La Municipalidad de Panguipulli funciona hoy en el gimnasio de la ciudad, donde se instalaron cubículos de madera con el nombre de cada departamento. El frío se cuela por el techo, por lo que para los próximos meses se está habilitando una casona que funcionaba como hostal.
En una de esas improvisadas oficinas -de tres por cuatro metros- conversamos con el alcalde Rodrigo Valdivia Orias (PS) sobre lo ocurrido hace un mes en su comuna, cuando un enfrentamiento entre un carabinero y un joven malabarista callejero terminó con la muerte de este último y derivó en la quema del municipio y de varios servicios públicos.
Con más antecedentes de lo ocurrido esa tarde y noche del 5 de febrero, el edil socialista descarta tajantemente la participación de personas de afuera y de extranjeros, como trascendió en su momento.
Uno de los detenidos por su presunta participación en el incendio es un joven venezolano que ingresó al país de manera irregular.
Es el único extranjero involucrado. Yo me atrevo a decir, por la información que tengo, y por los antecedentes que los vecinos han entregado a las policías y a la fiscalía, que el 98% de las personas involucradas, tanto en el saqueo como en los incendios del edificio consistorial y de los edificios públicos, son chilenos y de Panguipulli.
¿Por qué tiene esa certeza?
Aquí en Panguipulli toda la gente se conoce y esa noche muchos vecinos grabaron los desmanes. Si usted no conoce a alguien que aparece saqueando, sí lo conoce el vecino o el amigo del vecino. En los distintos videos que he visto varias veces no veo gente de afuera, veo sólo a gente de Panguipulli.
¿Por qué entonces en los días posteriores se habló de gente que había llegado de otras ciudades?
Porque tras la muerte de Francisco (Martínez) llegó a protestar mucha gente de afuera que estaba veraneando, pero yo estuve en mi oficina -en la municipalidad- hasta las siete de la tarde y vi que cuando comenzaron los saqueos los mochileros se fueron.
¿Cómo se explica usted que los panguipullenses hayan quemado su municipio?
Yo le he dado muchas vueltas a lo que pasó. Al día siguiente de la quema yo estuve en estado de shock, pero me levanté, echamos a andar la municipalidad nuevamente, y he tratado de ver con racionalidad lo que sucedió. Tras conversar con mucha gente he llegado a la conclusión de que esa tarde y noche Carabineros no actuó, se mantuvo al margen de sus funciones.
O fueron sobrepasados por la violencia...
Esa inacción puede tener dos explicaciones: la jefatura regional de Carabineros no dimensionó lo que estaba pasando en Panguipulli o hubo una instrucción superior para abstenerse y culparme a mí de los hechos.
¿Por qué iban a querer culparlo, si incluso usted, en sus primeras declaraciones, dijo que el carabinero había actuado en defensa propia ante el malabarista?
Yo creo que detrás de esto hay un tema político. Mi tesis es que previamente a lo que ocurrió ese día hubo una instrucción para desestabilizar mi gestión municipal desprotegiendo la comuna.
¿Una instrucción de quién?
Desde el Ministerio del Interior o de la Subsecretaría de Prevención del Delito, de ir dejando desprotegido a Panguipulli en vísperas de las elecciones municipales. En el verano no había carabineros en las calles. Y no lo digo yo, lo decía la gente que veía a un pueblo sin ley. Los vecinos reclamaban y me decían que no había fiscalización por la pandemia, que había gallos pidiendo plata, que orinaban en la calle, que se habían tomado la plaza… Y mientras todo el mundo pedía carabineros, justo pasa lo que sabemos (el enfrentamiento de un carabinero con un malabarista), donde carabineros posteriormente se replegó.
Pero en las imágenes posteriores a la muerte del joven malabarista se ve a carabineros en el lugar…
El enfrentamiento entre el carabinero y Francisco ocurrió entre las 15.30 y las 15.45, y Fuerzas Especiales llegó al lugar después de las siete y media de la tarde. Unos pocos carabineros que había estuvieron batallando cuatro horas con una turba.
¿Con qué intención el gobierno iba a querer desproteger su comuna?
Esto parte en octubre del año pasado, cuando yo estaba visitando una toma en el desagüe Riñihue con los equipos de la municipalidad, el mismo lugar donde meses después murió una joven. Ese día yo ordené abrir un camino para que las comunidades (mapuches) tuvieran acceso a una playa pública. Terminando esa reunión un comunero me dice: “Don Rodrigo, usted nos está diciendo una cosa, pero en estos momentos me dicen que están llegando Fuerzas Especiales al Colegio Altamira, y cuya orden sería venir a reprimirnos”. “Yo no he pedido nada”, le respondí al comunero. Regreso a Panguipulli y efectivamente me informan que Fuerzas Especiales estaba bajando sus pertrechos para alojar en ese colegio que yo había habilitado para que alojara personal de Carabineros y del Ejército que nos apoyara en los controles sanitarios, pero no para temas de represión por otros conflictos. Llamé al general de zona y le dije: “Mayor, por favor, me retira inmediatamente las Fuerzas Especiales del colegio…
¿Y qué paso después?
Las Fuerzas Especiales se retiraron, pero a partir de ese momento comencé a vivir un abandono de carabineros en la comuna. En noviembre advertí a las autoridades la ausencia de fiscalización sanitaria en mi comuna y no tuve respuesta. En diciembre tuve una reunión con la subsecretaria (Katherine) Martorell quien me dijo: “Alcalde, usted mandó a sacar a carabineros y ahora me está pidiendo más carabineros”. Le respondí: “Subsecretaria, una cosa es carabineros para fiscalizar la pandemia y otra son Fuerzas Especiales para reprimir”.