El 1 de abril de 2018, entró en vigencia la Ley de Inclusión Laboral, que establece una reserva de empleos de un 1% para personas con discapacidad o beneficiarias de la pensión de invalidez de cualquier régimen previsional, en organismos del Estado y empresas privadas que tengan 100 o más trabajadores.

Dicha ley es claramente un buen inicio en términos de inclusión sociolaboral, y ha ayudado, sin lugar a dudas, a que las empresas se animen a incluir laboralmente no solo a trabajadores con discapacidad, sino también a personas en riesgo de exclusión social, migrantes, minorías sexuales, entre otras.

¿Dónde radica el problema? Muchas de las empresas con más de 100 trabajadores, al querer cumplir con esta ley, inician procesos de reclutamiento, selección y contratación sin siquiera considerar que las personas que buscan incluir a sus equipos de trabajo requerirán de algún ajuste razonable para cumplir con sus labores, y en ocasiones, sin tampoco tomar en cuenta si el cargo ofrecido es compatible con el tipo de discapacidad del postulante.

¿El resultado? Muchas de estas mismas empresas, en base a nuestra experiencia, han reportado una alta rotación de aquellas personas que fueron incluidas sin aplicar las características particulares que tiene este proceso. Es decir, sin preocuparse por hacer más inclusivos sus procesos internos de gestión de personas, ni de tampoco visualizar la importancia de que el candidato tenga la posibilidad de mantenerse y promocionarse dentro de su trabajo.

Ahí radica, categóricamente, la importancia de que aquellas empresas que buscan comenzar o mejorar sus procesos y políticas de inclusión laboral, se apoyen en instituciones dedicadas precisamente a poner en práctica este tipo de acciones.

En ese sentido, podemos entonces ver la ley como una buena oportunidad para quienes buscan incluirse al mundo laboral, pero que sigue implicando un conjunto de malos procesos en su ejecución, los cuales deberían ir soslayándose a medida de que el foco esté en el largo plazo, fomentando la sostenibilidad en el tiempo de las personas en sus trabajos.