No fue uno, ni dos, ni tres disparos los que pasado el mediodía del 14 de julio escucharon los vecinos del sector El Boro, en la comuna de Alto Hospicio, Región de Tarapacá. En la intersección de las calles Sibaya con Jerusalén, un grupo indeterminado de personas disparó más de 40 veces en contra de B.P.C. (28), el que conducía un vehículo y quien falleció producto del ataque. El homicidio, sospecha la fiscalía, estaría relacionado a enfrentamientos entre bandas rivales según las primeras indagatorias del caso.
Pero este no es el único suceso de ese tipo. Hasta junio de este año, la Subsecretaría de Prevención del Delito contabiliza 24 homicidios en esa región, lo que se traduce en que, en promedio, ocurren seis homicidios por cada 100 mil habitantes en Tarapacá, mientras que ese índice a nivel nacional es de 2,2. Esta realidad dista también de regiones vecinas, e incluso de aquellas que se asemejan más en población, como el caso de Atacama (0,9) o Los Ríos (1,7). En síntesis, Tarapacá es la región con la tasa de asesinatos más alta del país. El peak de muertes se registra el último mes, cuando ocurrieron nueve asesinatos, cifra de la cual nunca antes se había tenido registro en la región.
Esta región, específicamente en Iquique, fue uno de los primeros lugares que dio la alerta respecto de la aparición en territorio nacional de la banda venezolana conocida como Tren de Aragua. En esta región se ha detenido al menos a 10 personas de nacionalidad venezolana por tráfico ilegal de personas. La banda de crimen organizado destaca, además, por llevar a cabo una serie de otros delitos, como secuestros, homicidios, tortura, extorsiones, junto con el tráfico de drogas y personas.
El 2019 fue el primer año que la tasa de homicidios en Tarapacá superó al promedio nacional. Un año después, y probablemente como efecto de la pandemia, este índice se revierte, aunque el 2021 retoma el alza e incluso más que triplica el promedio nacional. Ese año la región tuvo una tasa de 9,7 homicidios por cada 100 mil habitantes, mientras que a nivel nacional era de 3,5.
B.P.C. es una de las 32 muertes que contabiliza el Ministerio Público en lo que va del año. La fiscalía regional ha categorizado estos hechos -de los cuales 13 de estas muertes se vinculan a hechos delictuales- como disputa entre bandas rivales, mientras que otros siete son categorizados como “interpersonales”, es decir, problemas entre dos personas. Sin embargo, aún hay 12 crímenes que no han podido ser catalogados debido a las circunstancias de la muerte de la persona, ya que se desconoce el origen ni los motivos de ese homicidio, así como tampoco se tiene un imputado conocido. Esta es la realidad que más preocupa a los investigadores.
Las razones tras una compleja realidad
El fiscal regional de Tarapacá, Jorge Arancibia, cree que el alto índice de homicidios de la región tiene relación “con el aumento del crimen organizado, de la cantidad de armas que circulan y del incremento de la violencia que se ha ido generando aquí en la región en los últimos años producto de la influencia de bandas que han llegado desde el extranjero y donde ha habido muchas disputas territoriales”.
Arancibia, quien además está a cargo de todas las investigaciones a nivel nacional relacionadas al Tren de Aragua, sostiene que la llegada de bandas extranjeras también ha incidido en el actuar de los grupos delictuales chilenos, ya que ha habido “una especie de contagio de la violencia que ha ido desplegándose en la región y donde las bandas nacionales también han empezado a actuar con mayor grado de violencia”.
“Aquí las bandas extranjeras y las nacionales también han ido teniendo un fuerte sentido territorial, es decir, de adueñarse de ciertos sectores, de barrios más vulnerables, sectores de tomas donde el Estado está más ausente”, agrega el persecutor.
El jefe de la Brigada de Homicidios de Iquique, subprefecto Cristián Sayago, afirma que desde la perspectiva de la investigación esto estaría vinculado a un “aumento general de violencia en la región, el aumento de la migración también ha influido en el incremento de los homicidios. Hay más gente, son variadas las circunstancias que pueden hacer que los homicidios estén aumentando. Las bandas locales que se enfrentan también es un factor importante, son diversos los factores que pueden estar influyendo”.
Cambios en el actuar, cambios en la investigación
Pero no solo ha existido un cambio en el número de homicidios, sino también en la forma en que estos ocurren. La fiscalía regional contabiliza que 16 del total de homicidios en la región han sido ejecutados con armas de fuego, algo que no ocurría anteriormente, ya que antes solían ser en su mayoría con armas blancas. Actualmente, 11 hechos han sido realizados así.
“Hay algunos con una violencia innecesaria y excesiva, por ejemplo, con seis o siete disparos en el cuerpo, cosa que no se veía antiguamente”, afirma el fiscal Arancibia.
Pero ese no es el único problema al que se enfrentan. Según explica el persecutor, una de las mayores dificultades que actualmente tienen es que existe un gran número de extranjeros de los cuales no se tiene información oficial, por lo que no se puede conocer realmente su identidad.
El subprefecto Sayago explica que actualmente “el delito de homicidio es bastante violento, es más que en otras ocasiones, se ha visto utilización en varias oportunidades de armas de fuego. Antiguamente veíamos homicidios circunstanciales, en la actualidad hemos visto hechos que se relacionan con bandas rivales que se enfrentan por distintos motivos o también la influencia de extranjeros; es indiscutible que también ha influido en el aumento de la tasa de homicidios en la región”.
Respecto del actuar de estos últimos en este tipo de delitos, el policía afirma que “actúan más sobreseguro, tratando de tomar ciertas medidas para no ser identificados; acá en una región desértica no es muy difícil poder lograr ese objetivo debido a las grandes extensiones de territorio y a veces a la escasa posibilidad de tener imágenes que nos ayuden a esclarecer los hechos, entonces eso complejiza un poco el trabajo, pero hemos tenido buenos resultados de todas maneras”.
Ciudades liderando los hechos
Del total de homicidios que considera la subsecretaría en su registro, solo un hecho no ha ocurrido en una comuna que no sea Iquique o Alto Hospicio, el resto se divide casi uniformemente en estas dos ciudades. De los 23 restantes, 12 de ellos han ocurrido en Iquique y los otros 11 en Alto Hospicio. Esta última comuna desde el año 2016 ha comenzado a tener un aumento sostenido en el tiempo respecto de los homicidios, pasando de un hecho ese año, a 17 en 2021.
El alcalde de Iquique, Mauricio Soria, asegura que en esa comuna no estaban acostumbrados a este nivel de violencia, ya que si bien siempre han existido este tipo de crímenes, antes “no eran tan seguidos como han sido ahora, ni en esta cantidad, y obviamente que se genera una gran sensación de inseguridad”.
El alcalde de Alto Hospicio, Patricio Ferreira, comparte el mismo diagnóstico, puesto que confirma que en la comuna que dirige “estamos ante un alarmante aumento de los delitos violentos y de alta connotación social, cuya expresión más dramática son los homicidios. Y lo más preocupante es que estos hechos son resultado de la creciente implantación del crimen organizado en la región”.
Por su parte, el delegado presidencial Daniel Quinteros asegura que el alto número de homicidios en la región se debe “a una lejanía que se ha acrecentado entre las llamadas zonas extremas respecto del gobierno central, y una profunda y arrastrada ausencia de un Estado que debe estar más presente”.
Por eso se han tomado seis compromisos a nivel local para disminuir los homicidios. Quinteros explica que estas acciones están “en la prevención, bajando el número de armas circulando, por ejemplo. Mayor vigilancia, más control preventivo, principalmente en Iquique y Alto Hospicio, en donde hay mayores denuncias en este ámbito, también de uso de armas y tráfico de drogas”.
Los alcaldes, por su parte, aseguran que debe existir mayor presencia policial en la región, a lo que debe sumarse una investigación de inteligencia y acciones diferenciadas tratándose de una zona fronteriza. Los persecutores, por su parte, advierten que, de no actuar de manera oportuna, estos índices podrían transformarse en una realidad en todo Chile.