El 21 de mayo de 1909, el fundador mundial del movimiento scout, el inglés Robert Baden-Powell, visitó la Universidad de Chile. Su histórica presencia en el país permitió el nacimiento de la Asociación de Boy Scouts de Chile, la primera organización de este tipo en el país.
Tras fusionarse con una serie de organizaciones similares, en 1978 se constituye formalmente como la Asociación de Guías y Scouts de Chile (AGSCH), hoy afiliada a la Asociación Mundial del Movimiento Scout y a la Asociación Mundial del Movimiento Guías Scout, que se refiere a mujeres.
La agrupación logró sumar 70 mil inscritos a fines de los 90, pero entrado el siglo XXI se produjo una sostenida caída, que alcanzó su peak en 2010, cuando registraron 37.638 personas.
"Éramos un movimiento muy fuerte. Hicimos un Jamboree Mundial donde reunimos a más de 65 mil personas en 1998-1999 en Picarquín. Hemos sido el único país en Sudamérica en hacerlo", dice Paul Finch Ureta, director de Desarrollo Institucional de Guías y Scouts de Chile.
Pero problemas económicos y disputas internas precipitaron la crisis de 2010. "Estuvimos muy complicados. Fue una crisis impulsada también por otras alternativas que tenía la sociedad, otras actividades extraprogramáticas que les interesaban a los jóvenes", reconoce.
Pero en 2011 asumió una nueva directiva, con un equipo ejecutivo enfocado en reparar los problemas económicos y administrativos de la institución. El plan incluyó un sistema de capacitación de adultos monitores. "Fue un tema económico, de motivación y de credibilidad. Empezamos a hacer eventos nacionales de buena calidad donde la gente quedaba entusiasmada, cursos de formación para adultos voluntarios, de capacitación", agrega el dirigente.
La reestructuración permitió mejorar la institución e incrementar el número de socios. En 2012 ya sumaban 40.502 inscritos y en 2017 contabilizaron 60.374, un alza de 60% en ocho años. Incluso, los números son optimistas para 2020: proyectan 70.000 inscritos.
Más de un siglo
Finch dice que el movimiento está a punto de cumplir 110 años en el país. "Nuestra asociación, sin fines de lucro, es la segunda en nacer a nivel mundial, primero fue en Inglaterra. Tenemos un peso a nivel mundial importantísimo".
Explica que su objetivo hoy es apoyar la educación de los jóvenes de forma complementaria al colegio. "Buscamos personas con compromiso social, integrales, que sean capaces de trabajar en equipo, solucionar problemas, respetar el medioambiente, comprometidos con la sociedad en la que viven y que sean partícipes de la vida civil en la ciudad. Todas las actividades son para orientar hacia ese objetivo", resume.
La representatividad del género también es tema, y hoy el consejo nacional del organismo tiene más mujeres que hombres. Por lo mismo, cualquier persona puede ser miembro de la comunidad, hombres y mujeres por igual. "Solo hay que acercarse a un grupo que esté abierto a la comunidad, (hay grupos cerrados para colegios que solo permiten alumnos del establecimiento), para ser parte del movimiento. Hay una cuota anual, según la condición socioeconómica, que va desde $ 4.500 a $ 10.200", detalla.
Dice que los adultos voluntarios tienen que hacer los cursos de formación, para dirigir los grupos de jóvenes. "Son los responsables del grupo, igual que los asistentes. Siempre es un hombre y una mujer o viceversa", aclara.