Son las 22 horas. El toque de queda ya comenzó y a Juan el sueño aún no lo vence. La jornada laboral con teletrabajo ha sido intensa. Lleva horas frente al computador y aún está activo. La siguiente comenzará temprano, como siempre. Decide que es momento de dormir y que hay que buscar la forma de hacerlo. Abre el refrigerador y se sirve un vaso de bebida al que no duda en echarle pisco. Pasará una media hora para que la combinación con la serie de moda en Netflix lo tumbe hasta el otro día.

El alcohol y las drogas se han transformado en un peligroso aliado para los chilenos desde el arribo del coronavirus. Y las botillerías, en el lugar más concurrido para combatir la ansiedad. “En los días previos a la cuarentena, la gente compró mucho alcohol. El lunes se vendió como si fuese jueves, que es el día que más crece la venta. A través del delivery los pedidos se multiplicaron, cerveza o vino”, revela Valentina Zunino, dueña de una botillería en Lo Barnechea.

Una eventual alza del consumo de alcohol y drogas en Chile en época de cuarentena preocupa, pese a que aún no hay un catastro oficial. En Estados Unidos ya tienen números: la venta de cerveza aumentó un 34% en la tercera semana de marzo, según datos de Nielsen. En ese mismo país, la demanda de marihuana muestra tendencias similares. Una encuesta de la compañía Cowen a 2.500 consumidores, realizada entre el 9 y el 27 de marzo, reveló un récord en el consumo de alcohol y un aumento notable en el número de consumidores dispuestos a probar la marihuana.

En este escenario, tres países se adelantaron en la prevención: Panamá impuso ley seca para evitar aglomeraciones y reducir la delincuencia; en Groenlandia se prohibió la venta hasta el 15 de abril para bajar la violencia intrafamiliar y los abusos sexuales contra menores de edad; y en Zimbabue el objetivo es controlar las reuniones masivas y el desorden social.

Factores de riesgo

Casi 700 mil personas en Chile tienen consumo problemático de alcohol, drogas o ambos, según el informe mensual del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda).

“Después del 27-F también hubo un alza y eso que la gente podía salir de sus casas. Estos números aumentarán por la incertidumbre de no saber qué pasará. La gente lo ve como una salida, pero al final es peor”, dice Carlos Vöhringer, director técnico nacional del Hogar de Cristo. “El consumo de alcohol tiene que ver con una conducta evasiva. Tengo pacientes que me han dicho que se toman una copa de vino, cerveza o pisco sour. Yo no lo veo tan mal. El problema es el exceso”, sostiene Felipe González, experto en sicología positiva.

Maruzella Valdivia, académica del Departamento de Psicología de la U. de Concepción, advierte los riesgos. “Si las personas empiezan a caer en un consumo inadecuado de alcohol o de ansiolíticos, pueden sufrir consecuencias peores, generar dependencia, comportamientos sociales inadecuados”.

También ha observado cambios derivados de la preocupación por la pandemia. “Hay gente a la que vi en marzo superbién y que ahora me pide hora con urgencia. Hay problemas como dormir mal, comer mucho, sentirse agobiado. La prevención es clave”, sostiene.

En el Hogar de Cristo hay 10 mil pacientes en rehabilitación que siguen su tratamiento a distancia. “Van menos a los centros. Se hacen llamadas telefónicas, videollamadas y se les monitorea. También hay visitas domiciliarias”, explica Vöhringer. “El balance es bueno. La gente ha seguido conectada y mantiene sus tratamientos, pero hay algunos que han aumentado su consumo o reinciden”, concluye.

En la puerta de la casa

Carlos Charme, director nacional de Senda, está preocupado. Mientras prepara una campaña para prevenir el consumo en época de cuarentena, supervisa el funcionamiento de los casi 500 centros que reciben a 10.620 pacientes en tratamientos de rehabilitación: “La información que ha salido en revistas especializadas establece que en las cuarentenas aumenta el consumo de alcohol y las drogas”. Un factor que menciona son los delivery. “La venta de los delivery nos preocupa. Venimos trabajando hace tiempo en esto. Nos juntamos con los delivery para prevenir y hacerles ver que no permitiríamos que se le vendiera o regalara alcohol a los jóvenes. Si nos llega alguna acusación, no vamos a titubear para poner una denuncia”.