“Los primeros días fueron desconcertantes”, admite el director (S) de la ex Posta Central, Luis Carrasco, aludiendo a las jornadas que sucedieron al estallido social de octubre pasado. “Estamos en el núcleo de las marchas, entonces teníamos desde ingresos masivos de pacientes a filas de personas que querían usar el baño, sentarse a descansar o cargar el celular”, añade.
Carrasco, quien asumió la dirección dos semanas antes del estallido, cuenta que los boxes se atestaban con hasta 15 personas que acompañaban a un solo lesionado. Así es que se ordenó un cierre perimetral para permitir solo el ingreso de pacientes, lo que fue duramente criticado, porque se dificultó el acceso a grupos del INDH. “En el box apenas se podía atender, pero acá primero es el paciente y después los otros procedimientos, de derechos humanos o de entrega de declaraciones. Generamos un flujo de atención, que es lo que se hace en contingencias, porque tengo que proteger a los enfermos. El resto de las acciones puede esperar”, señala Carrasco, quien fue citado a la Comisión de Salud de la Cámara para dar cuenta de estos hechos y enfrenta, incluso, un sumario por lo ocurrido.
Cada jornada de manifestaciones ha sido un desafío para la logística del recinto y su personal. De la cuota usual de 15 pacientes por hora, se alcanzaron peaks de 80 personas que requerían atención. “Vimos muchas contusiones, desde leves a mayores. También muchos heridos con balín, que fue una situación importante, compleja. Traumas oculares que fueron un desastre, y caídas de altura, incluso con resultado de muerte”, relata el director.
A la fecha, la ex Posta Central ha atendido a 1.667 personas lesionadas en el marco de las manifestaciones. “Pacientes sin colores”, dice el director, aludiendo que en la urgencia conviven carabineros lesionados con personas encapuchadas. “Acá no se hace distinción, el paciente es paciente y debe recibir atención”, añade el facultativo.
Con lo aprendido hasta la fecha, ya existe un plan que regirá en las emergencias que se presenten. Consiste en que poco después de que se inicien las marchas, el personal médico y profesional se redobla en el servicio, para dar atención a la demanda. “Las horas más complejas son entre las 21.00 y las 23.00”, explica Carrasco. Asimismo, ante la dificultad de los profesionales y técnicos para llegar o irse del hospital, por las suspensiones o desvíos del transporte público, se han implementado turnos de 24 horas, lo que permite garantizar la continuidad de la atención.
También se han dispuesto turnos de abogados del departamento jurídico, que atienden a los fiscales que llegan al lugar, a los representantes de organismos de derechos humanos y a carabineros. Además, asisten a los médicos en la documentación que se debe completar para dar curso a las denuncias, especialmente en los casos de heridos a bala.
Por ahora, los viernes son los días con mayor refuerzo. Se duplican los radiólogos, los neurocirujanos y traumatólogos. Los turnos de urgencia quirúrgica suben de cinco a siete, según “la intensidad de la situación”, a la par que se generan los cupos para hospitalizar. “Siempre hemos estado preparados para la contingencia de los desastres y por eso la posta es emblemática”, dice Carrasco, quien admite que, para el personal, en términos emocionales, no ha sido fácil. “Ver a un chileno con una herida ocular no puede dejarte indiferente e impacta que nos estemos destruyendo entre nosotros. No es la forma de hacer las cosas”.