Muchos turistas de distintos países que se encuentran en Chile, justo en el momento en que se desarrollan protestas en el país, también experimentaron las consecuencias de la actual situación, evidenciada principalmente por demoras en sus viajes. Algunos mostraron inquietud y miedo frente al escenario que observan en las calles de la capital.

Ayer, desde el aeropuerto de Santiago se informó que las aerolíneas están en proceso de regularizar los vuelos. La noche del lunes, cerca de dos mil personas tuvieron que dormir en el terminal, tres mil menos que el primer día de toque de queda. Para facilitar su estadía se instalaron camas plegables. Taxis y vans funcionaron con salvoconductos.

Tyler Gartland y Aubrey Lagrimas, pareja de jóvenes turistas estadounidenses, hacen su primer viaje a Chile. En Puerto Natales, mientras visitaban la Patagonia, experimentaron por primera vez lo que era el gas lacrimógeno.

"No hemos visto protestas así antes. Los chilenos tienen un buen argumento: la desigualdad es un problema gigantesco. Es triste que el Metro sea dañado, porque eso lastima la infraestructura de los chilenos. Creo que el gobierno debería trabajar para la gente que lo eligió", señaló Lagrimas. Gartland complementó que "es inspirador que la gente tome acciones que allá (EE.UU.) no".

Santa Vargas, de Perú, llegó de vacaciones con siete integrantes de su familia. Alojaron en el centro de Santiago y presenciaron con bastante susto el incendio que afectó al edificio de Enel durante el viernes de la semana pasada. "Nosotros allá en Perú hacemos huelgas bien pacíficas", comentó.

Quien no se sorprendió mucho con las protestas fue Saramy Arretureta, venezolana, quien llegó a vivir en marzo a Chile, pero decidió volver a su país. "Me pegué la melancolía y quise regresar", explicó. Y a diferencia de otros extranjeros, reconoce que no sintió extrañeza ante las manifestaciones. "Lo veo igual que en Venezuela, cuando empezaron las protestas y la depresión económica", describe.

La familia de Gerardo Fernández está desde la semana pasada en Chile. Son uruguayos y, tras no poder salir a visitar lugares turísticos y por aprensiones con el toque de queda, decidieron adelantar un día su vuelo. "No estamos acostumbrados, allá no protestan mucho", señaló Denise Ojeda.

Gerardo, su esposo, cree que "con la cantidad de protestas que hay se ve que existen muchas cosas que están mal y que hay que corregir. Veo que hay una ciudad moderna, con buena infraestructura, pero tal vez el costo para la gente es muy alto. En Uruguay, a Chile lo tienen en un pedestal. Esto chocó un poco con lo que se pensaba", relató.

Michael es estadounidense. Pertenece a los Testigos de Jehová y vino a visitar a su hija, que está en una misión en Chile. Le llamaron la atención los destrozos, pero dice comprender los motivos de las protestas. "Hay una expresión que habla de 'la última gota que colmó el vaso'. Fue demasiado para la gente y empezaron a rebelarse", dijo. "Es un signo de los tiempos que estamos viviendo en el mundo".