Una nueva crisis está viviendo la educación superior, esta vez con la Universidad del Pacífico, cuya falta de recursos tiene al plantel al borde del cierre y a los estudiantes en la angustia e incertidumbre, pues estaban a días de cerrar el año y ahora ni siquiera saben qué pasará con ellos en marzo.
El problema estalló este miércoles, cuando los alumnos se tomaron la sede de Las Condes, como última medida por la falta de información en que la rectoría tenía a las 2.648 personas matriculadas a inicios de año. Pero al mediodía, en una reunión entre los jóvenes y el presidente del directorio, Pablo Ortúzar, se les confirmó que los problemas son graves y que no existe seguridad de que el plantel siga operando, después de 42 años de historia.
"No es posible garantizar totalmente un adecuado financiamiento para continuar el proyecto académico 2019. Sin embargo, se continuarán los esfuerzos necesarios para lograr este objetivo", informó el directorio.
La crisis económica estaría dada porque un inversionista colombiano no cumplió con inyectar recursos a la institución, como quedó establecido en una escritura pública, debido a que la universidad no logró acreditar su calidad. De hecho, actualmente el plantel busca conseguir esa certificación.
Por todo ello, el directorio les informó a los estudiantes que este jueves le enviarán al Ministerio de Educación un plan de acción, sometiendo "a la consideración de ellos la apertura de matrícula para los alumnos antiguos".
Y el vocero de la toma, Sebastián Calderón, explica que se les aseguró que "no se abrirá la matrícula para alumnos nuevos hasta que el ministerio lo permita", por lo que, en el fondo, "dejaron en manos del Mineduc esa decisión". En tanto, el ministerio solo informó que inició una investigación financiera del plantel.
Entre los estudiantes y académicos había total confusión por la falta de información, al punto que los jóvenes tuvieron que votar dos veces si continuar con la toma, la que finalmente depusieron para cerrar el semestre. Pero según lo que se les ha informado, debido a la falta de recursos, la universidad tendría dos caminos: iniciar un proceso de cierre o buscar una fusión con otro plantel.
En un limbo
Si bien la comunidad universitaria no tenía información clara, sí vio "señales" que indicaban la grave situación de la casa de estudios. Por ejemplo, los estudiantes cuentan que ante la renuncia de profesores, la universidad juntó algunos cursos o incluso reemplazó los vacíos de la malla curricular con talleres, como clases de zumba.
También afirman que el casino no tenía comida, porque no se le pagó a la empresa, y que para buscar recursos abrió la venta de almuerzos a oficinistas de empresas externas, por lo que los alumnos no tenían dónde comer. Igualmente, había problemas de suministro en los baños y disminuyó cada vez más la presencia de estudiantes en el día a día.
Los problemas se reflejan también en la constante baja de matrículas, pues el plantel perdió la mitad de sus estudiantes en cinco años, y en los estados financieros: el año pasado cerró con $ 1.583 millones de pérdida.
Javiera Hube, estudiante de cuarto año de Psicología, cuenta que se enteró cómo "algunos jefes de carrera aconsejaron a los alumnos de primero y segundo año que abandonen la universidad y convaliden sus carreras, lo que quería decir que la universidad se estaba yendo a un hoyo".
Incluso, dice que este miércoles llegaron a la toma algunos exalumnos, egresados cuando el plantel sí estaba acreditado, y les dijeron que no han encontrado trabajo. "Esta es una situación crítica, estamos en un limbo que no sabemos cuándo terminará", se lamenta, y llama a que el Mineduc "nos ayude a que nos entreguen información verídica".
"El dueño de la universidad se dio a la fuga y no ha querido dar la cara. Nadie ha comunicado nada. Los funcionarios renunciaron, las clases se suspendieron. Y esto ocurre justo cuando el 30 de noviembre se cerraban las clases", dice otra alumna.
Otra preocupación de los jóvenes era la situación en que quedarían sus compañeros de Melipilla, donde está la otra sede de la Universidad del Pacífico, pues el traslado de ellos en caso de cierre sería mucho más complicado.
Los problemas de esta institución se suman a las recientes crisis que sufrieron las universidades Iberoamericana, Ucinf y Arcis, que fueron cerradas y que están dentro de una veintena de universidades que han dejado de funcionar en las últimas tres décadas.