"Estamos en Roma y mañana (hoy) llegamos a Santa Marta". James Hamilton se refirió así, ayer, a su llegada al Vaticano, específicamente a la residencia del Papa, lugar donde junto a Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo este fin de semana serán recibidos por Francisco. Las víctimas de Fernando Karadima fueron invitadas por el Pontífice a raíz de la recopilación de antecedentes que el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, realizó sobre el obispo de Osorno, Juan Barros, y su supuesta relación con encubrimientos del caso Karadima.
En su lugar de residencia, el Pontífice tendrá una serie de reuniones con las tres víctimas chilenas de abuso, de forma particular y en grupo, con el fin de "pedirles perdón, compartir su dolor y su vergüenza por lo que han sufrido", según contó el miércoles el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Greg Burke.
Juan Carlos Cruz continuó ayer con sus reuniones previas al encuentro pontificio, mientras que Juan Andrés Murillo tomó un vuelo desde Chile cerca de las 11.30 hacia la Santa Sede. Hoy comenzarán los encuentros oficiales del Papa con cada una de las víctimas.
Santa Marta
La Domus Sanctae Marthae (casa de Santa Marta en español) es el lugar donde Francisco vive, luego de que al asumir el cargo rechazara establecerse en los aposentos pontificios. La residencia está conformada por cuatro pisos, 22 habitaciones dobles y 120 piezas, de las cuales 106 son suits y una es apartamento.
La historia de su edificación no deja de tener detalles anecdóticos. En agosto de 1978, cuando los cardenales se reunieron en el Vaticano para elegir al sucesor del Papa Pablo VI, debieron alojar en unas instalaciones antiguas y estrechas, ubicadas junto a la Capilla Sixtina. Estaban en piezas sin baños y los purpurados se veían obligados a hacer fila en las mañanas para poder ducharse.
El calor del verano europeo no ayudó a la estancia de los cardenales. Las críticas y quejas surgieron de inmediato, y aumentaron un par de meses después, tras la muerte de Juan Pablo I.
Esta situación e incomodad llevaron a Juan Pablo II a ordenar, en 1996, la construcción de una residencia nueva para acoger a los cardenales que llegasen al Vaticano. La orden la dio mediante un documento escrito de su puño y letra.
De esta forma, y a pocos metros de la Basílica de San Pedro, comenzaron los trabajos para levantar la Residencia de Santa Marta. Cuenta con un amplio hall de mármol, además de una capilla. Puede ser utilizada durante todo el año por los prelados que llegan a Roma y cuenta con varias comodidades, como baños privados en todas sus habitaciones y pequeños estudios privados.