La madre y el padre de Edson Olivares Díaz querían que su hijo tuviera un funeral tranquilo. Aún no lograban recuperarse del golpe de perder a su hijo, de 25 años, a quien ellos mismos tuvieron que auxiliar el sábado 26 de octubre y llevarlo al Hospital Padre Hurtado. Lo encontraron acribillado en su auto: 65 balas fueron las que le quitaron la vida esa misma noche en La Pintana. La tesis que indaga el Ministerio Público es un posible ajuste de cuentas por el posible rol de Olivares en el homicidio de un hincha de Colo Colo.

Así se lo dijeron al personal del cementerio Parque El Prado, en Puente Alto. La familia eligió enterrarlo allí, luego de velarlo en La Pintana.

El problema es que no iba a ser fácil despedirlo: su hijo era un barrista de Los de Abajo, la hinchada del club Universidad de Chile. Los amigos que hizo allí querían decirle adiós como un barrero. En ese mundo Olivares era conocido como “Bombazul”, el mismo nombre de su piño de barristas de la población Santo Tomás, en La Pintana. Por eso llegaron afuera del Servicio Médico Legal cuando la familia recibió su cuerpo. Allí lanzaron fuegos artificiales y le dedicaron cantos. Esa tónica siguió en su velorio el pasado martes 29 en esa misma comuna.

Edson Olivares tenía 25 años cuando murió baleado en La Pintana. Le decían “Bombazul” en su círculo barrista.

Eso encendió la alerta en la Delegación Presidencial Metropolitana: dada la violencia con la que murió y la reacción que generó en la barra, había que catalogarlo como un funeral de alto riesgo, conocidos popularmente como “narcofunerales”.

El problema era cuándo hacerlo. Tanto el personal del cementerio como en la Delegación entendían algo: que el 31 de octubre es un día muy delicado en los cementerios. Fuentes dentro de la dirección del cementerio Parque El Prado -que decidieron no hablar en grabadora- explican que el último día de octubre es el segundo día con más visitas del año. El primero es el Día de la Madre.

Fuentes dentro de la Delegación Presidencial Metropolitana comentan que intentaron convencer a la familia de Olivares para que el funeral no se concretara el jueves 31, sino que se hiciera lo posible para que fuera el miércoles 30 a las 16:00. Pero que la familia decidió velarlo un día más. Por eso, desde el cementerio decidieron tomar parte activa en la coordinación del funeral, y convencieron a la familia que fuera el jueves, pero lo más temprano posible. Así, fijaron la hora a las 9 de la mañana.

Dentro del cementerio también debieron prepararse para los casi mil asistentes -hinchas- que iban a llegar al funeral. Tenían pensado que el funeral iba a ser el miércoles, pero al moverlo al jueves -el día más difícil- tuvieron que cancelar algunas actividades que habían planeado para esa jornada, como homenajes y misas.

El staff del cementerio tuvo que averiguar con la familia cuándo iban a enterrar a su hijo, para coordinar la mañana del funeral. El coronel de Carabineros Róbinson Villarroel, prefecto de la Prefectura Cordillera, dice que ellos también tuvieron que levantar información por su cuenta con la familia. Su trabajo era vital para que todo saliera bien y sin incidentes: querían evitar balazos y fuegos artificiales, riesgos que por lo general traen este tipo de funerales.

Incidentes menores

La procesión partió a las 9 de la mañana del jueves en La Pintana. Eran unos 50 vehículos que acompañaban con banderas azules y rojas la carroza donde iba el cuerpo de Olivares. Algunos de ellos asomaban su cuerpo por las ventanas, desafiantes. Al auto con el féretro lo seguían personal de COP y radiopatrullas de la Prefectura Cordillera de Carabineros.

Ahí sucedió el primer incidente: un móvil de Canal 13 que iba cubriendo en directo la caravana fue agredido. Se bajaron tres sujetos de uno de los autos que iban al frente de los periodistas, y uno de ellos pateó y rompió uno de los espejos retrovisores del vehículo del canal.

Cuando la caravana llegó a las puertas del cementerio, Carabineros tenía un firme control de la entrada. Lo primero es que solo tres autos pudieron ingresar al recinto: los de la familia más directa. El resto tuvo que estacionar afuera. Luego el personal policial tuvo que registrar una por una a las personas que iban a entrar al camposanto, en una jornada que en el lugar esperaban que llegaran 25 mil personas.

Incluso señoras de edad avanzada tuvieron que ser revisadas. Esto, por una sencilla razón, explica Villarroel: es imposible determinar quién va a cuál funeral.

-Yo no puedo diferenciar un barrista de una persona normal solo porque anda con camiseta o no -dice el coronel de Carabineros-. Por eso, el filtro que hicimos fue, carné en mano, ir revisando los antecedentes de todos los que iban entrando, y ver también si tenían alguna causa pendiente. No saltó nada de ese tipo en la revisión.

Eso sí, hubo otro incidente: los hinchas asistentes trataron de entrar un bombo de grandes dimensiones al cementerio. Carabineros les negó esto: iba a ser molesto escuchar ese ruido para las miles de personas que estaban honrando a sus muertos a esa hora. Ahí comenzó un pequeño enfrentamiento que fue sofocado con la ayuda del carro lanzaaguas.

A las 9.45 fue el ingreso de todos los asistentes al funeral. La ceremonia, dicen, duró hasta las 12:30. Allí, el padre de Olivares pidió que se le arrojara la tierra rápidamente al ataúd.

Funeral de Bombazul. Jonnathan Oyarzun/Aton Chile

A eso de las 13:30 Carabineros identificó al sujeto que pateó el móvil de Canal 13 como B.A.D.C., de 26 años y sin detenciones previas. Eso sí, el vehículo en el que andaban él y sus acompañantes tenía encargo por robo desde el 12 de febrero del 2022.

Lo que destacan Villarroel y el staff del cementerio es que el funeral fue, dentro de todo, tranquilo. No se lanzaron fuegos artificiales. Tampoco se encontraron armas de fuego en la entrada. Desde el cementerio explican que el único daño que se registró fue que los asistentes rompieron parte de una pared de cemento. También dicen algo más: retiraron todas las alusiones a Colo Colo de las tumbas del cementerio: banderas, camisetas e insignias tuvieron que ser ocultas para evitar daños. Finalmente, llegaron entre 150 y 300 personas al funeral: mucho menos de los mil que esperaban.

El delegado presidencial metropolitano, Gonzalo Durán, valoró la actuación de Carabineros. Aunque lamentó algo.

“Dado que no existe aún aprobación del proyecto de ley de funerales de alto riesgo, no teníamos facultad de definir día y hora en que se produjese el funeral”, dijo.

El coronel Villarroel piensa lo mismo. Explica que al no existir una ley que norme los “narcofunerales”, no pueden exigirle a la familia del difunto cuándo tiene que ser el funeral. Dependen de la planificación de ellos. Lo otro: tampoco pueden exigir el lugar del funeral.

-Muchas veces nos llegan féretros del otro extremo de Santiago -dice Villarroel-. El procedimiento puede haber sido en Puente Alto, lo velan en La Pintana y lo entierran en Huechuraba. No hay forma de regular eso.