El "funeral de alto riesgo" realizado en un sector de la comuna de Conchalí, al norte de Santiago, y que generó alarma por tiroteos y enfrentamientos que se extendieron hasta la madrugada de este miércoles, tuvo un inusual primer capítulo registrado el martes a mediodía.
Ese día, el féretro de Bastián López Reyes (19), muerto el domingo por disparos que recibió fuera de su casa, fue ingresado al patio de carga del Centro de Cumplimiento Penitenciario de Chillán. Allí se encuentra recluida Yohana Reyes, madre del joven: ella y su pareja pudieron dar así la última despedida a su hijo.
El procedimiento fue rodeado por un dispositivo de seguridad desplegado por Gendarmería, mientras Carabineros prestaba cobertura en el frontis y el exterior de la unidad.
"Es una situación que es parte de la dinámica de Gendarmería. Son personas que tienen que despedirse de sus parientes, pues son familiares directos", explicó el coronel Gonzalo Hermosilla, director regional de Gendarmería de Ñuble.
La autorización fue otorgada por el mismo Juzgado de Garantía de Chillán. Mediante un documento oficial en el que ordenó establecer "medidas de resguardo y seguridad".
Más tarde, luego del traslado del féretro a Santiago, las ceremonias fúnebres continuaron en un sector de Conchalí. Fue en ese momento en el que se desencadenó el usual acompañamiento de fuegos artificiales y disparos al aire que caracteriza los "narcofunerales".
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Mientras el cortejo se movilizaba a gran velocidad por calles de esa comuna, incluyendo automóviles con individuos armados asomándose por las ventanillas, vecinos del sector alertaron en reiteradas oportunidades a Carabineros. No obstante, residentes del sector denunciaron que las patrullas uniformadas prácticamente no actuaron.
"Había cerca de 50 mujeres y niños en el lugar, por lo que Carabineros decidió actuar de manera prudente", explicó la intendenta metropolitana, Karla Rubilar. "Eso generó críticas sobre el actuar de Carabineros", admitió.
El panorama cambió alrededor de las 2.00 de la madrugada de este miércoles, cuando unidades de Fuerzas Especiales utilizaron gases lacrimógenos para contener los disturbios que ocurrían durante el prolongado funeral.
El procedimiento volvió a generar fuertes críticas entre los vecinos del sector. "Lanzaron las bombas dentro de las casas", denunciaron varios residentes.
"Durante el transcurso de la noche se tuvo que proceder. Hubo unos detenidos que pasaron a fiscalía", señaló el general Mauricio Rodríguez, jefe de la Zona Metropolitana de Carabineros. "Desplegamos nuestros máximos esfuerzos para lograr que la gente tenga tranquilidad", justificó.
El accidentado ceremonial concluyó en la tarde en el Cementerio General, donde se realizó el sepelio tras el paso de la carroza y la caravana de acompañamiento, que esta vez fueron escoltadas por Carabineros con el fin de evitar nuevos incidentes.
El episodio volvió a poner en evidencia la preocupación por los "funerales de alto riesgo", cuya proliferación llevó a que se creara una mesa de trabajo en la que la Fiscalía Sur presentó un protocolo destinado a vigilar e intervenir ceremonias fúnebres que involucren armamento y personas con antecedentes penales.