El tornado y las trombas marinas que se desencadenaron a fines de mayo pasado en la Región del Biobío generaron cuestionamientos sobre la capacidad que existe en Chile para detectar de manera temprana estos fenómenos. Así, el gobierno anunció la compra de radares meteorológicos con ese fin.
La iniciativa fue analizada por un grupo de 13 científicos de distintas universidades del país. Los expertos insisten en que estos dispositivos deben funcionar a través de un sistema integrado de observación meteorológica desplegado en todo Chile.
"Necesitamos un sistema que no solamente incluya los radares", indica Raúl Valenzuela, investigador del Departamento de Geofísica de la U. de Chile. El científico menciona la experiencia desarrollada en Estados Unidos en este ámbito, así como los recursos humanos y materiales destinados a la meteorología y la climatología.
"Ellos entienden que la observación, medición y entendimiento de la atmósfera va en beneficio de la protección civil", enfatiza.
Valenzuela sostiene que los sistemas que utiliza actualmente la Dirección Meteorológica de Chile, y otras entidades del área, están diseñados para abordar fenómenos en gran escala, pero "eventos como el tornado en el Biobío ocurren en pequeña escala. Esto significa que la Dirección Meteorológica no cuenta con un sistema que pronostique estos eventos, lo que genera que la Onemi no esté bien preparada para afrontarlos", advierte.
Martin Jacques, profesor asistente del Departamento de Geofísica de la U. de Concepción, agrega que si bien una red de radares permitirá mejorar la interpretación de datos, no es suficiente por sí misma.
"Los radares son muy necesarios para el monitoreo de la meteorología, pero el hecho de comprarlos no resuelve el problema final. Necesitamos, por ejemplo, complementar la red actual de medición de precipitaciones, junto a las observaciones en las montañas, aumentar el número de radiosondas e incorporar perfiladores de viento, lluvia y nubes", estima.
¿Tromba o tornado?
Sobre lo ocurrido en Talcahuano y Concepción el 31 de mayo pasado, Valenzuela apunta que la hipótesis predominante en la comunidad científica es que se trató no de una tromba marina, sino de un tornado. El especialista precisa que en el primer caso el fenómeno se habría debilitado al entrar a tierra.
"Acá nadie es experto en tornados; la confusión del tipo de fenómeno se generó por la falta de información", aseveró.