Perros callejeros, vagos, abandonados. Hay varias maneras de llamar a los perros que viven en la calle, hoy convertidos en un problema de salud pública para el país. Se estima que existen entre dos y tres millones en Chile.

Según la Séptima Encuesta Sobre Actitudes Hacia el Medio Ambiente, realizada por el Centro de Investigación para la Sustentabilidad (CIS) de la U. Andrés Bello, el 55% de las personas considera que son un problema.

La cifra es menor que en las encuestas anteriores. En 2015, el 84% consideraba que eran un problema pero en 2016, solo el 71%. En esta versión, realizada en Concepción, Valparaíso y Santiago, el 48% cree que son un peligro por el riesgo de mordeduras a personas y mascotas; el 28% cree que son un problema por la transmisión de enfermedades.

Según Claudio Soto Azat, director del CIS, los perros vagos son cada vez menos problema. "Somos uno de los países con mayor densidad de perros vagos en el mundo. Tenemos más que Argentina, Colombia y Brasil. Son parte de nuestra idiosincrasia. Donde hay una persona hay un perro. Se normaliza su presencia en la Parada Militar, en la cancha de fútbol, es parte de la cultura", señala.

Parte de esta baja se explica por el movimiento animalista que se ha vuelto más fuerte. Eso implica que las políticas destinadas a controlar estos perros se hace más difícil, dice Soto.

Sin embargo, igualmente existe un 18% de encuestados que está de acuerdo con controlar la población canina a través de la eutanasia, "pero considerando el bienestar animal", mientras el 5% está de acuerdo, "considerando cualquier método de control de especies porque causan mucho daño". Se trata de una baja en la cifra, pues en las encuestas de 2015 y 2016, el porcentaje que estaba de acuerdo con la eutanasia llegaba al 28% y 24%, respectivamente.

Según Soto, en la práctica es difícil controlar la población animal si no se aplican medidas. Dice que la eutanasia es efectiva, por ejemplo, contra especies invasoras, y cuando hay perros que son problemáticos, que se instalan en los parques nacionales, atacan huemules, zorros, pudúes, lobos marinos. "Estos ataques son cada vez más comunes. Estos perros pueden transmitir enfermedades a otras especies".

Problemas

Cristián Bonacic, académico y director del Laboratorio Fauna Australis de la U. Católica, señala que uno de los problemas de los perros abandonados es que rompen las bolsas de basura, defecan y orinan en cualquier parte con el consiguiente riesgo de transmitir enfermedades a los niños y mascotas con dueño. Además, atacan a las aves y otras especies de fauna, causan accidentes a ciclistas, motoristas y automóviles con consecuencias graves y a veces pérdidas de vidas humanas.

"En zonas rurales cazan formando jaurías, matando ganado de todo tipo y fauna silvestre en peligro de extinción como el pudú, huemul, zorros y especies de aves. Las asociaciones ganaderas, parlamentarios, alcaldes y muchas personas han manifestado su preocupación por este tema en las zonas rurales", dice.

Sobre la posibilidad de removerlos o eutanasiarlos como en otros países, Bonacic dice que la legislación actual no lo considera. "Se ignoró la postura de los especialistas, tanto de los ministerios de Salud, Medio Ambiente y Agricultura, como del Colegio Médico Veterinario y la comunidad científica", lamenta. "La ley y el reglamento actuales presentan serios vicios que no contribuyen a solucionar el problema sanitario, ambiental, económico y social que enfrentamos en nuestro país por la gran cantidad de perros abandonados en las ciudades y zonas rurales". "En otros países la legislación tiene como principal objetivo proteger la salud humana, los bienes públicos y privados y el adecuado bienestar de las mascotas y los demás animales. Por ello, no se permite la existencia de perros abandonados en las calles de las ciudades o en las zonas rurales", insiste el profesor de la UC.

Mauricio Serrano, presidente de Animal Libre Chile, coincide en que los perros abandonados son un problema, pero dice que la eutanasia solo procede si se trata de la salud del animal y cuando no hay una solución que permita salvar su vida. "No como una herramienta de control. Ellos no llegaron solos a la calle", dice Serrano.