo han vivido los afectados durante este año?
Aquí hubo perjuicios a la comunidad. Hay personas que debieron abandonar definitivamente la comuna e incluso se separaron familias: hubo padres que llevaron a sus hijos a vivir a otros lugares no contaminados. Además, la población ha visto que, por residir en una zona de sacrificio, sus viviendas se han depreciado y hay duras mermas para el comercio, pues las personas ya no visitan el balneario.