Vicario para la Educación de la Iglesia de Santiago: “Creemos que el camino correcto es un regreso paulatino a la clase presencial”
El sacerdote explica las razones por las cuales el Arzobispado capitalino está muy interesado en que sus 30 colegios, con una matrícula de más de 30 mil alumnos, vuelvan a las aulas este año, lo antes posible. "La gradualidad implica ver quiénes hoy están más frágiles en el acompañamiento y quiénes requieren de mayor apoyo (...) hemos descubierto que los primeros y últimos cursos de cada ciclo escolar se han visto más tensionados".
“Hay un elemento afectivo, psicológico, de contención emocional y espiritual, donde lo presencial es importante”, dice el vicario para la Educación de la Iglesia de Santiago, sacerdote Andrés Moro, respecto del proceso de aprendizaje escolar.
El cuándo volver a las clases presenciales es una de las preguntas que se repite a diario entre autoridades, especialistas del área, colegios, padres y apoderados.
El Arzobispado de Santiago tiene 30 colegios a cargo, que administra a través de distintas fundaciones. De ellos, 23 son gratuitos, ubicados en diferentes comunas de Santiago; tres continúan con financiamiento compartido y cuatro son particulares pagados. Actualmente, la matrícula total de ellos bordea los 31.500 estudiantes.
¿Quién manda? Cada fundación es responsable de tomar sus propias decisiones, aunque la opinión del arzobispo Celestino Aós es fundamental. A nivel del Arzobispado lo que se hace es acompañarlas, a través de la Vicaría para la Educación, para el desarrollo de sus proyectos educativos.
Once colegios son parte de la red CEAS (Corporación Educacional del Arzobispado de Santiago), ocho de la red SECST (Sociedad de Escuelas Católicas Santo Tomás de Aquino) y los demás colegios son fundaciones propias. Entre ellos, el Instituto Luis Campino, Colegio Sagrados Corazones de Alameda, Notre Dame, Seminario Pontificio Menor, Liceo Ruiz Tagle, Colegio Cristóbal Colón, San Luis Beltrán, Rosario Concha, Instituto Presidente Errázuriz, San José de la Preciosa Sangre y Santa Rosa de Lo Barnechea.
A diferencia de otros actores, ¿la idea de la Iglesia de Santiago busca volver a las clases presenciales cuanto antes? ¿Este año?
Comprendemos la preocupación que surge en las familias y en los miembros de las comunidades educativas por lo que implica un posible regreso presencial a clases. También comprendemos la inquietud de las autoridades del Ministerio de Educación en este sentido. No sin dificultad hemos podido continuar las clases de modo virtual. Nuestro discernimiento pasa por dar una formación, no solo académica, sino que una integral, que considere todas las dimensiones de la persona. Creemos que el camino correcto es un regreso paulatino a la clase presencial, que tome en cuenta la realidad propia de cada colegio, con el consenso de todos sus miembros y apegándose rigurosamente a las medidas sanitarias que entregue la autoridad. La Conferencia Episcopal de Chile invitó al Ministro de Educación a una de las sesiones de la Jornada Nacional de Vicarios para la Educación para compartir sobre cómo se estaba viviendo la pandemia en este ámbito. Además, hemos tenido la oportunidad de dialogar con la Seremi de Educación de la Región Metropolitana, en encuentros y charlas sobre la contingencia, en las que han participado rectores y docentes de colegios católicos.
¿Se ha conversado con las comunidades de cada colegio?
El Vicario Episcopal es el representante en quien el Arzobispo delega las funciones ejecutivas en el ambiente de la educación. Por tanto, como Vicaría tenemos un rol de coordinar y trabajar colaborativamente con los colegios. No se trata de tomar decisiones únicas y centralizadas. La tuición directa de ellos depende de las fundaciones, que operan como sostenedoras. Como Vicaría aportamos los elementos de discernimiento y criterios comunes a todos los Colegios del Arzobispado y, en alguna medida, a los más de 400 colegios católicos de Santiago, alineados también con los criterios educativos del país. Este ha sido un tiempo de mucha escucha y colaboración. En cada comunidad educativa se han hecho encuestas a educadores, estudiantes y apoderados, orientadas a saber cómo se encuentran en este contexto de pandemia y conocer aspectos como la factibilidad de uso de tecnología desde las casas. Luego, se ha generado diálogo en torno a un posible retorno a lo presencial, a la elaboración de protocolos afines, conversando con los centros de padres, centros de alumnos, sindicatos o asociaciones de trabajadores.
¿Tienen algún tipo de protocolo de cómo se implementará el regreso a sus colegios?
No existe un protocolo único para los 30 colegios, sino criterios compartidos. En estos meses, desde el estallido social, ha sido fundamental la escucha y los encuentros que hemos tenido con directivos. Estos protocolos se han trabajado sin poner fecha, sino criterios de implementación. En esta línea, han surgido interesantes experiencias como un “decálogo del retorno”, un “Comité Covid-19” y la propuesta “Avanzar, Retroceder y Adaptarse”. Esta última significa poner una diligente atención a cinco puntos claves para minimizar los riesgos: 1) una planificación previa y participativa que ordene, 2) criterio de baja densidad en todo lo que se planee hacer en la escuela, 3) contacto reducido, 4) actuar informadamente y 5) monitoreo y control permanente.
¿Volverían todos sus colegios juntos o lo harán por etapas?
La gradualidad implica ver quiénes hoy están más frágiles en el acompañamiento y quiénes requieren de mayor apoyo. En los encuentros que hemos sostenido con distintos actores de la educación, no solo de los colegios del Arzobispado, hemos descubierto que los primeros y últimos cursos de cada ciclo escolar se han visto más tensionados, por lo que un regreso presencial deberá considerar esta realidad. Además, de implementar sistema de turnos, tiempos diferenciados de reforzamiento, modalidad mixta de clases y diferentes experiencias de tutorías, incluso entre los mismos estudiantes. No se trata de algo automático ni mucho menos de “volver” a lo mismo que teníamos antes. Estamos acompañando el devenir de los colegios, no sólo con la idea de restablecer la educación con los estándares formales, sino que, especialmente, reconociendo que todo lo que hemos experimentado hasta ahora, junto con los colegios y los estudiantes, ha sido profundamente educativo.
¿Qué opina de la decisión de algunas municipalidades, entre ellas Santiago, de que este año no se retomarán las clases presenciales?
En todo sector geográfico conviven distintas realidades educativas. En casi todas las comunas del gran Santiago tenemos colegios que atienden a población circundante o vecinos concretos y otros tipos de establecimientos que reciben a estudiantes de diversas comunas. Lo importante es que se cumplan todos los protocolos sanitarios y las medidas que cada comunidad educativa genere de acuerdo a su realidad. Hablamos de criterios comunes y medidas diferenciadas. El Ministerio de Educación ha pedido protocolos, además de los del Ministerio de Salud, para abrir los colegios y eso implica en muchos casos un gasto que tendrán que ver las distintas corporaciones municipales, estatales y privadas. Independiente de que se pueda o no volver a la presencialidad, es fundamental considerar todas las alternativas posibles para que los estudiantes estén bien, tanto en su salud como en el mejor desarrollo posible de sus trayectorias educativas. Si en eso podemos colaborar mutuamente en cada territorio sería favorable.
¿Qué les han planteado los profesores de los establecimientos?
Hay una natural preocupación por un regreso presencial a clases. Entendemos que las realidades de cada persona, ya sea educador, apoderado o alumno varían, por eso no estamos hablando de una imposición u obligación para todos, cada caso es particular y por ello los protocolos para un posible regreso a lo presencial tienen que estar muy claros en los criterios señalados (…) Queremos cuidarnos mutuamente y estamos buscando con ellos nuevas formas de funcionamiento basadas en la colaboración.
¿Han analizado el tema con otros sostenedores de la Iglesia Católica?
Sí, con algunos, de modo directo e indirecto, a través de distintas mesas de trabajo, incluso con otros sostenedores y redes de la sociedad civil. En general, hay criterios comunes como la seguridad, la voluntariedad y la gradualidad que después cada colegio tendrá que aplicar de acuerdo a su propia situación. Además de la necesidad de avanzar en colaboración, se confirma la importancia de confiar en las comunidades educativas, la flexibilidad y la autonomía para tomar decisiones. Como Vicaría reforzamos esta visión de gradualidad y voluntariedad, siempre con el objetivo profundo que es entregar la mejor educación.
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