“Si no fuera por el ojo que me duele, estaría lista para una fiesta”. Delia Castro (84) se toma con humor el porrazo que le pudo costar algo más que una anécdota. Todavía en cama, pero con mayor movilidad, la residente del Cerro Cordillera no había bajado la escalera del sector El Castillo desde hace años, ya que el ascensor San Agustín la deja muy cerca de su casa. Pero todo cambió con la crisis sanitaria. Ya no hay elevadores operativos.
Fue a inicios de mayo cuando esta mujer quiso ir a comprar y el resbalón la hizo caer a unos escombros. Un grupo de peatones la trasladó al Hospital Carlos Van Buren, donde terminó con puntos en su cabeza y un grueso yeso en el brazo izquierdo. “Al menos no me contagié del bicho”, cuenta ella, resignada.
Con sus 164 peldaños, esa enorme escalera lleva al Fuerte “El Castillo de San José”, en el cerro Cordillera, y también conecta con la calle Serrano, donde aparece otra inacabable gradería.
Valparaíso tiene 16 funiculares declarados Monumento Nacional y valorados por la Unesco. De estos, solo ocho operan en el puerto, pero desde el pasado 23 de marzo, cuando comenzó la crisis, todos figuran cerrados, para evitar aglomeraciones y contagios.
Se trata de un transporte con valor patrimonial, pero también muy barato. El viaje cuesta $ 100 y desde este año tanto adultos mayores como escolares estaban subsidiados por el municipio con costo cero.
“Para nosotros el problema es dar las condiciones para que la población logre sostener un confinamiento en su hogar, que salga lo menos posible de la casa. En términos epidemiológicos, entonces, el funcionamiento de los ascensores iba en contra de la idea del distanciamiento social. Esa es la razón principal de su cierre”, explica el encargado del modelo de confinamiento comunitario de Valparaíso, Rodrigo Ruiz.
Añade que “entendemos, sin embargo, que los vecinos tienen necesidades que los obligan a desplazarse. Pero en lugar de favorecer esos desplazamientos hacia el plan de la ciudad y potenciales aglomeraciones, nuestro esfuerzo es resolver esas necesidades en la cercanía de sus hogares”.
Micro local a $ 450
Desde el municipio también confirman que en algún minuto pensaron reabrir los ascensores, organizando turnos con menos pasajeros, pero el alza de los contagios (este miércoles la región llegó a 2.576 casos totales y 121 nuevos) los hizo desistir. De hecho, es la segunda comuna con más test positivos en toda la zona (476, levemente por debajo de Viña del Mar), tiene un hospital al borde del colapso y no hay residencias sanitarias.
Por eso, los vecinos deben caminar cerro arriba. Aunque algunos tramos tienen movilización. Un boleto de micro cuesta $ 450 y el taxi colectivo $ 600.
Gladys Saavedra (60) optó por bajar por una inagotable escalera a un costado del elevador Polanco, cerro del mismo nombre, para recibir la ayuda de mercadería del gobierno desde una escuela que funciona como centro de acopio. “Igual, si uno hace tantas filas, podría hacerlas también para viajar en el ascensor, pero subir de a pocos, con mascarilla, es terrible”, reclama.
Algo similar dice Patricio Becar, del Cerro Barón (65), quien asegura que puede demorar hasta 30 minutos un tramo muy corto. “En mis buenos tiempos lo hacía en menos tiempo, pero es muy cansador”.
Sobre el arancel de pasajes de locomoción local, el seremi de Transporte, José Guzmán, señala que “no ha habido alzas desde octubre, incluso nos han informado de bajas de pasajes para ser más competitivos”.