El terremoto que sacudió a la Región de Coquimbo el pasado 19 de enero volvió a recordar el permanente riesgo sísmico que vive Chile. Desde el otro lado del océano Pacífico, otra nación expuesta a los mismos peligros, Japón, busca indagar las causas de estos destructivos fenómenos y desarrollar avances que permitan predecirlos.
Así, un grupo de científicos japoneses se trasladó hasta la península de Taitao, en la Región de Aysén -una de las zonas más peligrosas del planeta para la navegación- con el fin de buscar respuestas. Viajan a bordo del buque de investigación sísmica Mirai, el más avanzado del mundo en esta materia.
¿Por qué tanto interés en esa remota península? Masa Kinoshita, director del Instituto de Investigación de Terremotos de la Universidad de Tokio, explica que en ese lugar coinciden tres placas tectónicas: la de Nazca -relacionada con los devastadores terremotos que ha sufrido Chile-, la Sudamericana y la Antártica.
"Necesitamos comprender cómo y por qué este tipo de terremotos se producen en estos puntos de encuentro. La mejor manera es viajar hasta Taitao donde se encuentra la unión entre las dos placas oceánicas (Nazca y Antártica) y la Sudamericana. Nuestro principal objetivo es saber cómo es el comportamiento de la zonas de subducción", revela el científico.
Cambios de temperatura
En este sentido, el experto explica que si bien la tectónica de Japón y Chile son muy parecidas, la diferencia radica en que nuestro territorio se encuentra en una zona de subducción -donde se hunden las placas- muy "caliente" en comparación con la japonesa, que es más "fría", aunque en ambos casos se trata de temperaturas de varios miles de grados.
Pese a estas diferencias, señala el científico, en ambas zonas geográficas se registran terremotos y tsunamis similares que alcanzan gran magnitud, como los ocurridos en 2011 en Japón y los de 1960 y 2010 en Chile.
Los estudios que realizará el equipo de expertos se dividen en cuatro fases: la primera contempla la instalación de un sismómetro de fondo oceánico, dispositivo que capta temblores en el lecho marino. La segunda etapa se relaciona con la medición del heat flow, o gradiente geotérmico, mediante termómetros que captan los cambios de temperaturas en el suelo del océano.
La tercera y cuarta fase, respectivamente, contemplan la instalación de tubos (testigos) que se introducirán en distintos puntos de la fosa oceánica. Así se extraerán muestras que permitan analizar las características del sedimento y se investigará la composición química de las rocas volcánicas.
Lucía Villar, geóloga de la Universidad Andrés Bello en Viña del Mar, explicó que los científicos japoneses regresarán en dos años más vendrán "para recuperar los instrumentos de medición" y analizarán la información recolectada.
Tres estudiantes de esa casa de estudios embarcaron en la nave Mirai. Además de colaborar con los expertos japoneses, aprenderán las técnicas de medición utilizadas en la moderna embarcación, añade la geóloga chilena.