Mi nombre es Lukas. Soy baja visión y estudio en el Colegio Santa Lucía de la Fundación Luz. Mi educación inicial la realicé en el Colegio Juan Ignacio Zenteno. En el prebásico me acogieron súper bien, me consideraban como uno del grupo, pero con el tiempo esto fue cambiando, ya que los niños comenzaron a verme de una manera diferente.

En mi diario vivir no hay una sola palabra para describir cómo me siento. Durante el día se experimentan distintas emociones, porque cuando me subo al transporte público existen personas que me ayudan de manera inmediata, lo que me provoca muchísima alegría. Pero también existen oportunidades en las cuales son indiferentes al verme y eso me da pena.

Cuando llegué al Colegio Santa Lucía sentí que era aquí donde pertenecía, porque siempre digo que es el mundo de las personas ciegas. Aquí puedo hacer cosas que en el otro colegio no me dejaban hacer, como jugar al fútbol, que es lo que me encanta; puedo desempeñarme en las distintas clases, porque tenemos máquina Braille para poder escribir, y macrotipo (letra más grande de lo normal), para poder potenciar lo que sabemos del mundo.

Pero fuera de la escuela, a veces hay gente que me mira raro, como si yo no pudiera hacer lo que ellos hacen. Eso me provoca rabia, porque no saben lo que soy capaz de hacer.

En conclusión, mi diario vivir me da a entender que es posible la inclusión, pero que falta mucho por avanzar.

Lukas Padilla Gallardo, 11 años