Fernanda Robles (36) estaba embarazada de su segundo hijo, pero el proceso no fue fácil. Los médicos le habían advertido que su embarazo era de alto riesgo y que podría tener problemas: “Los especialistas realizaron varios estudios y monitoreos continuos. Mi hijo tenía síndrome de Down y una condición genética que afectó su desarrollo. Desde el inicio los médicos nos alertaron de que no había un buen pronóstico y que teníamos que estar preparados para un mal desenlace, pues probablemente no íbamos a tener a nuestro hijo con vida”.

Y así fue. A mediados de junio, su bebé falleció. De todas formas, inscribió a su hijo en el Registro Civil con el nombre de Emilio e, incluso, realizó una ceremonia de despedida. Hasta hace unos años la inscripción no habría sido posible, pero ahora lo es gracias a la ley que se promulgó el 13 de agosto de 2019 (se publicó un año después en el Diario Oficial). Esta norma creó el Registro Nacional de Mortinatos, la cual permite a madres y padres sepultar con un nombre y apellido a un hijo fallecido antes de nacer.

A través del registro se le puede entregar al bebé fallecido nombre, apellido, sexo y nombre de los padres, inscripción que es posible realizar en cualquier momento posterior a la muerte. A la vez, se puede aplicar de manera retroactiva en los casos ocurridos una vez entrada en vigencia la ley. La regulación anterior sobre la disposición de los restos de los mortinatos no permitía su individualización, por lo que la tumba debía identificar solamente con la expresión “NN”.

Para Fernanda tener esta posibilidad fue vital, pues pudo sobrellevar el duelo como quería: “Remontándonos al pasado con mi pareja, recordamos cómo algunos familiares relataban que habían perdido un bebé. Pero no sabíamos dónde quedó o cuál era su nombre, pues esa relación no tenía un cierre. A pesar de que nuestro hijo no está aquí físicamente, lo podemos recordar y nombrar. El manejo que tuvo la clínica fue muy importante, pues lo trataron como un niño más. De hecho, permitieron que los familiares que querían lo fueran a ver. Por eso yo creo que es muy importante aplicar la ley. En nuestro caso, queríamos compartir lo que más pudiéramos con Emilio, y nos dieron espacio, tiempo. Por ejemplo, tiene sus pies marcados en una hoja, lo mismo que hubiesen hecho con cualquier bebé. Entonces, creemos que este proceso es importante para cerrar los ciclos y vivir los duelos”.

Balance nacional

Entre 2020 y 2022, 4.039 hijos fallecidos durante la gestación o el parto han sido inscritos en el Registro Civil, dejando de ser NN. Sus familias los han podido registrar con nombre y apellido. En ese contexto, las inscripciones se concentran en la Región Metropolitana (1.996), Biobío (321) y Valparaíso (307).

“La cifra revela la tremenda necesidad que existía por ritualizar y dar una despedida digna a los hijos que partieron antes de nacer. Da cuenta de la deuda que teníamos con la sociedad de visualizar ese duelo”, afirma Blanca Prat, directora ejecutiva de Fundación Amparos.

Un registro que crece año a año, pues ya en agosto de 2021 -a dos años de la entrada en vigencia de la ley-, 2.121 mortinatos fueron inscritos con nombre y apellido.

Asimismo, también han aumentado las ceremonias para despedir a menores. Así lo revela la Funeraria Hogar de Cristo, la que a través del programa “Dignifica” entrega un servicio funerario gratuito para padres y madres que perdieron a sus hijos nonatos o niños hasta los 28 días. La iniciativa se realiza en alianza con el Parque del Recuerdo y está coordinada con más de 20 clínicas y hospitales de Santiago.

Con la ley vigente, el programa ha aumentado sustancialmente sus servicios en los últimos años. El gerente general de la Funeraria Hogar de Cristo, Juan Andrés Fuentealba, explica que “ahora es más público y la gente tiene más información, las ceremonias han aumentado. Yo creo que, con la ley, los protocolos en los centros hospitalarios cambiaron. Los niños que nacen muertos ya no son considerados desechos biológicos como antes, sino que como personas”.

Además, Carolina Pérez, experta en duelo perinatal y académica de la Universidad San Sebastián, añade que la legislación ayuda a transitar mejor el proceso: “A nivel nacional, esta ley es muy importante, porque es la primera que ayuda a sensibilizar sobre el duelo y la muerte perinatal en Chile. Previo a esta norma, no existía la inscripción ni la entrega del cuerpo de los niños. Y, por ende, los padres transitaban un duelo patológico sin poder cerrar el ciclo”.