"Nos duelen las suciedades de los abusos y crímenes que se han cometido, especialmente por sacerdotes y clérigos, contra niños y adolescentes. Quisiéramos que no hubieran ocurrido jamás. Queremos trabajar para que jamás vuelvan a repetirse".
Aquella frase fue parte del enérgico discurso que ayer domingo dio el administrador apostólico de Santiago, obispo Celestino Aós, para culminar la tradicional procesión de la Virgen del Carmen por Santiago.
Terminada la homilía, además se hizo la oración por la Patria, las autoridades, los enfermos, los presos, los abandonados, los estudiantes, los profesores, los trabajadores y las FF.AA.
No se trata de un evento religioso cotidiano. La procesión católica, que se realiza todos los años el último domingo de septiembre, en el Día de la Oración por Chile, se viene efectuando desde 1778.
A partir de esa fecha se ha realizado ininterrumpidamente, con lluvia o con sol, y en las más diversas situaciones políticas y sociales del país. Este año, los organizadores contabilizaron a más de 20 mil personas en las calles del centro de Santiago.
La procesión fue presidida por primera vez por Aós, quien destacó que "estamos aquí como testigos de nuestr fe, donde ser cristiano significa ser buen ciudadano, osea, un amante de la Patria".
Pañuelos blancos, vivas a la Virgen del Carmen, cantos y el rezo del Santo Rosario acompañaron la caminata por las calles Catedral, Amunátegui, Alameda. Moneda y luego el regreso hasta la Plaza de Armas.
Culminó en la Catedral Metropolitana, con la celebración de la Eucaristía, que presidió Alberto Lorenzelli, obispo auxiliar de Santiago.
Aós también pidió ayuda "para que el Señor nos ayude a proteger la naturaleza que el Padre del Cielo nos regala, que nuestros campos reciban el agua que necesitan y que proteja nuestros océanos".
La celebración se inició frente a la Catedral con un pie de cueca que presentó el Club de Huasos Gil Letelier en honor a la Virgen; luego Jorge Huaso González, entonó unas coplas a la Virgen y finalmente el grupo folklórico y banda de la Universidad Metropolitana (Umce) presentó un baile religioso del norte.