Tras la revelación de los cerca de 450 féretros abandonados en el patio del Cementerio General de Santiago que denunciaron los funcionarios del camposanto por los riesgos que dicen tener de contraer enfermedades infectocontagiosas, el Departamento de Acción Sanitaria de la Secretaría Regional Ministerial de Salud de la Región Metropolitana (Seremi RM) llevó a cabo una fiscalización este martes, la que concluyó en la apertura de un sumario para esclarecer los hechos constatados.
Todo comenzó con la denuncia ingresada por los funcionarios a la Contraloría General de la República, donde afirmaban que el Horno Crematorio 3 se encontraba en malas condiciones mecánicas, imposibilitando la destrucción de estos féretros y provocando una acumulación que podría traer “un grave riesgo para su salud”, según dice el escrito.
Frente a los hechos, la jefa del departamento de Acción Sanitaria de la Seremi RM, Alejandra Hernández, confirma a La Tercera que luego de la publicación de este medio se llevó a cabo una visita en terreno. En esa línea, señaló que “en la visita se constató que en un patio interno del cementerio habían alrededor de 400 urnas que eran residuos que se habían utilizado. Los funcionarios disponían de un sistema de prensa para reducir el volumen y mandar a un lugar autorizado y resulta que se echó a perder, acumulando estos residuos por aproximadamente 60 días”, indica.
Por eso, la funcionaria confirma la apertura de una acción a la dirección del Cementerio General, indicando que “se inicia un sumario sanitario y se notifica la administración del cementerio, donde tendrán que entregar sus descargos dentro de las medidas sanitarias que la Seremi les exige. En el acta está la disposición inmediata de las urnas a un sitio autorizado con rellenos sanitarios y ellos verán si contratan una empresa externa”. Asismismo, es tajante en decir que “esta es una medida que debe ser tomada inmediatamente”.
Frente a esto, explica cómo es identificado, según la normativa, un féretro utilizado: ”Son considerados residuos asimilables a domiciliario, es decir, como madera, paños y telas. En algunos casos pudieron estar con algún fluido corporal absorbido pero en muy mínima cantidad, por lo tanto deben reducirse al instante y llevarlos a un relleno sanitario dispuesto para este fin”.
Sobre la posibilidad de padecer algún tipo de enfermedad por la no destrucción de los féretros, indica que es menor. “El riesgo sanitario es bajísimo, porque un cadáver no transmite un foco infeccioso, por lo tanto, la urna no va a trasmitir ninguna infección. Más que nada es el tema de la connotación ética que tiene el mantener estos residuos a la vista”, dice.