La instalación del nuevo gobierno en la jornada del lunes estuvo enmarcada por expectativas económicas auspiciosas, parte del recibimiento que obtuvo el Presidente Sebastián Piñera con miras a su gestión de los próximos cuatro años.
Según recogió la encuesta de Expectativas Económicas que publica mensualmente el Banco Central, correspondiente a marzo, el PIB de 2018 crecería 3,5%, un alza relevante desde el 3,2% señalado en febrero, en línea con un repunte de las confianzas que viene ocurriendo desde julio de 2017. Así, contra la tendencia de los últimos cuatro años, hoy los agentes de mercado empujan al alza las expectativas, lo que podría seguir creciendo considerando que la dispersión de respuestas de la encuesta del Banco Central (BC) arrojó que 43% de los encuestados ve un PIB sobre 3,5% este año. Puntualmente, el incremento de las apuestas está en línea con un Imacec de febrero que cerraría en 4,2%, según el consenso de economistas, lo que sería el mayor aumento desde septiembre de 2013.
Adicionalmente, para 2019 también hubo una nueva revisión alcista, pasando de 3,5% a 3,7%, seguido por la primera proyección del mercado para 2020, que escalaría a un PIB de 3,8%.
De esta manera, el promedio de los siguientes tres años sería en torno a 3,6%, el doble de lo logrado por el gobierno de Michelle Bachelet entre 2014 y 2017 (promedio PIB 1,8%, según cifras preliminares).
Inversión y PIB
La principal razón para explicar el despegue de las expectativas, tiene que ver con perspectivas de un repunte de la inversión, dado el alza de confianza que perciben los economistas desde la contraparte empresarial.
Como lo señaló Aldo Lema, economista asociado de Grupo Security, el mayor crecimiento se debe "al mayor impulso externo, las holguras de capacidad internas y la expectativa de un alza en el crecimiento potencial", agregando que "todo eso ya se refleja en expectativas optimistas, potenciadas por el cambio de gobierno". De hecho, Lema aseguró que contempla "un crecimiento mayor a 4% este año y probablemente el próximo", sin descartar que pudiese dispararse a 5%, "dependiendo de las políticas públicas que se implementen".
En concordancia, Alejandro Alarcón, economista de la U. de Chile, señaló que "dadas las condiciones actuales, la inversión se puede expandir con más fuerza. En la medida que el gobierno pueda reafirmar la confianza del sector privado, no habría problema". Con esto, pronostica una trayectoria para la inversión en torno a 4%-5% los próximos años.
Así, por el lado del crecimiento de tendencia o largo plazo, Alarcón no desestimó que pueda subir a 4%, después de haber caído los últimos años a un punto en torno al 3%.
De acuerdo a Jorge Lorca, economista jefe de Banchile Inversiones, "en la medida en que se concrete el incremento de más de 9% de inversión que avizoramos para este año, el PIB tendencial debería incrementarse efectivamente al aumentar el stock de capital".
Riesgos
Con todo, el mayor dinamismo de largo plazo, separado del efecto cíclico de la economía, no genera necesariamente acuerdo entre los expertos.
Como lo planteó Álvaro González, economista de Santander, "para elevar el PIB tendencial de la economía es importante promover la inversión, la participación laboral y la productividad, todos factores que todavía no muestran un cambio de tendencia claro". Indicó en este sentido que "el último catastro de inversión no muestra un cambio significativo y todavía hay temas pendientes en cuanto a la aprobación ambiental de grandes proyectos".
También mirando a 2019, Lorca expresó sus dudas, advirtiendo que "ese año no contará con la exigua base de comparación que representa 2017", agregando que "hay una serie de desafíos pendientes en materias de productividad, participación laboral e incentivos tributarios, que todavía hacen ver lejano un crecimiento efectivo de 5%".
Por el lado internacional, los expertos destacaron que EE.UU. podría generar incertidumbre, en línea con la política comercial proteccionista que ha implementado Donald Trump. En tanto, la desaceleración más fuerte de China también es mencionado repetidas veces, sobre todo por el efecto bajista que podría imprimir sobre el precio del cobre.
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