El 4° Juzgado de Garantía de Santiago declaró hoy admisible la querella presentada el 9 de julio pasado por una presunta víctima de abuso sexual en contra del diácono Hugo Montes Brunet, ganador del Premio Nacional de Educación en 1995.
El tribunal admitió a tramitación la acción legal tras pedirle a la Fiscalía Centro Norte su parecer sobre si los hechos denunciados podían o no estar prescritos.
Sobre esto, el fiscal regional Xavier Armendáriz, respondió al juzgado que "con los antecedentes tenidos a vista, no es posible afirmar o desechar que los hechos relatados en la querella interpuesta se encuentren prescritos o no, toda vez que las diversas circunstancias que al efecto deben considerarse, como son, por ejemplo, las referidas a los artículos 96 y 100 del Código Penal, requieren investigarse para poder determinar tal circunstancia".
Son días complejos para Montes. Ayer, de hecho, la ministra de Educación, Marcela Cubillos, informó sobre el inicio del proceso de revocación de su Premio Nacional "por haberse tomado conocimiento de denuncias públicas de hechos que se le atribuyen y que constan en diversas investigaciones, que son contrarios a los principios que inspiran este reconocimiento por parte del Estado".
Ahora, según la acción legal -de 12 páginas- acogida a trámite, que fue presentada por el abogado Juan Pablo Hermosilla y a la cual accedió La Tercera, los abusos ocurrieron luego de que el denunciante J. T. V. E., de 13 años, ingresara en 1994 a séptimo básico en el Colegio San Esteban Diácono, en Vitacura, donde Montes era el rector.
"En 1995, cuando pasé a octavo básico, no recuerdo con precisión el momento, pero fue durante ese año que Hugo Montes, rector del colegio San Esteban Diácono, se empezó a acercar a mí. Siempre que llegaba al colegio me saludaba de beso en la mejilla, o si podía, en la comisura de la boca", dijo en la querella.
Luego, hizo un extenso relato de numerosas situaciones de connotación sexual, que habrían ocurrido en diferentes lugares y que son concordantes con una serie de descripciones, hechas por varios testigos, que ya han aparecido en medios de prensa.
Además, explicó el querellante, Montes "siempre me decía que eso tenía que quedar entre nosotros, que no podíamos contárselo a nadie porque la gente no lo iba a entender, que nuestro amor y cariño no lo iban a entender personas que no fueran como nosotros". En esa época dijo que él tenía 15 años y el rector del colegio tenía 70.
"Hasta que tocaron el timbre"
Un episodio, según la querella, dejó al descubierto lo que pensaban gran parte de los estudiantes del San Esteban.
Según lo relatado por J. T. V. E. en el recurso, "el segundo semestre de 1997, yo estaba en segundo medio y celebraríamos la semana del colegio. Un grupo de alumnos nos ofrecimos para ayudar en los preparativos. Pasamos la noche en el colegio, desordenamos salas, pusimos música fuerte y encadenamos una reja. Esa noche nos sacaron del colegio con carabineros, y el nochero fue despedido por dejar que nos quedáramos sin autorización". Al día siguiente, dijo, el centro de alumnos había arrendado un proyector para ver el partido de Chile contra Argentina, en las clasificatorias para el mundial de Francia 98', pero por lo que había pasado la noche anterior, la actividad se suspendió.
"Cuando los alumnos se enteraron que la actividad se había suspendido, se molestaron mucho. La gente le gritaba a Hugo Montes en masa, mientras él llamaba a la calma con un micrófono apagado. Cientos de alumnos, de sexto básico a cuarto medio, reclamaban a gritos y garabatos. En un momento los gritos pasaron de ser reclamos por la suspensión de la actividad, a gritos dirigidos en contra de Hugo Montes diciéndole que era un pervertido (...) Gritamos hasta que tocaron el timbre para salir y nos fuimos del colegio. Fue como una descarga de energía tremenda".
Informe Albornoz
La acción legal también apunta a dos denuncias eclesiales en contra del Premio Nacional de Educación. Se trata de acciones presentadas en 2010 en sedes canónicas, referidas a hechos que habrían ocurrido en 1995 y 2001.
En junio de 2012, el sacerdote Raúl Hasbún, quien hizo la investigación previa en contra de Montes, concluyó que no hay "fundamento suficiente para presumir la efectiva ocurrencia de un delito canónico imputable a Hugo Montes con dolo o culpa grave". Luego, en septiembre de ese año, el entonces arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, ordenó enviar los antecedentes al Vaticano y le aplicó la restricción del ejercicio público del ministerio diaconal y la fijación del domicilio en la Arquidiócesis de Santiago.
En 2016 le levantó esta medida. "Contemplando el corazón misericordioso de Dios y acogiendo la invitación de la Iglesia a ser misericordiosos como el Padre, he decidido poner término a las medidas 'ad cautelum'. Podrá vivir en paz y serenidad del abrazo de la Iglesia, evitando cualquier acto que pueda dañarlo y dañarla", le escribió Ezzati a Montes, el 18 de agosto de 2016.
De acuerdo a la querella, "aproximadamente dos meses después del informe del Raúl Hasbún, David Albornoz (sacerdote salesiano) emitió un documento denominado 'Parecer sobre investigación previa realizada sobre el diácono permanente Hugo Montes Brunet', de fecha 14 de agosto de 2012. En contraposición a lo señalado por Hasbún, Albornoz concluye que "existe una denuncia que no ha prescrito y que es competencia de la Congregación para la doctrina de la fe. Corresponde entonces transmitir a esta Congregación las actas de esta investigación previa, aún cuando tenga tantas deficiencias formales, ya que existe mérito suficiente para considerar verosímil la denuncia por abusos de menores".
Albornoz agregó también que "el hecho que haya operado la prescripción y que uno de los menores haya muerto impide llevar adelante un proceso canónico por las otras denuncias, pero permite formarse una imagen de las conductas de este diácono a lo largo de los años". Finalmente señaló: "No es un problema de cómo interpretar costumbres 'curiosas' e inofensivas como señala el promotor de justicia, sino de conductas abusivas contra menores de edad, por parte de un educador. Son conductas que calzan con el tipo delictivo en análisis: besar en la boca, tocar los genitales".