Arborizaciones masivas, uso de tecnología y reubicación de personas. Así de amplio es el abanico de soluciones que plantean expertos para abordar la crisis medioambiental que aqueja la zona de Quintero-Puchuncaví.
Para el urbanista de la U. de Santiago, Jonás Figueroa, trasladar la población a otra zona sería la opción más efectiva y menos costosa en términos monetarios. Según el especialista, "en cuatro o cinco años se podría construir una ciudad de entre 70 mil a 100 mil habitantes".
Figueroa explicó que Concón y Ritoque figuran como primeras zonas en la lista de destinos ante un eventual traslado. Esto, pues "hay que alejar a la población de las zonas con vientos predominantes", explicó, añadiendo que otra forma de abordar el conflicto sería una arborización masiva: "Se necesitaría plantar al menos seis millones de árboles de hojas perennes y baja combustión como barreras entre las industrias".
La ecóloga de la U. Central, Jadille Mussa, sostuvo que la discusión es ambigua, considerando el nivel de tecnología que existe. "La única forma en que las personas y las industrias convivan es que estas últimas actualicen su tecnología, por ejemplo, en Japón, uno puede vivir al lado de una industria, pero respira aire limpio. Es caro, pero necesario".
Como medidas de mitigación, Mussa destacó la idea de que "las empresas tengan mejores filtros para las emisiones y alertas preventivas para detener la producción cuando se detecte algo extraño en sus procesos productivos".
El toxicólogo y académico de la U. Mayor Enrique Paris planteó la instalación de unidades de pediatría permanentes, además de reducir las emisiones lo más rápido posible. "A la gente no podemos pedirle que se encierre o que no mande a los niños al colegio. Eso puede evitar el daño momentáneamente, pero en toxicología, lo que hay que hacer es cortar la fuente que emite la sustancia tóxica".